Gloria Steinem: “Hoy es tan importante atender a la división por género como a la pobreza”

Gloria Steinem en Park City, Utah, en enero de 2020.
Gloria Steinem en Park City, Utah, en enero de 2020.Phillip Faraone / Getty Images for New York Magazi

No estaba en la carretera cuando recibió la noticia, pero podría haberlo estado. A sus 87 años, Gloria Steinem (Toledo, Ohio), la icónica feminista, Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades, sigue viajando todo lo posible, convencida de que algo tira de ella hacia la carretera. No cree que sea la única. Dice que algo nos impele a viajar incluso como especie. “Creo que forma parte del espíritu nómada de la humanidad, de ese tiempo en el que las estaciones nos obligaban a movernos para sobrevivir, y en el que, por fortuna”, arremete, “no existía el nacionalismo”.

Está en Nueva York, ante un ordenador de la oficina que se ocupa de sus asuntos, la Gloria Steinem Office, más bulliciosa que de costumbre desde que se estrenara Mrs. America, la serie que recuerda el inicio de la lucha por la igualdad de derechos en Estados Unidos –y de paso, la segunda ola del feminismo – y que, como ya ha dicho, no le gustó “nada”; una obra de teatro autobiográfica y la película The Glorias. Viste de negro y sonríe todo el tiempo. Lo primero que dice al descolgar la videollamada es que “ha merecido la pena” vivir “casi 100 años” para recibir el Premio Princesa de Asturias.

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“No, en serio, es un honor increíble sumarme a una lista en la que están Nelson Mandela, Jane Goodall y Margaret Atwood. No sé de otro premio que tenga esta importancia para aquellos que hemos estado, en muchos sentidos, al margen del sistema. Es decir, para luchadores, cada uno a su manera, por algo propio, que a la vez se ha hecho universal”, dice. La mujer que fundó la imprescindible Ms., revista dedicada, en palabras de Florynce Kennedy, “a preparar la revolución, y no solo la cena”, cree que el periodismo hoy ha roto todas las fronteras pero ha retrocedido en “verosimilitud”.

Es decir, “la democratización de los medios ha supuesto un paso enorme, en el acceso a la creación y también a su recepción, ya no estamos limitados por las fuentes de información a las que podemos acceder, pero la forma en que no se está controlando lo que se publica está haciéndoles perder parte de su poder, y eso puede ser peligroso”, apunta. Y concluye: “Hoy es tan importante atender a la división por género como a la pobreza”. “Habría que garantizar el acceso a la tecnología, y la educación en la misma, porque hay partes del mundo en el que aún no tienen nada”, dice.

Sobre lo que queda por hacer en la lucha feminista, asegura: “La brecha salarial sigue ahí, y no es pequeña que digamos, y también está ahí el tema de los cuidados; mientras eso no se solucione, no habrá igualdad de oportunidades, niños y niñas tienen que sentir que de ellos se espera lo mismo y para eso deben crecer en un mundo en el que lo que ven es exactamente eso”. Insiste en que no tendremos un modelo de democracia válido hasta que eso no ocurra. ¿Algún consejo para el futuro de esa lucha? “No, confío plenamente en el criterio de las jóvenes, ellas sabrán exactamente lo que hay que hacer”, responde.

Su intención ha sido, desde el principio, la de compartir historias, como cuenta en el prólogo que antecede a Mi vida en la carretera (Alpha Decay), suerte de manifiesto sobre ese nomadismo en el que creció y que considera sinónimo de libertad, especialmente para la mujer. Durante mucho tiempo tuvo fobia a hablar en público, pero un día se dio cuenta de “la magia” que se produce cuando alguien cuenta algo ante un grupo de desconocidos, y ya no dejó de hacerlo. Su historia nunca era su historia, sino todas las historias que había oído por el camino.

“Uno de los caminos más sencillos hacia el cambio profundo consiste en que los menos poderosos hablen tanto como escuchan y los más poderosos escuchen tanto como hablan”, sentencia. Ella le dedica el premio, su Princesa de Asturias, “a cualquier niña que esté naciendo en estos momentos en un país donde no hay aún un acceso igualitario a la educación, o a la salud, y en el que nadie va a animarla a ser lo que ella no tiene forma de saber que querrá ser. Esa niña es algo único, un milagro, como lo es cualquier ser humano de este planeta. Se lo dedico a ella, y a su futuro”.

Gloria Steinem, Freada Klein y Karen Savigne, fotografiadas en las oficinas de la revista Ms. en 1977.
Gloria Steinem, Freada Klein y Karen Savigne, fotografiadas en las oficinas de la revista Ms. en 1977.Getty

Y antes de colgar –su tiempo es limitado, dice– asegura que si algo le da esperanza del mundo de hoy es lo que la pandemia ha hecho con nosotros. “Se ha producido una especie de globalización mental. Es decir, durante los peores momentos de la pandemia, se han derribado todas las barreras. Hemos dejado de pensar en diferencias de género, de raza y de clase para pensar únicamente en nuestra supervivencia como especie. Creo que vamos hacia un futuro en el que seremos vistos y concebiremos a los demás como algo valioso en sí mismo. Cada uno de nosotros”, dice.

Explica también que el sentido del humor es fundamental para liderar cualquier tipo de movimiento. Que a ella le ha funcionado. ¿Por qué? “Si lo piensas”, dice, “la risa es la única emoción humana por completo libre. Nadie puede coaccionar una risa. Te pueden forzar a sentir miedo e incluso la necesidad puede obligarte a amar a alguien. Pero nadie puede hacerte reír si no quieres. La risa es una expresión de libertad. Es una buena manera también de descubrir hasta qué punto eres libre”.


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