Hay muy pocas cosas en la vida, o ninguna, que puedan superar el clímax y la felicidad tras ganar una Champions League para un entrenador de fútbol. Una de ellas por descontado que es el nacimiento de un hijo, y si es el primero o la primera, más todavía. Pues a Jonatan Giráldez, entrenador del FC Barcelona femenino, se le han juntado las dos en ocho días. Si hace poco más de una semana su pareja Olaia daba luz a su primer bebé, este sábado levantó por primera vez como técnico culé la máxima competición continental. De Champions ya tenía una como asistente en Göteborg, lo de la paternidad ha sido algo totalmente nuevo. “Es una de las semanas más importantes y felices de mi vida”, así describía lo vivido el gallego todavía eufórico y feliz por haber conseguido su mayor éxito profesional y el mejor momento personal en muy pocos días.
Giráldez es un tipo tranquilo, discreto, muy trabajador, obsesivamente trabajador, y que en la final de Eindhoven demostró dos cosas que hasta ahora se le presuponían pero no había necesitado exteriorizar. Que tenía carácter y mala leche, tras despojarse del chándal y estamparlo contra la silla del banquillo viendo como sus jugadoras no ejecutaban el guion según lo hablado y entrenado, y que tenía personalidad y sentir de equipo al no temblarle el pulso a la hora de dejar a Alexia, dos veces Balón de Oro, en el banquillo para hacerla entrar de forma testimonial en los últimos minutos del partido, ya con el tiempo cumplido.
El camino ha sido largo, muy largo, desde que dejó su Galicia natal con Olaia para seguir con sus vidas en Catalunya, tierra que los coinciden que les ha acogido de forma inmejorable y en la que se sienten totalmente integrados y donde están echando unas raíces que serán difíciles de trasladar.
El éxito del técnico azulgrana coincide con la consolidación de un proyecto que vio tambalearse sus cimientos hace un par de años con el abrupto adiós del predecesor de Giráldez, Lluís Cortés. Markel Zubizarreta, que conocía bien al gallego, apostó personalmente por darle las riendas de este ambicioso proyecto y ahora, con la segunda Champions, se confirma que esta decisión de Markel, una más, también ha sido la acertada.
Jona, así le llaman jugadoras y ‘staff’ acaba contrato la próxima temporada pero resultaría complicado de entender que vayan pasando los meses sin una firma en negro sobre blanco que prolongue la vinculación de este trabajador incansable con el club azulgrana después de volverlo a llevar a lo más alto.
Y ahora, con la temporada acabada y los objetivos cumplidos, toca centrarse en el partido más importante de su vida y que apenas vive los primeros minutos de juego, el de la paternidad.