Guía rápida para entender ‘otro’ día histórico de los conservadores británicos

Guía rápida para entender ‘otro’ día histórico de los conservadores británicos

El Partido Conservador del Reino Unido puede atravesar sus horas más bajas de los últimos años, pero ha proporcionado un entretenimiento impagable al resto del mundo. Finalizado el enésimo malabarismo de Boris Johnson para ocupar, una vez más, el centro de atención al que nunca renuncia, este lunes, a primera hora de la tarde, se sabrá si el país tiene un nuevo primer ministro ―el quinto en seis años― o si la competición se prolonga unos días más. Si habrá coronación o votación.

Las improvisadas reglas que elaboró el Comité 1922, la institución parlamentaria que agrupa a todos los diputados conservadores sin cartera en el Gobierno, han acelerado el proceso, para evitar una prolongada incertidumbre en un momento delicado de la economía nacional, con los mercados inquietos. El comité, y su presidente, Graham Brady, tienen encomendada por el partido la organización de las primarias para elegir un nuevo líder (y nuevo primer ministro, ya que los conservadores retienen la mayoría parlamentaria conquistada en 2019).

Brady anunció la semana pasada el siguiente calendario: este lunes, a las 14.00 (las 15.00 en horario peninsular español) sería el límite para que los candidatos presentaran los 100 avales necesarios de compañeros diputados, para poder competir. En la contienda del pasado verano ―la que acabó ganando Liz Truss―, el umbral era de 22 avales. Muchos han sospechado desde el inicio que la nueva cifra cumplía el doble propósito de reducir al máximo el número de aspirantes ―sobre todo de aventureros― y de complicar el temido regreso de Boris Johnson.

Con 357 diputados en el grupo parlamentario, solo un máximo de tres aspirantes podría haber salido adelante. De haber sido así, a las 16.30, horario peninsular español, los diputados conservadores habrían realizado una primera votación de descarte, para eliminar al tercero menos votado. A continuación, sin apenas pausa, votarían de nuevo entre los dos finalistas. En este caso, solo con un propósito orientativo, para que los afiliados conocieran las preferencias del grupo parlamentario. A partir de ese momento, se abrirían las urnas electrónicas, y las bases tories podrían votar a través de internet hasta el viernes, cuando se anunciaría el vencedor.

La ‘coronación’ del vencedor

Pero las nuevas reglas también dejaban claro que si solo un candidato superaba el umbral de los 100 avales, él o ella sería de inmediato el nuevo líder y primer ministro, sin que fuera necesario someter la decisión al voto de los afiliados. Todo sugiere que el exministro de Economía, que acumula ya al menos 176 apoyos (la mayoría del grupo parlamentario), lleva camino de ser coronado por sus compañeros, convirtiéndose así en el primer británico de origen indio y religión hindú que ocupa Downing Street. Un hecho que no puede pasar desapercibido, en un momento en que el país debate intensamente los pecados y virtudes de su pasado colonial.

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La tercera en contienda, Penny Mordaunt, terminó el fin de semana con menos de 30 avales. Algunos de sus partidarios, como los diputados Roger Gale o Andrea Leadsom, siguen trabajando con afán desde primera hora de este lunes para acumular apoyos, con la esperanza de que muchos de los presuntamente 102 diputados que apostaron por Johnson pudieran pasar a su bando. Mordaunt fue durante un breve plazo, en las pasadas primarias, la favorita de muchos conservadores. Su breve papel como líder de la Cámara de los Comunes, en las seis semanas que ha durado el mandato de Truss, le proporcionó una pantalla pública importante. Pero este no parece ser su momento. Los últimos apoyos relevantes de Johnson, como el actual ministro de Exteriores, James Cleverly, o la exministra del Interior Priti Patel, se están pasando al equipo de Sunak, y asumen que su elección es ya inevitable.

Hasta el último minuto, sin embargo, no se puede descartar nada. Hay voces relevantes en la formación que cuestionan la idea de que los diputados nombren un nuevo primer ministro sin pasar por los afiliados, y sugieren que el modo de evitarlo sería impulsar a Mordaunt en estas últimas horas, para forzar una votación de las bases. Otros, sin embargo, creen que los 160.000 afiliados con derecho a voto están dominados por el ala más radical del partido ―como ya se demostró este verano, con la elección de Truss―, y que los conservadores no se pueden permitir el lujo de volver a fallar en su elección, si pretenden evitar el adelanto electoral que reclama con insistencia la oposición.

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