El menor de 13 años fue apodado como ‘El niño que atrapa chapulines’ por su capacidad de capturar estos insectos.
Por Diana Manzo
Gael un niño de 13 años combina sus estudios de sexto grado de primaria con actividades como cuidar borregos, cortar ajonjolí y regar sus plantas en la comunidad de Rincón Moreno, Oaxaca.
El menor no cuenta con luz ni internet en su casa para sus clases a distancia.
Su profesor le entregó cuadernillos de tareas como método de clases a distancia, pero se le dificulta, pues sus padres no saben leer ni escribir, además son de bajos recursos económicos por lo que tienen que trabajar en el campo para poder obtener ingresos mínimos de 200 pesos diarios.
Un tío de Gael le obsequió una tableta electrónica pero al no contar con luz, la tiene guardada y espera algún día usarla, mientras tanto hace del campo su principal forma de vida.
El mundo de Gael es el campo, le gusta porque lo aprendió de su papá, y aunque su mamá le dice que le eche ganas a la escuela, él prefiere capturar chapulines e incluso dentro de su comunidad lo conocen como “El niño que atrapa chapulines”, porque es el único que lo hace.
A Gael le gusta la escuela pero de forma presencial porque se le dificultan las matemáticas y la comprensión lectora, entonces considera que teniendo el contacto con el maestro, aprende mejor, por lo que mientras pasa la pandemia, el campo es su principal motivación de aprendizaje.
“El campo me tranquiliza mucho, el silencio me ayuda a disfrutar de los animales, disfruto andar por las veredas, encuentro nuevas cosas, he aprendido a querer la milpa, las siembras de ajonjolí, a valorar a los animales; todo eso me gusta mucho”.
La condición económica del adolescente y su familia es de extrema pobreza; su hermana mayor estudia la preparatoria y con el recurso que recibe de su beca educativa, pagó la inscripción y compró útiles escolares.
Pero Gael ni su mamá reciben un solo tipo de apoyo público, por lo que en ocasiones, los chapulines que caza con su red es el alimento del día más unas cuantas tortillas que elabora en su horno de comixcal.
El sueño de este joven es pertenecer a la milicia, a lo cual su mamá responde que Gael ama todo lo que tenga que ver con el campo y espera que algún día pueda “ser alguien en la vida”, porque, expresó, que “el campo es bonito pero es duro vivir”.
Gael y su familia solo esperan contar con luz eléctrica algún día, porque la condición económica se lo impide, no tienen para los cables ni para la instalación eléctrica y mientras eso sucede, el campo es la vida que ellos disfrutan todos los días.
“El campo es nuestra vida, de aquí obtenemos para comer, Gael aprendió a querer los cultivos porque lo aprendió de nosotros, y creemos que así se formará como un gran ser humano, amando la naturaleza en medio de una pandemia”, concluye su madre.