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Francisco Gor, intelectual y obrero del periodismo


Acaba de dejarnos a los 83 años quien ha sido un auténtico puntal periodístico e intelectual de este diario desde su fundación en 1976 hasta mucho más allá de su jubilación, etapa en la que siguió aportando sus ideas y sus artículos sin firma cuando se lo solicitaban. Francisco Gor fue un auténtico obrero de este oficio, una de estas personas discretas, y sin ningún afán de protagonismo ni pulsión por el poder, a las que solemos deber la construcción de las instituciones más sólidas de nuestras sociedades. Un obrero progresista, generoso y sabio, especializado en tribunales, pero con capacidades que iban mucho más allá de su propia especialidad y a las que sumaba un insobornable sentido del compañerismo.

Aunque su vida profesional transcurrió casi entera en EL PAÍS y en la tercera planta de Miguel Yuste, 40, en Madrid, donde tiene sus despachos la sección de Opinión, Gor empezó a trabajar en 1969, en plena dictadura, como redactor de tribunales del diario Ya, La Actualidad Económica y Posible. Pocos periodistas conocían y contaron mejor los pasillos, los magistrados y los procedimientos del siniestro Tribunal de Orden Público del franquismo, ejemplo de tribunal político y de sumisión de los jueces a las órdenes de un gobierno dictatorial.

En 1976 se incorporó a EL PAÍS, donde ejerció de redactor de Sociedad y de Política. De estos años es su libro El juicio de Atocha, en torno al proceso seguido ante la Audiencia Nacional por el asesinato de los abogados laboralistas del despacho de la calle madrileña de Atocha, ocurrido en enero de 1977. Durante cuatro años, entre 1982 y 1986, fue jefe de Prensa del Ministerio de Justicia con el primer Gobierno socialista. De vuelta al periódico, a su periódico, se incorporó ya a la sección de Opinión hasta su jubilación, con un intervalo de dos años en que fue Defensor del Lector.

Ignoro cuántos artículos editoriales escribió Francisco Gor durante los muchísimos años en que formó parte de la sección de Opinión. No sería difícil saberlo, a pesar de su enorme cantidad y de que sean textos sin firma, como todos los editoriales. Su criterio y la escritura de los textos sobre temas judiciales, jurídicos y sobre todo, los vinculados a los derechos humanos, fueron durante largos años absolutamente fundamentales.

En este oficio en el que nadie es imprescindible, Paco Gor, desde su modestia y su buen hacer, lo fue realmente durante muchos años. Nadie sabía más, nadie tenía criterios tan sólidos y tan bien asentados en el Estado de derecho, la división de poderes, la independencia de los jueces y, en definitiva, el sentido de la justicia democrática.


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