Frío, el peligro silencioso de la montaña

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Recuerdo una inmersión en el Cantábrico de la que emergí con las manos tan entumecidas e insensibles por el frío que para conseguir estirar los dedos debía poner las manos en la borda de madera de la embarcación y echarme hacia atrás. Desde entonces, el frío siempre me ha resultado uno de los factores más limitantes de mis actividades outdoor. He pasado frío en el mar, en la montaña, en el bosque, en la selva tropical y hasta en el desierto, y eso que yo no soy especialmente friolero.

Todos tenemos una sensibilidad diferente al frío, y el riesgo de sufrir congelación o hipotermia también es diferente según el sexo, la edad o la morfología del deportista. Las mujeres, por tener una mayor superficie con respecto a su masa corporal son más susceptibles, así como los niños, las personas mayores de 60 años (por tener menos capacidad atlética y un riego sanguíneo menos efectivo) o los de menos de 20 años (en general, por carecer de preparación técnica). Los atletas, con mayor masa muscular y grasa, son menos susceptibles. Y la resistencia al frío no se puede entrenar. Según un estudio de la Universidad de Portsmouth de 2020, exposiciones controladas a ambientes fríos no aclimatan el cuerpo para soportar o prevenir lesiones debido a las bajas temperaturas. En otras palabras, no se puede entrenar la resistencia fisiológica al frío.

Efectos del frío: Congelación e hipotermia

En los deportes outdoor (al aire libre) el frío puede causar dos tipos de problemas: congelamiento o hipotermia, que no son excluyentes. Las congelaciones son lesiones en los tejidos periféricos donde llega poco riego sanguíneo, principalmente en las partes más expuestas, como nariz, dedos de las manos, de los pies y orejas. Y ocurren cuando se practica una actividad en un entorno con temperaturas por debajo de -0,5 ºC. Puede parecer que esto solo les ocurre a los montañeros del Himalaya, muchos de los cuales tienen algún dedo de los pies amputado; pero en realidad, las congelaciones, en sus primeras etapas no son tan excepcionales. Hay estudios que señalan que el 20% de los practicantes de esquí de travesía pueden sufrir congelaciones en algunos de sus grados. En la edición de 2010 de la carrera de trineos Iditarod, en Alaska, el 31% de los participantes sufrieron congelaciones, y entre los montañeros, 366 tienen lesiones de congelación por cada 1.000.

El problema es que no es fácil identificar los síntomas de congelación en sus primeras etapas. No es un proceso que ocurra espontáneamente con el dedo azul y rodeado por un cubito de hielo. Al principio puede verse la piel pálida o enrojecida, con sensación de entumecimiento y formación de escarcha sobre la parte expuesta. En estas primeras etapas no hay lesión y la persona puede verse tentada a simplemente frotar la zona y seguir la actividad. Pero basta con proteger la piel expuesta con equipación o detener la actividad para que el proceso de congelación no provoque lesiones más graves. Si se prosigue en las mismas condiciones, se pueden formar lesiones que van profundizando en los tejidos según aumenta el tiempo de exposición.

La hipotermia tiene lugar cuando el equilibrio entre el calor producido y calor perdido se rompe y la temperatura corporal baja de los 35 ºC. Al principio la persona empieza a tiritar, tiene pocas ganas de interactuar con otros deportistas y experimenta cambios de humor. Si se continúa expuesto al frío, la temperatura corporal puede descender de los 32 ºC y entonces el deportista puede sufrir arritmias, las pupilas se dilatarán y puede hasta perder el conocimiento. Esto es lo que se llama hipotermia moderada, imagínese la extrema. El proceso puede continuar hasta un desenlace fatal. Sin embargo, una de las consecuencias de sufrir hipotermia leve es que los músculos no rinden al mismo nivel, y esto se traduce en un mayor riesgo de sufrir un accidente durante la práctica del deporte. Lo que podría considerarse una lesión colateral al efecto del frío.

Además, la hipotermia empeora los procesos de congelación. Cuando la temperatura corporal cae, el cuerpo reacciona cerrando los vasos sanguíneos periféricos para que el mayor volumen de sangre mantenga el calor en los órganos principales.

La temperatura no es el único factor que puede causar lesiones por el frío. El viento y la humedad son las otras cartas que hay que barajar cuando se sale al aire libre. Tanto el viento como la humedad aumentan la pérdida de calor. A una temperatura de 5 ºC, un atleta mojado puede perder el doble de calor que uno seco. Es lo que conocemos como sensación térmica, o temperatura aparente. Y así, bajo condiciones de, por ejemplo, brisa suave a 0 ºC el cuerpo sufre como si estuviese a – 7 ºC.

Humedad y viento no solo trastocan la sensación térmica, sino que cambian el signo de las actividades outdoor. Mientras que en un entorno seco el ejercicio físico es positivo porque aumenta la temperatura corporal y previene la hipotermia, en un entorno húmedo, como bajo la lluvia, el mismo ejercicio puede hace caer la temperatura corporal porque la sangre desviada a los músculos de brazos y piernas produce un calor que se pierde rápidamente por convención de la piel mojada. Es decir, a veces es mejor mantenerse activo y otras es mejor parar la actividad física.

El tejido que capta el calor solar

Frío, el peligro silencioso de la montaña

Entrevista a Haskell Beckham, Director Senior de Innovación en Ropa de Columbia

La gran dificultad a la que se enfrentan los ingenieros de las marcas en la industria outdoor es la de crear productos que sean aislantes, impermeables, transpirables, ligeros, resistentes y protejan del viento. Y si esto no le parece suficiente, además deben ser ecosostenibles.

Una de las nuevas tecnologías que han llamado la atención es la implementada por Columbia para sus prendas de invierno de 2021 y que funciona como los paneles solares: el Omni-Heat Black Dot. Un nuevo tejido que actúa como un imán de calor, con miles de puntos negros de varias capas que capturan y retienen el calor solar.

¿Para qué temperatura ambiente es adecuado el Omni-Heat Black Dot?

Omni-Heat Black Dot es adecuado para cualquier temperatura ambiental en la que se usen chaquetas para el calor y la comodidad. Omni-Heat Black Dot es una nueva tecnología que se utiliza en el exterior de las chaquetas para mejorar el valor de aislamiento. Se puede aplicar en cualquier producto diseñado para su uso en climas fríos. La temperatura ambiente para la que el producto es adecuado depende de la construcción general de la prenda, del nivel de actividad del usuario y de las condiciones ambientales predominantes.

¿Pierde eficacia con el tiempo el material?

Omni-Heat Black Dot no pierde eficacia con el tiempo, ya que la tecnología se debe a los puntos negros de varias capas, de baja emisividad térmica y alta absorción solar, adheridos a la superficie del tejido de la cubierta. Las chaquetas Omni-Heat Black Dot han sido probadas en una variedad de condiciones desafiantes en todo el mundo, y su durabilidad y efectividad han sido extremadamente fuertes a lo largo del tiempo.

Un día nublado los paneles solares pueden producir entre un 10% y un 15% de su rendimiento típico de los días soleados ¿Se puede esperar lo mismo con esta tecnología?

Omni-Heat Black Dot absorbe la radiación solar y la convierte en calor que es conducido al material base y al aislamiento subyacente. La radiación solar puede ser capturada tanto de la luz solar directa como de la luz solar dispersa en días nublados. Al igual que los paneles solares, se espera que la energía solar capturada en días nublados sea menor que la energía solar capturada en días soleados de la luz directa, aunque la reducción específica de los días nublados no ha sido cuantificada. La tecnología funciona para aumentar el calor incluso sin exposición a la luz solar debido a la propiedad de baja emisividad diseñada en los puntos negros, similar al funcionamiento de las ventanas de baja emisividad modernas.

¿Con la chaqueta Three Forks Black Dot deberíamos usar un cortavientos impermeable, o con lluvia sigue absorbiendo el calor del día?

Como comentaba antes, Omni-Heat Black Dot aumenta el calor incluso sin exposición a la luz solar, y absorbe la radiación solar para aumentar el calor, incluso cuando esa luz solar se dispersa en días nublados o lluviosos. La chaqueta Three Forks Black Dot es resistente al agua y no es totalmente impermeable, por lo que una capa impermeable puede ser apropiada dependiendo de las condiciones. Debo señalar que todos los estilos de nuestra colección Omni-Heat Black Dot cuentan con la tecnología Omni-Heat 3D en el forro interior, que mejora el calor al reflejar el calor de vuelta al cuerpo. Además de capturar la energía solar, Omni-Heat Black Dot atrapa ese calor interior generado por el cuerpo.

Cómo prevenir los problemas con el frío

Para evitar los problemas derivados del frío se deben tomar ciertas precauciones. La primera es conocer la situación climática del entorno donde se va a realizar la actividad y comportarse de forma coherente con esta circunstancia. Por ejemplo, la Federación Internacional de Esquí suspende las competiciones cuando la temperatura desciende por debajo de los – 20 ºC, o a temperaturas mayores si el viento y las precipitaciones lo aconsejan.

Además, hay que equiparse convenientemente. Realizar una caminata por nieve puede quemar entre un 20% y un 40% más de calorías que por el mismo sendero sin nieve. Y si esta se realiza sin raquetas de nieve adecuadas y bastones, el sobreesfuerzo puede llevar a una transpiración excesiva, pérdida de calor y hasta el colapso, con lo que la hipotermia se dispara.

Es importante también tener las condiciones físicas y técnicas adecuadas a la actividad que se va a realizar. Un deportista experto y en forma puede mantener por mucho más tiempo el calor corporal que otro con una técnica deficiente o en baja forma.

Otro factor que aumenta el riesgo a sufrir los efectos del frío es consumir productos que provocan vasoconstricción, como alcohol, café o medicamentos. También es negativo no desayunar la cantidad de hidratos de carbono necesarios para que el cuerpo tenga combustible, o no estar hidratado.

Y por supuesto hay que vestirse adecuadamente. La industria outdoor ofrece infinidad de prendas altamente técnicas diseñadas para lidiar con las bajas temperaturas, el viento y la humedad, y, además, ofrecer un rendimiento deportivo excelente. Se puede encontrar tecnología de primeras capas de lana merina, que conserva el calor incluso en condiciones de humedad, o calefactadas a través de una batería controlada por una aplicación del móvil. Invertir en buena ropa no es una cuestión de moda, prestigio o exclusividad de marca, es un componente de seguridad.

Se debe vestir de 3 a 4 capas. Una en contacto con la piel que sea agradable, conserve el calor y que sea transpirable (mejor evitar el algodón), preferiblemente confeccionada en poliéster o lana. Una segunda capa aislante, de pluma o lana, y una tercera que sea cortavientos e impermeable. El calzado también debe aislar térmicamente y ser impermeable. Y una cuestión importante es no utilizar prendas que aprieten demasiado para que no dificulten la circulación sanguínea. Partes importantes que se deben proteger son el cuello y la cabeza con el fin de conservar el calor, donde el riego sanguíneo es superficial y abundante. Por esta zona se pierde una gran cantidad de calor corporal.

Además de vestir la ropa adecuada, es preciso tener un conocimiento de su uso dinámico. Hay que saber compaginar actividad, condiciones al aire libre, y número y cualidad de las capas que se están usando. Así por ejemplo, en condiciones de actividad de alta intensidad con temperaturas razonables, sin viento excesivo y sin precipitaciones, se debería evitar una tercera capa impermeable para que la transpiración sea eficiente y la piel permanezca seca por mucho que se sude. Y utilizar la tercera capa, en caso de que las condiciones cambien.

En definitiva, para practicar deportes en entornos fríos uno debe estar bien equipado, bien vestido, bien entrenado y bien preparado. Y dispuesto a abortar una jornada de deporte outdoor ante síntomas de congelación e hipotermia, por pequeñas que sean. Ya sabe la máxima: “Más vale estar en tierra deseando estar en el mar, que estar en el mar deseando estar en tierra”. Cambie “cabaña con chimenea” por “tierra” y “mar” por “montaña”, y le vale el dicho para todo.

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