Ferran Traité Soler (Getty Images)
“La tecnología es así. Todo tiene un final”, explicaba a EL PAÍS Charlie Jackson hace poco más de un año. El comienzo de 2021 marcó el final de la herramienta que él y Jonathan Gay alumbraron veinticinco años antes: Flash. Este programa informático para crear y ver animaciones, trajo al internet de los años noventa movimiento, interacción y videojuegos antes impensables. Pero el 1 de enero Adobe dejó de dar soporte al reproductor que integraban los navegadores, y nos trajo la primera despedida tecnológica del año que ahora termina. Una pulga podría recorrer el calendario saltando de mes en mes.
Febrero llegó con el cierre de la división de desarrollo de la plataforma de videojuegos de Google, Stadia. “Crear los mejores juegos desde cero exige muchos años y una inversión significativa, y el coste está creciendo exponencialmente”, explicaba Phil Harrison en una entrada publicada en el blog de Google. El cierre de los dos estudios propios que el gigante tenía en Los Ángeles y Montreal fue visto como un significativo paso atrás de la compañía en su apuesta por la industria de los videojuegos.
Microsoft cerró el mes de abril con el anuncio de una muerte por venir: la de Calibri como fuente predeterminada en Word o Powerpoint. La tipografía sin serifas, que llegó a nuestras pantallas en 2007 para reemplazar a la añeja Times New Roman está en camino de ser sustituida por una de las cinco propuestas encargadas por Microsoft a nueve diseñadores.
Muestra de los tipos de letra por defecto que estudia implantar Microsoft.
La despedida de Yahoo Respuestas, que echó el cierre el 4 de mayo, se entendió como una exhalación más en el camino hacia el último suspiro del que fuera uno de los mayores gigantes de Internet. Después de 16 años de intercambios de conocimiento, la plataforma dejó de admitir nuevas preguntas o respuestas el 20 de mayo y mantuvo la posibilidad de que los usuarios descargasen sus contenidos hasta finales de junio.
En junio supimos que la compañía japonesa de robótica Softbank había dejado de fabricar al icónico Pepper. Según la exclusiva de Reuters, este androide de grandes ojos había dejado de producirse en 2020 y fuentes internas de la compañía apuntaban a que reanudar la actividad en esta línea sería demasiado costoso. Pepper, nacido en 2014, se presentó al mundo como un robot capaz de reconocer las emociones humanas. Se volvió después ubicuo en ferias y eventos donde sorprendía a los asistentes siguiéndoles con la mirada y dándoles conversación.
El robot humanoide Pepper en un hotel designado para acomodar a enfermos de coronavirus en Tokio.Issei Kato / Reuters
Quienes superaban los 15 GB de almacenamiento en los servicios de Google Photos, Drive y Gmail vieron en julio cómo se les acababa el chollo. El gigante de Mountain View puso fin entonces al almacenamiento ilimitado gratuito para el apartado de imágenes de alta calidad, que según datos de la compañía recibe 28 mil millones de fotografías y vídeos cada nueva semana. Quienes necesitan más espacio tienen ahora la opción de contratar 100 GB por 1,99 euros al mes o 19,99 euros al año; 200 GB, por 2,99 euros al mes o 29,99 euros al año; o 2 TB, por 9,99 euros al mes o 99,99 euros al año.
Agosto puso fin a una vida corta: la de los Fleets de Twitter. Estas publicaciones efímeras, lanzadas por la red social como una aproximación tuitera a las historias de Instagram, desaparecieron menos de un año después de su lanzamiento. Se perdió así la brevemente disfrutada posibilidad de compartir texto, fotos, vídeos e incluso tuits en la plataforma bajo la promesa de se borrarían al cabo de 24 horas.
La presentación de los últimos ordenadores portátiles de Apple, en octubre, confirmó los rumores: los de Cupertino renunciaban a la Touchbar. Esta barra táctil que integraban los equipos de la generación anterior justo encima del teclado fue también una apuesta de corta duración. Desapareció cinco años después de su nacimiento.
En noviembre nos llegó el anuncio de que Facebook iba a dejar de utilizar reconocimiento facial en los sistemas de etiquetado de fotografías de su red social. Supimos también que la compañía, ya rebautizada como Meta, se disponía a borrar los registros de 1.000 millones de usuarios. Lo que no incluía aquel anuncio es que se mantiene el algoritmo entrenado con todas esas imágenes y que el gigante aún podrá desarrollar nuevas aplicaciones basadas en el procesamiento de datos biométricos.
El último adiós de diciembre fue el de una herramienta casi olvidada: la barra Google. Este pequeño rectángulo nos permitía acceder directamente a los servicios del gigante desde otros navegadores antes del nacimiento de Chrome. Después de casi 22 años desapareció sin hacer ruido a principios de diciembre. Si no se hubieran dado cuenta en Ars Technica, ni siquiera habríamos llorado su muerte. La barra Google, que llegó a internet (explorer) en diciembre del 2000, cuando el navegador de Microsoft todavía tenía el monopolio del acceso a la red. En sus días finales, solo funcionaba el formulario de búsqueda y el botón de inicio de sesión.
¿A dónde van las tecnologías cuando se mueren? No necesariamente al olvido. El fallecimiento del reproductor de Flash, por ejemplo, no nos cerró la puerta a la inmensidad de los contenidos creados en la edad de oro de la herramienta. Ya antes de la fecha límite fijada por Adobe habían surgido distintas plataformas pensadas para preservar veinte años de arte y videojuegos. “Parece que la imparable marcha del progreso hará que los nuevos formatos hagan que los viejos queden obsoletos. Por eso es importante el archivo y la accesibilidad”, contó a EL PAÍS, Mike Welsh, responsable del emulador bautizado como Ruffle.
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