Bajo la pantalla de un grupo de estudio de la Biblia, un hombre de 27 años fue creando su propia milicia mientras estudiaba pasajes del libro sagrado y, al mismo tiempo, acumulaba armas para prepararse para una ofensiva. En su hogar de Alexandria (Virginia), donde acudían otros miembros del grupo, Fi Duong había acumulado suficiente munición, armamento, material para fabricar cócteles molotov y AK-47 como para dar el siguiente paso y sublevarse.
Duong fue uno de los muchos seguidores de Donald Trump que se creyó la letanía del presidente de que le habían robado las elecciones. Por esa razón, este veterano del cuerpo de Marines de EE UU, escaló uno de los muros del Capitolio, gritó “Vamos a por ti, Nancy [en referencia a la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi]”, dejó una carta para los legisladores y grabó cómo otro asaltante reventaba una puerta con una palanca.
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Pocas horas antes de ese trágico 6 de enero, Duong -que fue acusado el martes por fiscales federales de asaltar el Capitolio, utilizar de forma sistemática retórica violenta y vigilar el Congreso en las semanas siguientes al episodio- estaba cerca de la plaza Black Lives Matter, de Washington, cuando se encontró con un agente de la Policía Metropolitana que trabajaba de forma encubierta. Duong le preguntó si era “un patriota”. Cuando el agente encubierto le respondió que sí y le pregunto a su vez, se definió como “un operador” [en referencia a alguien que pertenece a unas fuerzas especiales de carácter militar].
Duong está desde el pasado viernes bajo arresto domiciliario, después de que el juez Michael Harvey considerase que no era un peligro para la comunidad, pero su historia ha mostrado al público algo más allá de los cargos judiciales: ha probado que los extremistas leales al expresidente Donald Trump siguen obsesionados con el símbolo de la democracia estadounidense.
Menos de una semana después de que este hombre, de ascendencia china y vietnamita, iniciase una relación con el policía encubierto, este le presentó a un agente del FBI, que también operaba de forma encubierta. Duong confió a ambos agentes de la ley que formaba parte de “una milicia secreta” que intentaba reunir “una red fuerte” de “amantes de la libertad y defensores de la Segunda Enmienda [la que garantiza el derecho a poseer armas]”.
Como justificación, Duong explicó a ambos hombres que dos generaciones de su familia habían huido de los regímenes comunistas de China y Vietnam, antes de emigrar a Estados Unidos, siempre según los documentos judiciales, publicados en el diario The New York Times. Duong también confesó que, en efecto, había formado parte del asalto al Capitolio, con el rostro cubierto con una máscara blanca y totalmente vestido de negro para que pensaran que era un miembro de Antifa [movimiento político antifascista de extrema izquierda].
En febrero, Duong ya confiaba en el agente del FBI y le invitó a un encuentro con la milicia en su casa. En esa reunión, según los documentos judiciales, el agente vio la munición y escuchó cómo los militiamen (paramilitares) conversaban sobre armas y clases de combate. Pocos días antes de ese encuentro, Duong le comunicó, a través de un mensaje codificado, que estaba fotografiando y vigilando el Capitolio, con uno de sus hombres haciendo un informe sobre el tamaño, la actividad, la localización, la hora y el equipo que utilizaba la policía del Congreso.
En marzo, Duong advirtió a los agentes que tuvieran “las armas cerca” y estuvieran “preparados” para usarlas. En abril, más gente se unió al grupo de estudio, incluido un miembro de la milicia del Tres por ciento `[grupo de extrema derecha creado en 2008, que debe su nombre a la falsa creencia de que solo el 3% de los colonos luchó en la Guerra de Independencia]. Algunos de los nuevos adeptos eran también personas que habían estado involucradas en el asalto al Capitolio, según la Fiscalía.
En mayo, según se lee en los documentos jurídicos, el oficial del FBI constató el interés de Duong por los cócteles molotov, cuando vio a la entrada de su casa cajas con cerca de 50 botellas de cristal y poliestireno. A la pregunta del agente de si podía conseguir alguna de esas armas incendiarias, Doung respondió que primero había que probarlas.
A mediados de junio, el hombre que creó su propia milicia condujo, junto a quien creía que era su compinche juramentado para una guerra civil, hasta una cárcel abandonada situada en Lorton (Virginia), a 25 kilómetros de su casa. Allí se les unió el primer policía que Duong conoció en su marcha al Capitolio. Ambos agentes grabaron la reunión. El hombre que estudiaba la Biblia mientras se armaba para la insurrección consideró que aquel lugar despoblado era “el perfecto” para probar los cócteles molotov. “En seis semanas estamos listos”, les dijo. Poco después era detenido.
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