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Gerardo Herrera y Jesús Ramírez-Bermúdez participan en curso sobre ciencia e imaginación

¿De qué manera el cerebro y la ciencia inciden en nuestra creatividad y proceso cognitivo? Alejandra Ortiz Medrano, Gerardo Herrera Corral y Jesús Ramírez-Bermúdez se encargarán de dilucidar esta y otras preguntas en el curso Ciencia e Imaginación que organiza Educación Imaginativa México y que se realizará de manera virtual del 29 de octubre al 26 de noviembre

Con el respaldo del Center For Imagination in Research, Culture and Education (CIRCE), el organismo encabezado por Adriana Grimaldo Ramos difunde en México la teoría del pedagogo canadiense Kieran Egan, quien propone que la imaginación se puede educar a través de las fases somática, mítica, romántica, filosófica e irónica.

A fin de profundizar la institución convocó a tres especialistas para que vinculen su trabajo con el proceso imaginativo.

Quien tiene imaginación, tiene alas en los pies

Gerardo Herrera Corral, físico y autor de títulos como El azaroso arte del engaño o Universo: La historia más grande jamás contada, destaca que gracias a la imaginación se han comprendido las relaciones más poderosas entre los objetos de estudio de la ciencia, “esas que nos permiten hacer tecnología, por un lado y que nos ha dado una visión del mundo por otro”. 

 Convencido de que no puede haber ciencia sin imaginación, integrante del equipo que trabaja en el experimento ALICE del Gran Colisionador de Hadrones en el Centro Europeo de Investigaciones Nucleares (CERN) con sede en Ginebra, Suiza, precisa que a través del proyecto buscan saber cómo era el universo temprano y recrear en el laboratorio las condiciones que existían unos microsegundos después del Big Bang.

 “Nos habíamos “imaginado” al universo en esa época como un gas caliente, con una temperatura de miles de millones de grados Celsius. Pensamos que el gas caliente que se genera en el violento choque se distribuiría de manera uniforme en los dispositivos que hemos colocado para medirla, pero hemos visto que no es así. Hemos observado que la distribución tiene un patrón distinto que nos hace pensar en un líquido y no en un gas. El cuadro que estamos creando a partir de las observaciones en el Gran Colisionador de Hadrones parece ser la relación “dual” entre dos universos: el que percibimos y el de otro que proyecta como una sombra todo lo que vemos. La imaginación nos esta ayudando a construir ese paisaje oculto estableciendo una relación a partir de lo que podemos ver con nuestros detectores. De manera que mi trabajo es imaginar”, concluye.

El físico mexicano concluye que el conocimiento que surge de la actividad científica no es la imaginación desbocada sino el trabajo intenso, enfocado, metódico y a detalle.  “La actividad científica es la búsqueda de las ideas que describen fenómenos y revelan su esencia. Por eso el conocimiento científico es el resultado de la imaginación comprometida con las observaciones. No es la creación libre que podemos ver en las artes sino la investigación concreta, acotada por los hechos. Ese carácter de la imaginación en la ciencia lo resume el francés Joseph Joubert que es recordado por lo atinado de sus aforismos: “El que tiene imaginación sin instrucción tiene alas sin pies”.

La dimensión cerebral

El neurólogo Jesús Ramírez-Bermúdez retoma a Jean Piaget para referirse a los procesos de la imaginación. “Él hablaba de procesos de imaginación creadora y reproductora”. Detalla que en esta última nuestro cerebro mantiene disponible en la memoria de trabajo una imagen que puede ser típicamente visual, pero también auditiva, para después reproducirla por medio de una acción motora, “este proceso depende de una transferencia de un área del cerebro hacia otra, es uno de los sistemas más involucrados con la conciencia”.

Respecto a la imaginación creativa, el autor de Un diccionario sin palabras y Depresión: La noche más oscura reconoce que es más difícil de estudiar desde el punto de vista de las neurociencias dado que involucra tareas creativas que no se pueden estandarizar fácilmente. No obstante, se pueden hacer experimentos de imágenes creadoras ya sean visuales, tramas narrativas o sonoras. “En todos los casos se involucran redes cerebrales que al parecer involucran procesos de memoria autobiográfica que se combina con el medio externo. La combinación de dos fuentes de información diferentes confieren a este proceso una enorme flexibilidad cognitiva de modo que los individuos pueden jugar con las posibilidades, de hecho los componentes lúdicos y emocionales son muy importantes en todo ello”.

Para Ramírez-Bermúdez las neurociencias ayudan a ver los beneficios de la actividad creativa sobre todo a partir de la imaginación para profundizar en los terrenos cognitivos, emocionales o de salud mental. “Las neurociencias al dar información científica verificable, confiable y válida pueden formar una alianza con los procesos artísticos y otras formas de estimulación de la imaginación creativa”.

 Adelante que durante su participación en el curso hablará de investigaciones que muestras mediante imágenes cerebrales que los procesos creativos armonizan redes cerebrales que están en una situación de oposición en muchas actividades de la vida cotidiana que pueden llevar a problemas de salud mental como la depresión, ansiedad o estados de psicosis. “Mediante la creatividad estas redes se acoplan y armonizan, y por tanto impactan en la salud mental, en este sentido la actividad creativa y cultural puede ser una herramienta muy valiosa”.

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