Guillermo y Máxima regresan a los Países Bajos tras las críticas por sus vacaciones en Grecia en plena pandemia


El confinamiento parcial decretado este miércoles por el Gobierno de los Países Bajos para contener la pandemia ha coincidido con las vacaciones escolares de la festividad de Todos los Santos. Es una semana de asueto, y los reyes Guillermo y Máxima decidieron pasarla con su familia en Kranidi, en la península de Peloponeso, donde poseen una villa. Las críticas desatadas por el viaje han sido feroces, porque el propio Ejecutivo había pedido mesura a la población “y desplazarse lo menos posible”, así que la pareja real ha tenido que regresar a las pocas horas de aterrizar en suelo griego. “Cancelamos nuestra vacaciones. Hemos visto la reacción de la gente plasmada en la presa, y es intensa y nos afecta”, han señalado en una nota. Luego añaden que no quieren que haya dudas sobre “la necesidad de observar las medidas de seguridad para combatir la covid-19, y una polémica como la de estas vacaciones no tiene cabida aquí”.

La truncada aventura vacacional de los reyes ha repercutido en el Gabinete de centro derecha porque el primer ministro, Mark Rutte, estaba informado de los planes de los reyes, como procede en una monarquía constitucional. Sin embargo, el ministro de Sanidad, Hugo de Jonge, no lo sabía y fue sorprendido por las preguntas de los periodistas durante la rueda de prensa semanal del viernes. El Congreso, por su parte, ha mostrado su incomprensión ante una salida que resta credibilidad a los esfuerzos de las autoridades a la hora de aplicar las medidas contra la covid-19. En especial, la limitación de traslados innecesarios, que es una de las más conflictivas. “Viajen lo menos posible estos días”, había dicho De Jonge, para luego encontrarse con esta polémica. “No han dado un buen ejemplo a la ciudadanía y es muy difícil de explicar. Es más, no se comprende que Rutte no haya protegido al rey de esto”, ha afirmado la diputada socialdemócrata, Attje Kuiken, cuyo partido está en la oposición. Los liberales de izquierda, que forman parte del la coalición en el poder, han añadido que “es importante que el monarca tenga en cuenta que toda la población trata de luchar junta contra el coronavirus”.

Ambas críticas resultan muy duras para un rey como Guillermo, que desea mostrarse cercano y natural, pero ha chocado varias veces en los últimos años con la realidad a cuenta de sus vacaciones. La última fue este verano, también en Grecia, cuando no guardó la distancia de seguridad -tampoco lo hizo la reina Máxima, que le acompañaba- al fotografiarse con el dueño del restaurante donde habían comido. En 2009, los reyes vendieron la villa de vacaciones que se estaban construyendo en Mozambique. Era parte de un complejo de lujo en la provincia de Machangulu, pero la compra coincidió con la crisis financiera, y los sondeos de opinión mostraron entonces el malestar general hacia dicha elección: un lugar alejado al que había que sumar los gastos de seguridad y el desplazamiento. Hubo un debate parlamentario sobre el asunto y Guillermo y Máxima, entonces príncipes herederos, traspasaron la casa a la constructora Machangulo SA “por una cantidad simbólica”. En 2012, el matrimonio adquirió la villa griega, cuyo precio de venta era de 4,5 millones de euros. Desde allí ha optado por regresar.


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