La calidad de los alimentos que llevamos a la mesa es fundamental para el bienestar de nuestro organismo ya que nos garantiza nutrientes saludables. Por eso, es importante prestar atención a lo que compramos, privilegiando las producciones de kilómetro cero siempre que sea posible. Mucha información, pues, la aportan las etiquetas , que por ley deben reportar una serie de datos de identificación. En el caso de la carne poder comprar aquella que sea de la mejor calidad, es algo que garantiza un buen sabor y que nos beneficiemos de todas sus propiedades, pero ¿Cómo saber que estamos comprando la adecuada? Descubre ahora aquello en lo que debes fijarte para comprar carne de calidad.
Reconocer carne de alta calidad
¿Qué podemos hacer a la hora de evaluar la calidad de un producto como la carne? En este caso, la lectura de la etiqueta por sí sola no es suficiente. Seguramente comprobar la fecha de caducidad y el origen es el primer paso pero es bueno ir más allá. De hecho, cuando se trata de carne, existen algunos trucos con los que comprobar que la ración que estamos metiendo en nuestro carrito es cualitativamente apreciable.
En este sentido, una de las cosas en las que claramente tienes que fijarte si deseas saber que te estás llevando carne de calidad, es en el color y la textura. De hecho, estos son dos indicadores esenciales de que la carne es de primera calidad. En este sentido, los expertos recomiendan verificar que la carne tenga un hermoso tono rojo cereza o incluso violáceo dependiendo de que parte sea la carne. Además, será bueno verificar también la cantidad de grasa presente, fijándonos en si la carne tiene manchas y rayas blancas.
Esto es lo que comúnmente se llama ‘ marmoleado ‘ y no es más que la grasa intramuscular distribuida en la carne de res, la que le da a los cortes un aspecto marmoleado. Para que la carne sea de alta calidad, debe tener una buena cantidad de grasa, ya que esto indica la riqueza de grasas monoinsaturadas saludables . Este tipo de carne proviene de ganado generalmente joven y bien alimentado.
Una prueba más será la del tacto: si al presionar el trozo de carne que tenemos en las manos, está demasiado blando o se hunde, es mejor cambiar de producto. La mejor elección es un corte firme, compacto y seco. Finalmente, si está empaquetado, también será bueno analizar la integridad del propio embalaje.
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