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Fíjense en la materia oscura de la UE


No solo el cosmos tiene materia oscura. También la vida de personas e instituciones, a veces, se ve profundamente influenciada por una masa invisible que las condiciona: sentimientos custodiados en el fondo de un alma, o intereses disimulados en el fondo de un cajón. En la UE, en ocasiones parece que el mercado interior es esa materia. Se trata de una paradoja, ya que parte de ello es tan visible como el movimiento de mercancías o trabajadores. Pero hay más que eso y, por varios motivos, suele acabar fuera del foco visual en ciertos pulsos políticos. Sin embargo, tiene su peso.

Tres de los principales asuntos sobre la mesa comunitaria —pulso con Polonia (y Hungría); precios de la energía; reforma de las reglas de la zona euro— recuerdan que el mercado interior es una fuerza que contribuye a determinar el movimiento de los astros en el firmamento europeo y no debería olvidarse. Los primeros dos han protagonizado la cumbre del jueves y el viernes en Bruselas. El tercero es un debate abierto que sobrevuela la legislatura europea.

Elementos tangibles y fácilmente cuantificables acaparan la atención —en los debates, en los juicios—, sean ellos planetas, lo que las personas dicen, las cuentas claras. En este último apartado figura por ejemplo el indudable beneficio de los países receptores netos de fondos europeos, como España durante mucho tiempo o los del Este. Mucho menos presente en el debate público es el beneficio logrado por países como Alemania, Países Bajos, Austria o Finlandia con la constitución del mercado común. La estimación es compleja, pero, por ejemplo, un interesante estudio de la Fundación Bertelsmann publicado en 2019 los coloca a todos en el grupo de cabeza de los más beneficiados per capita. El mercado común es bueno para todos, pero para algunos, más.

Así, en referencia al pulso con Polonia y Hungría, es racional preguntarse si en la tradicionalmente contemporizadora actitud de Berlín ha jugado un papel el fuerte nivel de inversión alemana en ambos países. Cabe subrayar que, en comercio, Polonia fue en 2020 el quinto socio mundial de Alemania, por encima de Italia o el Reino Unido.

En cuanto a la zona euro, es evidente que ciertos países periféricos han ganado estabilidad en los tipos de interés y, desde la revolución de Draghi, un gran respaldo del BCE a su deuda. Pero la pérdida del control de la divisa nacional y el corsé en el gasto ha supuesto un problema de peso. La conjunción de divisa y mercado común ha reportado grandes beneficios a los mejores exportadores. Este contexto de fondo no debería olvidarse en el gran debate del rediseño de las normas.

En cuanto a la energía, se libra un pulso entre un frente Mediterráneo que busca reformular el sistema de fijación de precios de la electricidad, y el núcleo alemán-holandés que se resiste. En ello puede que tengan influencia tanto elementos conceptuales de cómo se percibe el mercado como un menor nivel de angustia por los precios gracias a una solidez empresarial, en parte, apuntalada con el mercado común.

Todos ellos son problemas muy complejos, en los que influye una miríada de factores. El mercado interior también, pero no suele figurar mucho en las ecuaciones. En política, como en astrofísica y en psicología, fijarse en la materia oscura puede ayudar a entender. Es una especie de halo que rodea a la materia normal. Calculan que representa un 80% del universo.

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