Finlandia ha pasado este martes a ser miembro formal de la OTAN. La guerra a gran escala de Rusia en Ucrania y las amenazas del presidente Vladímir Putin han alumbrado un cambio histórico en la política de seguridad finlandesa, que ha pasado de ser un país militarmente no alineado a ser el miembro número 31 de la Alianza Atlántica. La organización aspira a sumar muy pronto también a Suecia, cuyo acceso permanece bloqueado por Turquía y Hungría, que aún no han ratificado el acceso por distintos motivos políticos.
“El presidente Putin quería cerrar de golpe la puerta de la OTAN. Ahora le mostramos que ha fallado”, ha remarcado el secretario general de la OTAN, el noruego Jens Stoltenberg. “En vez de menos, ha logrado lo contrario, más OTAN; y mantendremos las puertas abiertas”, ha dicho este martes antes de la ceremonia de izado de bandera finlandesa en la sede de la Alianza en Bruselas, junto al presidente finlandés Sauli Niinisto. “La era de no alineamiento militar en nuestra historia ha llegado a su fin. Empieza una nueva era”, ha declarado el mandatario finlandés.
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La adhesión de Finlandia a la OTAN, con sus más de 1.300 kilómetros de fronteras con su vecino ruso, duplica las que comparte la Alianza con Rusia. Esto sucede en un momento de altísima tensión y cuando la invasión a gran escala de Rusia sobre Ucrania, que sigue alumbrando cambios geopolíticos mayúsculos, suma ya más de 13 meses.
El Kremlin se ha esforzado mucho en diferenciar la adhesión de Finlandia de la invitación a Ucrania para sumarse a la Alianza, vigente desde 2008, y que Moscú suele emplear en su retórica para justificar su invasión con el argumento de que el acercamiento de la OTAN a las fronteras rusas supone una amenaza para su seguridad. Las posibilidades de acceso real de Kiev a la organización militar —de la que es miembro España— no han avanzado desde que recibió la invitación hace 15 años.
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Moscú ha advertido este martes de que el movimiento de Helsinki le obliga a tomar contramedidas y que fortalecerá su capacidad militar en sus regiones del oeste y noroeste. También ha remarcado que el ingreso del país nórdico en la Alianza incrementa el riesgo de conflicto con Occidente. “La ampliación de la OTAN invade nuestra seguridad y los intereses nacionales de Rusia”, ha declarado el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, en una conferencia telefónica con periodistas, según cita la agencia rusa Interfax.
Peskov ha incidido en que Moscú seguirá muy de cerca cómo la OTAN “usa” el territorio finlandés y si se despliegan allí armas, sistemas e infraestructura de la Alianza Atlántica, que ese martes cumple 74 años. Helsinki abordará el estacionamiento de las tropas extranjeras en su territorio en el futuro, ha comentado este martes el ministro de Defensa finlandés, Antti Kaikkonen. Finlandia aporta a la OTAN un ejército potente y, con el antecedente de vecino ruso, que ha seguido aumentando y modernizando en un momento en el que otros en Europa habían dejado de pensar en defensa. Helsinki cumple ya el requerimiento de la Alianza de invertir el 2% de su PIB en defensa; un objetivo al que aún no llegan muchos de sus aliados (España ronda el 1%).
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El ejército finlandés, además, está en sintonía con los estándares y la doctrina de la Alianza desde hace años por sus ya estrechos lazos militares con la organización atlántica. De ahí que su ingreso haya sido tan rápido, el más veloz de la historia de la OTAN. Su incorporación da a la OTAN un territorio altamente sensible en el mar Báltico y en la península de Kola.
Finlandia y Suecia solicitaron su ingreso de la mano el año pasado, no mucho después de que Putin ordenase la invasión a gran escala de Ucrania. La intención era que los dos países nórdicos se unieran juntos, pero la adhesión de Estocolmo se ha quedado por el camino. Todos los aliados de la organización deben ratificar los nuevos ingresos y Turquía y Hungría aún no lo han hecho. Ankara alude a preocupaciones por terrorismo, cuando está presionando a Estocolmo (que ha cambiado su ley antiterrorista) para lograr concesiones en la extradición de ciudadanos turcos refugiados. En concreto, a aquellos que el Gobierno de Recep Tayyip Erdogan considera terroristas por la supuesta vinculación al grupo armado kurdo PKK, a la sociedad político-religiosa del clérigo islamista Fethullah Gülen o a organizaciones de extrema izquierda.
Mientras, Budapest, que ya ha hecho del bloqueo de asuntos clave una moneda de cambio en su relación con instituciones europeas, está empleando la organización militar para empujar asuntos relacionados, en realidad, con la Unión Europea, de la que tanto Hungría como Suecia son miembros. Así, su meta es lograr que Bruselas le descongele fondos europeos que mantiene paralizados hasta que el Gobierno de Viktor Orbán cumpla con reformas contra la corrupción y para garantizar la independencia de la justicia.
Estados Unidos y el Reino Unido, miembros de la OTAN, han reclamado este martes a “todos los miembros de la Alianza” que ratifiquen el acceso de Suecia cuanto antes. “La nueva invasión de Rusia a Ucrania el año pasado precipitó precisamente lo que el presidente Putin quería evitar: una Alianza Transatlántica más fuerte y unificada”, ha advertido el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, en Bruselas, donde ha participado en las reuniones de la organización militar. “Suecia también es un socio fuerte y capaz que está listo para unirse a la OTAN”, ha añadido.
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