Guerra entre mejilloneros y percebeiros por los acantilados de Galicia


La extracción de la mejilla o semilla del mejillón que nace en las rocas, el hábitat donde también se reproduce el percebe, ha desatado en Galicia una batalla por el control de estos acantilados, que históricamente ha sido un soporte económico exclusivo de los mejilloneros. El detonante del conflicto fue un decreto de 2019 de la Consejería del Mar de la Xunta que marca zonas de exclusión para proteger el percebe, buscando el equilibro entre la supervivencia de esta especie y la extracción de mejilla. El cambio ha puesto en pie de guerra a los mejilloneros. Un grupo de productores llegó a acorralar y zarandear en un acto oficial a la consejera del Mar, Rosa Quintana, al grito de “traidora”. “Nos han colgado la etiqueta de violentos, pero no lo somos”, defiende Ricardo Herbón, presidente de la organización de mejilloneros Opmega.

La nueva normativa, que contempla cambios en la conservación y explotación de todos los recursos marisqueros, fue recurrida por las cinco principales asociaciones de mejilloneros en los tribunales. Sin embargo, el recurso fue desestimado por el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) el pasado año, lo que tumbó las pretensiones de reconducir los planes de la Xunta. Para el sector mejillonero, el decreto acaba con lo que ellos mismos definen como “un monopolio”, y son críticos con que los percebeiros, bajo convenios con las cofradías, puedan también comercializar la semilla que luego se desarrolla en las cuerdas de las bateas durante un año como mínimo. En cambio, para el alto tribunal la norma “establece una cautela dirigida a proteger los recursos marisqueros, en particular el percebe, haciendo frente a la coexistencia de dos recursos en el mismo espacio físico”.

El malestar en el potente sector mejillonero ha ido en aumento mientras espera respuestas de la Consejería del Mar, como la apertura de nuevas zonas de extracción. La impaciencia de los productores ha elevado la tensión en las reuniones que están manteniendo con la consejera del Mar después del violento incidente del pasado 4 de febrero. Ese día un grupo de mejilloneros persiguió a Quintana, acusándola de “traidora”, a la salida de una reunión en el Instituto Tecnológico para el Control del Medio Marino en Vilagarcía de Arousa (Pontevedra). Los manifestantes bloquearon el acceso a los coches oficiales de Quintana y su equipo, que tuvieron que retroceder y refugiarse en el edificio hasta que intervino la policía.

Una muestra de percebes. ÓSCAR CORRAL

Un mes después, el sector bloqueó el casco histórico de Santiago para protestar por las restricciones. Unos 3.500 bateeiros, según la Policía Local, cifra que los organizadores elevaron a 15.000, exigieron la ampliación de zonas de extracción de mejilla. En este escenario, la voluntad de diálogo de Quintana, doctora en biología con una tesis sobre el mejillón y uno de los miembros más veteranos y valorados del Ejecutivo de Alberto Núñez Feijóo, es compartida con las federaciones de cofradías.

“No pueden culparme de arrebatarles un recurso porque se trata de un espacio de dominio público y hay que explotarlo como demanda la Unión Europea, pero es lógico que cueste adaptarse a cambiar la forma de trabajar que viene desde 1947”, responde la consejera, Rosa Quintana. “Mostrar su desacuerdo es normal y mi respuesta siempre es el diálogo con el máximo respeto a los dos sectores porque somos un ejemplo de gestión en Europa y también lo queremos ser en el respeto medioambiental”, añade.

Quintana ha convocado a los representantes de los bateeiros para alcanzar acuerdos como prorrogar la extracción de mejilla o incluso mantenerla abierta todo el año. Sobre la mesa está una nueva normativa de consenso que actualice la orden que regula la extracción de mejilla desde 2000, pero las reuniones a tres bandas no han puesto fin al conflicto y en alguna ocasión los representantes del sector mejillonero han abandonado los encuentros incluso antes de que la Administración expusiese sus propuestas.

“La indignación ha crecido porque no vemos que las promesas de abrir zonas de extracción se cumplan y el tiempo de recogida de esta campaña se acaba”, admite Herbón desde la organización de mejilloneros Opmega. “Nos han colgado la etiqueta de violentos, pero no lo somos, solo defendemos la campaña porque las familias y las empresas tenemos que vivir. La solución definitiva no la vemos clara porque faltan estudios científicos que avalen el decreto de la Xunta que nos parece una exageración”, defiende.

La consellería también se ha comprometido a abordar un estudio que revise, una vez más, la producción de mejilla en la costa galega para buscar alternativas con la posible creación de instalaciones para criaderos o hatcheries. A pesar de las polémicas restricciones, la extracción de la mejilla está en línea ascendente y se ha triplicado en los últimos años. De las 750 toneladas en la campaña 2017-2018, pasó a las 2.300 en el período 2020-2021. Además, el sector mejillonero ha sufrido una menor incidencia de biotoxinas. “El diálogo está muy bien, pero hay que dar un golpe en la mesa para que sea productivo, porque hay zonas donde la mejilla no es válida para el engorde. El problema puede prolongarse en el tiempo”, puntualiza Herbón.

El sector percebeiro reclama a los mejilloneros que cedan ante lo que es “justo”. “El objetivo ha de ser preservar el percebe, porque el que se cae de la roca al coger la mejilla no se puede pegar con Loctite [un potente pegamento], se pierde”, advierte José Rosas, presidente de la Federación de Cofradías de Pontevedra. “Nosotros somos tan importantes y numerosos como ellos, pero los mejilloneros tienen alternativas de producción mientras nosotros no y hay rocas que quedan peladas como una carretera”. Rosas pide no entrar en una “vorágine de confrontación” sin dejar otra salida que los tribunales. “Somos compañeros, pero ya no podemos ceder más, hay que hablar con respeto, sin saltar las vallas”, demanda.

Tercer productor mundial de mejillón

España es el tercer productor mundial de mejillón, después de China y Chile. La producción gallega representa el 97% del molusco nacional, con más de 4.000 empleos directos, según Ocupesca, y 3.500 bateas que se concentran en A Coruña, Vigo y Vilagarcía de Arousa. La cifra de artefactos se mantiene estable desde que se implantó el régimen de concesión en los años noventa, otorgadas hasta un máximo de 50 años y prorrogables cada 10.

La actividad del sector mejillonero en 2021 estuvo marcada por una fuerte recuperación tras el impacto de la pandemia. El precio medio por kilogramo de bivalvo alcanzó los 0,55 euros, la cotización más alta de la serie histórica que se ha reflejado en la facturación al alcanzar los 139 millones, rozando así las cifras de 2004 cuando se registró la mayor producción. “Los resultados son buenos pero tenemos que mantenerlos porque si decaen es la debacle”, subraya Ricardo Herbón. “Tenemos un problema muy serio que hay que resolverlo, y decir que la facturación va bien es enviar un mensaje erróneo”, añade.

El sector de las bateas es el principal beneficiario de las ayudas destinadas a la acuicultura, que se cifra en torno al 80% de estos fondos públicos, según fuentes de la Xunta. Sin embargo, el colectivo percebeiro, que da empleo a unos 1.000 mariscadores, solo recibe subvenciones a través de las cofradías a las que pertenecen.

Los datos de producción de percebe también mejoraron un 25% en 2021 respecto al año anterior, alcanzando las 254 toneladas y una facturación de 8,8 millones de euros, lo que supone un incremento de casi el 40% en el mismo período. Este resultado se debe a la buena cotización del crustáceo con un precio medio de casi 35 euros el kilo, datos que suponen el 2% de los ingresos totales de primera venta de pesca fresca en Galicia. La lonja de A Coruña es la que ostenta la primera posición, según fuentes de la Plataforma Tecnológica de Pesca.

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