Por Agencias
Perú, 17 junio de 2020.- La conmovedora fotografía de un niño rezando hincado a mitad de una calle dio la vuelta al mundo recientemente, pues refleja el sentimiento de muchos otros niños, personas de la tercera edad, jóvenes y adultos de todo el mundo: la esperanza de que esta pandemia termine para poder reunirse nuevamente con los seres queridos.
Esta imagen fue captada en el distrito de Guadalupe, en la región peruana de La Libertad, por la fotógrafa Claudia Alejandra Mora Abanto, quien, en entrevista con Desde la fe, relata la manera providencial en que se encontró con dicha imagen que, en pocas horas, se viralizó y que para ella, “sin lugar a dudas, fue una escena y un momento en el que intervino Dios”. Claudia Alejandra explica que el hecho ocurrió al inicio de la pandemia, el 13 de abril, cuando comenzaban las restricciones sanitarias en Perú y ya había limitaciones para salir de casa.
Dios lo puso en mi camino y a mí en el de él
“Yo tenía la intención de reunirme ese día con militares y policías de la zona -platica Claudia-, y coordinarme con ellos para poder tomar un registro gráfico de lo que se estaba viviendo desde semanas anteriores, a fin de poder contarlo como historia de aquí a unos años. Pero justo ese día aumentaron los contagios, la pandemia se agudizó y ya no puede salir. Eso, como fotógrafa, me llenó de frustración, digamos que me había dado por vencida”.
Sin embargo -agrega-, el distrito de Guadalupe es un pueblo mariano y muy devoto de la Virgen de Guadalupe, “y en este caso, ya que no podíamos asistir a las iglesias a rezar, los vecinos de toda la ciudad acordamos que una persona por familia saliera y pusiera una velita frente su casa, como un acto simbólico de fe, y enseguida se metiera a rezar por la situación”.
El distrito de Guadalupe, en la parte norte de Perú, destaca por su arraigada devoción a la Virgen. Claudia decidió salir a encender y colocar la vela fuera de su casa por parte de su familia; eran aproximadamente las 19:50 horas, y cargó con su cámara pensando que al menos podía tener una buena fotografía: la de una calle desolada, con velitas encendidas en ambas aceras.
“Salgo entonces -explica-, y lo primer que veo es a ese niño, que vive enfrente de la casa de mi familia, pero yo no lo conocía bien porque estudio lejos y vengo aquí sólo los fines de semana. Apenas lo vi, me dieron muchas ganas de llorar. No me cansaré de repetirlo: fue una escena llena de Dios, un momento de esperanza; sentí algo inexplicable”.
“Le pido a Dios que acabe la pandemia”
Claudia se acercó a una distancia prudente, respetando las normas dispuestas por la pandemia de COVID-19, se arrodilló sin decir nada al pequeño y tomó la fotografía. Posteriormente, le preguntó si le podía contar lo que hacía. “Estoy orando -expresó el niño-, porque en mi casa hay mucho ruido y Diosito no me escucha; Él escucha a las personas cuando no hay ruido”. Enseguida, Claudia le preguntó: “¿Y qué le estás pidiendo”. “Le estoy pidiendo que el virus acabe, porque ya quiero ver a mis abuelitos; no los he visto”.
Claudia es aficionada a la fotografía, y asegura que su encuentro con el pequeño Alan fue obra de Dios. Debido a que Claudia tenía la voz entrecortada, lo único que acertó a decir al pequeño fue que no perdiera la fe, y que ya ingresara a su domicilio para que no corriera peligro de contagiarse.
Posteriormente, con el permiso de la madre del pequeño, Claudia subió la foto a sus redes sociales, con un mensaje y la historia de lo que sintió en ese momento, a fin de sensibilizar a las personas del distrito de Guadalupe sobre la gravedad de la pandemia, a partir del sentimiento de un niño.
“Por cosas de la vida -finaliza Claudia Alejandra-, o más bien por cosas de Dios, como yo digo, la fotografía en cuestión de minutos se viralizó. Un mes después, la imagen ha vuelto a cobrar fuerza, y es muy bonito saber que otra vez está tocando muchos corazones, porque eso es lo que necesitamos ahora, tener fe, y aprender del ejemplo de un niño como este pequeño de nombre Alan Castañeda, de tan solo 6 años de edad”.
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