Ícono del sitio La Neta Neta

Gonzalo Suárez: “El arte y la cultura han sobrevivido a guerras y hecatombes. El coronavirus no cambiará la sonrisa de la Gioconda”

No se charla con Abel Ferrara (Nueva York, 1951) para obtener una entrevista pulcra y ordenada, del mismo modo que no se va a ver una de sus películas para ver una historia convencional. Su cine es a menudo caótico, casi siempre extremo y nunca complaciente. Quizá se pueda acusar de irregular a la veintena larga de películas que componen su filmografía, pero el conjunto lo convierte en uno de los directores americanos en activo más personales. Además, lo mínimo que puede esperarse de alguien que se ha pasado décadas viviendo bajo la influencia declarada del alcohol y las drogas duras es cierta irregularidad.

Este viernes estrena en nuestros cines Tommaso, película que protagoniza Willlem Dafoe en la piel de un director de cine norteamericano que vive en Roma y está rehabilitándose de sus antiguas adicciones. Debido a su apuesta por la autoficción, se la ha comparado con 8 ½ de Fellini o incluso con la almodovariana Dolor y Gloria, producida también el año pasado. Solo que aquí el protagonista, en lugar de abrazar la adicción a la heroína, huye de ella, como de otros fantasmas que le acechan. El Tommaso de ficción es un trasunto del Abel real, hasta el punto de que está preparando una película protagonizada por un personaje llamado Clint, precisamente como en Siberia, la siguiente película dirigida por Ferrara, que pudo verse en el último festival de Berlín, y que también cuenta con la presencia de Dafoe (en su sexta colaboración).

“Esas películas eran parte del modo en la que yo vivía, y el modo en que vivía era estar bajo la influencia del alcohol y las drogas duras. Así que no puede separarse una cosa de la otra. ¿Si quisiera haber estado sobrio antes? Fuck, yeah! Pero no puedo cambiar el pasado, ni vivir con remordimiento”

Actualmente reside en Roma, desde donde responde a la entrevista que mantenemos por vía digital. En lugar de hablar de sí mismo o de su cine, lo primero que hace es preguntarme por la situación en la España pandémica. Y en concreto en San Sebastián, donde estos días se celebra un festival de cine donde él ha estado presente en varias ocasiones, una de ellas incluso con un ciclo-homenaje. Casualmente, Dafoe es el protagonista del cartel de esta edición. Por desgracia no puedo contarle gran cosa al respecto, salvo que Zinemaldia se desarrolla con relativa normalidad.

¿Y por Roma, todo bien? Sí. En apariencia las cosas están bien, la gente ha regresado. Van a clase, a misa, hay mucha gente en las calles ahora mismo, así que veremos qué pasa en dos o tres semanas. ¿Tienes amigos que hayan enfermado?

Alguno. ¿Y usted? Sí, mucha gente ha muerto, en los Estados Unidos. Pero fue al inicio, antes de que entendiéramos esto.

Hablemos de Tommaso. Es una película sobre un director de cine que atraviesa una crisis personal, argumento que han utilizado entre otros Fellini, Godard o, más recientemente, Almodóvar. ¿Por qué sigue interesando tanto a los directores este dispositivo? Uno hace películas sobre las cosas que conoce, y supongo que te conoces a ti mismo mejor que cualquier otra cosa. Dicen que, si quieres cambiar el mundo, te mires en el espejo y empieces con lo que ahí ves. Así que me digo que si quiero filmar el mundo también debo empezar con la persona del espejo.

Abel Ferrara con el actor Willem Dafoe, que da vida a una especie de trasunto suyo en ‘Tommaso’.

¿No teme que lo consideren narcisista? ¿Por qué?

Por hablar de forma tan directa y literal de sí mismo. En sus términos, por filmar lo que ve en el espejo. Pues a mí me parece lo opuesto al narcisismo. Cuando haces una película sobre todo te expresas para los demás, y realmente el tema no importa, y eso es lo contrario al narcisismo.

Incluso ha contratado a su pareja, Cristina Chiriac, y a su hija Anna Ferrara, para los papeles de la pareja e hija del protagonista, lo que refuerza la naturaleza de autoficción de la película. Cristina es actriz. En cuanto a Anna, para qué iba a coger a otra niña que hiciera de mi hija. Sería estúpido, no tendría sentido. Porque el punto de partida de la película son cosas que resultan muy familiares, aunque después lo llevo hacia áreas que no resultan tan familiares.

Sí, de hecho esa alternancia me recordó a las últimas películas de Buñuel. También está el tema de los celos paranoicos, que podría remitir a otra obra buñueliana, Él. Sí, definitivamente es una dirección en la que va la película, donde los sueños y la realidad se sitúan en el mismo plano.

“Tengo tres hijas, ¿sabes? Amo a mi madre, vivo con una mujer, siempre lo he hecho. Ni siquiera sé muy bien lo que es ser feminista. Las apoyo. Punto”

En ese sentido, las mujeres que el protagonista encuentra resultan algo irreales, parecen fantasías salidas de su imaginación. Sí, porque algunas cosas son fantasías que tiene sobre gente que conoce, y otras son realidad. Básicamente, el tipo engaña a su mujer…

Pero también ve a su mujer engañándole a él, y quizá esa sea una fantasía suya para justificarse. Podría haberla visto de verdad o ser una fantasía, sí.

A lo que iba es a que muchas de sus películas anteriores tratan sobre violencia contra las mujeres. Incluso Ms. 45 (1981) ha sido considerada una especie de rape revenge movie feminista. Soy budista, y para el budismo la sabiduría está en lo femenino. Todo el amor por lo femenino es positivo. Y la violencia contra las mujeres ocurre en un entorno donde el poder se usa para la acumulación de riqueza y como medio para ello se emplea la fuerza bruta. Eso es lo triste.

¿Diría que es feminista, entonces? Tengo tres hijas, ¿sabes? Amo a mi madre, vivo con una mujer, siempre lo he hecho. Ni siquiera sé muy bien lo que es ser feminista. Las apoyo. Punto.

Como dice, usted se convirtió al budismo, pero suele utilizar la imaginería religiosa cristiana. Empezando por las monjas de Ms. 45 o Teniente corrupto o su película sobre María Magdalena y acabando en el Cristo crucificado que muestra en Tommaso. ¿Le interesa esto porque es un referente cultural para usted, por las implicaciones emocionales que tiene, o como elemento narrativo? Creo que por todas esas razones. Tommaso es o puede ser un actor además de un director, y en esa escena de la que hablas quizá imagina una película en la que ha participado, o la película que va a hacer. Piensa en la cruz, en los últimos días de Cristo. Son las ensoñaciones de una persona creativa.

El director Abel Ferrara con parte del equipo artístico y técnico durante el rodaje de ‘Tomasso’.

Eso Tommaso. ¿Y usted? ¿Qué es para usted la cruz? El sacrificio.

¿Así que se identifica con Jesucristo por el martirio? Pienso en Jesús como un hombre, no como un modelo o un mártir. Como un revolucionario. Conecto con él como budista. Conecto de muchas formas.

Tommaso está en rehabilitación, como ha sido su caso. Dirigir supone un enorme esfuerzo en términos físicos y creativos, así que resulta sorprendente saber que usted consumió drogas duras durante muchos años mientras hacía cine. ¿Serían mejores sus películas sin las drogas? Quizá ni las habría hecho. Esas películas eran parte del modo en el que yo vivía, y el modo en que vivía era estar bajo la influencia del alcohol y las drogas duras. Así que no puede separarse una cosa de la otra. ¿Si quisiera haber estado sobrio antes? Fuck, yeah! Pero no puedo cambiar el pasado, ni vivir con remordimiento.

“Nueva York estaba preciosa justo después de esa tragedia [el 11-S], sacó lo mejor de sí misma y era estupendo estar allí en aquel momento. Te hacía tener sentimientos muy fuertes hacia tu ciudad. Pero después de eso empezó un jodido acaparamiento de tierras, la especulación inmobiliaria, ya sabes lo que digo”

¿Cuánto tiempo lleva sobrio, por cierto? Ocho años.

Su cine ahora es mucho más suave que en sus inicios. De hecho su primer largo era directamente un porno, y el segundo una película sobre un asesino en serie que protagonizó usted mismo. ¿Era también un reflejo de su vida ese cine de sexo y violencia extremos? Más que de mi vida, era un reflejo de la situación comercial y la realidad económica que entonces vivíamos. Era la única forma de que gente como nosotros, que nacimos fuera del sistema, pudiéramos abrirnos ventanas, ya que no se nos abrían las puertas.

Mucho más tarde dirigió The Funeral (1996), una película de mafiosos muy atípica. La escribió Nick St. John, basándose en gran parte en las historias de esas familias mafiosas que había escuchado al crecer como italoamericano en una ciudad pequeña. Así que esa película viene de un escritor brillante.

Al contrario de lo que suele pasar en ese género, no se trata a los mafiosos ni de forma romántica, ni con glamour o simpatía. Mira, yo también hice una película llamada Napoli Napoli Napoli (2009). Allí entrevistábamos a mujeres en prisión. Y una nos decía: “Algunos chicos nacen listos, otros nacen menos listos. Mis hermanos nacieron mafiosos”.

Hoy es uno de los pocos directores americanos que no parecen seducidos por las plataformas digitales de televisión. ¿Son por su conservadurismo una amenaza para el cine, como muchos sostienen? No sé si una amenaza, pero sí hay un elemento conservador. Si haces una película como un contenido por motivos económicos, eso es un giro de 180 grados respecto a lo que es el cine.

¿Y qué es el cine en su opinión? Es expresión pura, libertad. La pureza de la expresión que conecta a la gente. Cuando se hace una película sin un objetivo como hacer dinero sino simplemente para expresarse hacia otra persona, sin manipularla.

Usted decidió abandonar Nueva York para vivir en Roma poco después de los ataques del 11-S. De hecho, Nueva York estaba preciosa justo después de esa tragedia, sacó lo mejor de sí misma y era estupendo estar allí en aquel momento. Te hacía tener sentimientos muy fuertes hacia tu ciudad. Pero después de eso empezó un jodido acaparamiento de tierras, la especulación inmobiliaria, ya sabes lo que digo. Tiene gracia que se cite la política de las ventanas rotas en Nueva York [teoría según la cual se debe perseguir y penar fuertemente pequeñas infracciones como la rotura de ventanas y reparar estas rápidamente con el fin de prevenir crímenes más graves]. Allí rompes una ventana y vas a la cárcel, robas un millón de dólares y te dan una jodida medalla. No aguanto eso. Sobre todo si pasa en el lugar del que provengo.

¿Es su vida mejor en Roma? Roma es guay, tío. No hay presión económica, es fácil sobrevivir, la gente es amable. La ciudad es bellísima. Roma es cultural, tiene 3.000 años de apreciación de lo que de verdad es el arte. Aquí si ves un edificio no es solo un producto, un negocio inmobiliario. Un edificio encarna la historia de una civilización.

Quizá por eso homenajeó a Pier Paolo Pasolini en aquella película que hizo sobre sus últimos días, también protagonizada por Willem Dafoe. Viéndola pensé si no sería más un retrato de usted que del propio Pasolini. ¿Se identifica con él? Sí, completamente. Al hacer la película pudimos sumergirnos en todo. En la gente que conoció, los lugares donde vivió, las ropas que vestía, todo lo que le sucedió. Hasta el tenedor y el cuchillo que usó para tomar su última comida, la máquina de escribir con la que escribía, su cuaderno de notas donde estaban sus planes para los siguientes días. Y vimos que era alguien que estaba tan vivo y que era tan brillante. Su muerte fue una tragedia.

En una entrevista para Rolling Stone decía que, contrariamente a lo que se cree, Teniente corrupto no trata sobre la redención. Que es la potencia de la interpretación de Harvey Keitel lo que hace que veamos eso. En esas palabras sí que encuentro una curiosa falta de narcisismo. La cámara enfoca al actor. Y el poder surge de tener el actor adecuado ante la cámara y estar rodeado de la gente adecuada. En esa película no teníamos un propósito final como hablar de la redención, solo intentábamos optimizar lo que teníamos. Teniente corrupto no trata de la redención, o trata de un montón de cosas. Pero al final trata de Harvey.

¿Entonces Tommaso trata de Willem Dafoe? Trata de su personaje. Para hacer una película necesitas a toda esa gente, porque es una labor de equipo: desde los escritores hasta los jodidos cámaras, los jodidos productores, todos. Pero la cámara no los enfoca a ellos, enfoca a los actores. Así que más vale que estés a la altura. Y creas a otro, que es el teniente corrupto, o que aquí es Tommaso. Cuando veo esa película no me veo a mí mismo en absoluto, ni veo a Willem Dafoe en absoluto. Tampoco cuando veo Pasolini veo a Willem. Ese es el don de Willem. No es él quien está ahí, es Tommaso. Para eso hago películas, no para hablar de Willem o de mí y de mis problemas, sino de Tommaso. Trato de hacer lo correcto, aunque Tommaso no lo haga.

¿Entonces cuando hace películas trata de hacer lo correcto? Hacer películas es lo correcto, ¿sabes? Siempre que las hagas del modo correcto.

Puedes seguir ICON en Facebook, Twitter, Instagram,o suscribirte aquí a la Newsletter.




Source link

Salir de la versión móvil