“¿Hablamos de acuerdo?", preguntó Mañueco. “Hablamos de acuerdo”, contestó Page. “Hablamos de acuerdo”, cerró Ayuso


Real monasterio de Santa Ana, pasaje del Císter, 1, Ávila. Son las 19.35 del miércoles 28 de octubre de 2020.

—Entonces, ¿hablamos de acuerdo?

—Hablamos de acuerdo.

—Hablamos de acuerdo.

La pregunta la lanza Alfonso Fernández Mañueco, presidente de Castilla y León. Le contesta Emiliano García Page, su homólogo en Castilla-La Mancha. Cierra Isabel Díaz Ayuso, la presidenta de Madrid. Van a comparecer para anunciar la decisión que acababan de tomar sobre una mesa a la que se sientan los tres dirigentes y sus respectivos consejeros de Sanidad para intentar contener la expansión de la segunda ola de covid: el cierre perimetral de las tres autonomías hasta el 9 de noviembre. O eso creen. Media hora después, ambos presidentes se encuentran con que Ayuso se desmarca, en directo, del acuerdo conjunto.

¿Qué pasó durante la hora y 20 minutos que duró la reunión?

A la delegación de la Junta de Castilla y León en Ávila llegan sobre las 18.15 los tres presidentes, charlando ante varias cámaras de televisión y fotógrafos. Fueran se quedan unas decenas de vecinos curiosos, algunos periodistas y varios efectivos de policía. Antes de dar comienzo el encuentro, Ayuso se retrasa brevemente para hablar con su consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero, y Miguel Ángel Rodríguez, su jefe de Gabinete. Es breve, un par de minutos. A la habitación donde se reúnen solo pasan la presidenta y su consejero. Rodríguez se queda fuera.

Sobre una mesa de metacrilato blanca, seis micros y agua embotellada sin marca. Alrededor, seis sillas. Tres para los tres presidentes, y tres para los tres consejeros de Sanidad: Enrique Ruiz Escudero ,de Madrid, Verónica Casado, de Castilla y León, y Jesús Fernández, de Castilla-La Mancha. Los dirigentes a un flanco, los consejeros a otro. Nadie se quita la mascarilla. Ayuso despliega su colección de papeles, bolis y rotuladores fluorescentes. Arranca la reunión.

La inicia Mañueco, anfitrión. Toma la palabra, da la bienvenida y expone la situación de la región. Después lo hacen Page y por último Ayuso. Los consejeros hacen un repaso a la situación epidemiológica de sus autonomías y a la presión asistencial que sufren sus centros. Todos hablan de los datos, de cómo la primera ola los pilló a todos “en bragas” y de cómo no pueden volver a permitir que suceda, la población no lo entendería. También de que la descoordinación hace daño a la salud de los ciudadanos y a los propios políticos. Parecen coincidir en eso.

También parecen estar de acuerdo en las tres decisiones principales que hay que tomar: perimetrar, el toque de queda y el límite de personas en reuniones sociales, privadas y públicas. Acuerdan que el máximo para las reuniones quede en seis personas, que el horario del toque de queda sea establecido por cada región —en Madrid y Castilla-La Mancha es de 00.00 a 6.00 y en Castilla y León de 22.00 a 6.00— y entonces llegan al cierre de las autonomías.

La cosa se complica. Se abre el debate.

Verónica Casado, la consejera de Castilla y León, insiste en que está muy preocupada. “Todo me parece poco”, resume en un momento de su exposición. Cuenta que entre sus posibilidades si la pandemia avanza no es descartable limitar municipios, incluso volver al confinamiento domiciliario allí donde los datos presenten una alta transmisión del virus. Castilla y León da un paso adelante, es estricta: no va a jugar con la salud de sus 2,4 millones de habitantes. Jesús Fernández comparte el planteamiento: “Lo que hiciese falta”. Su autonomía tiene dos millones de vecinos.

Madrid discrepa. Tiene tres veces más población que Castilla-La Mancha y más del doble que Castilla y León: 6,6 millones de personas. Habla Ayuso:

—Nosotros lo queremos hacer por días.

Un breve momento de silencio. Todos saben que el real decreto publicado por el Gobierno para establecer el estado de alarma como herramienta jurídica que dé cobertura a las autonomías fija un periodo mínimo de siete días naturales para estas decisiones. Ella insiste en que sí. Nadie saca el móvil ni ningún otro dispositivo para consultar el documento del BOE. Saben que no. La reconstrucción del diálogo hecha por varios de los presentes deja claro el desconcierto entre todos los demás.

—Nosotros solo vamos a cerrar el puente. Mis técnicos me dicen que 14 días no sirve de nada, insiste Ayuso.

—Isabel, eso no se puede hacer. El decreto de alarma dice mínimo 7 días, le contesta Mañueco. Son miembros del mismo partido. Se conocen hace años. Pero ella sigue.

—Claro que se puede.

—No, isabel, no se puede, insiste el presidente de Castilla y León, firme.

Todos los demás asienten. Escudero, el consejero madrileño, calla.

—¿Ah, sí? Bueno, entonces pediré que nos dejen. Porque mis técnicos insisten en que 14 días no tiene sentido.

—Mira, presidenta, yo soy médico, no jurista. Pero el decreto de alarma dice claramente 7 días mínimo. Y no es un capricho ni una opinión. Es por criterio científico. Lo que está en discusión entre los profesionales es si es correcto 7 días mínimo o ir a 10, pero esto tiene detrás mucho estudio. Es por el comportamiento del virus, le contesta el consejero de Castilla-La Mancha.

—Presidenta, si cerramos todos también os estamos protegiendo a vosotros. Si un madrileño viene a Ávila a comerse un chuletón y se contagia aquí, se lleva el virus a Madrid. Esto es bueno para todos, remata la consejera de Castilla y León, que también es médico. Los consejeros la llaman “presidenta”, los líderes “Isabel”.

Todos arguyen los mismos criterios científicos y logísticos: la consideración del periodo de incubación, latencia y desarrollo del virus y la confusión que produciría en los ciudadanos una restricción “a días”. Todos se dan cuenta de que Ayuso se había sentado a esa mesa sin haberse leído el real decreto.

La discusión sigue y la presidenta no cede:

—Bueno, eso pone en el decreto pero yo no estoy de acuerdo. Además, yo tengo que pensar en la economía madrileña.

—Pero Isabel, ¿no será mejor para Madrid que la gente se quede en la comunidad como pasó en el puente del Pilar y aumente el consumo? Son los madrileños los que salen, no los demás los que van a Madrid. Y más si cerramos nosotros dos. ¿Dónde van a ir los madrileños si casi toda España está cerrando? le insiste García-Page, el presidente de Castilla-La Mancha.

Cuesta convencerla. Ella entiende que los puentes podían ser causa posible o segura de transmisión pero que el resto de días, no. Madrid repite que ellos han “sido forzados” por el Gobierno central y que pueden demostrar que todo el tiempo que han tenido activas sus medidas, los datos han mejorado [algo que no se refleja en los propios datos de la Comunidad]. Ayuso avisa de que va a pedir a Sánchez que deje a Madrid hacerlo “por días”.

Mañueco, Page y sus respectivos consejeros de Sanidad siguen exponiendo los criterios de sus técnicos para acordar un cierre de las tres regiones, limítrofes. Inciden en varias ocasiones en la mala situación epidemiológica que tienen todos, sin excepción, en “el peligro” que corren si no toman ya más medidas para frenar la expansión del virus.

En un momento del encuentro Escudero se ausenta para ir al baño. También lo hace Page. Pero nadie más se mueve de esa sala. Aunque todos tienen el teléfono a mano. La conversación parece encauzarse y empiezan a debatir si 14 días o hasta el día 9 de noviembre. Una conversación “estéril” porque mientras se produce la reunión la vigencia del estado de alarma es hasta ese próximo lunes. Este jueves se ha aprobado su prórroga durante seis meses más.

Después de una hora de reunión, Page y Mañueco presionan para tomar una decisión. Ambos bastante serios. La situación en esa mesa no da para otra cosa que no sea intentar transmitir la gravedad de lo que están tratando.

Acaban llegando al acuerdo: cierre hasta el lunes 9 de noviembre con las medidas de aforo y horario de restricción nocturna que ya han hablado. Si hay prórroga, seguirán hablando. Hay consenso.

—Entonces, ¿hablamos de acuerdo?

—Hablamos de acuerdo.

—Hablamos de acuerdo.

Los seis se levantan. Los consejeros de Sanidad a sentarse a la primera fila frente a los tres atriles que han montado sobre un pequeño escenario, en la capilla ya desacralizada de ese edificio que es monumento nacional desde 1982 y que desde entonces pertenece a la Junta castellanoleonesa. Los presidentes, juntos, a colocarse frente a sus micrófonos.

19.41. Capilla del real monasterio de Santa Ana.

Comienza la comparecencia y habla el popular Mañueco: “Los tres hemos estado unidos. Hemos dado un paso al frente. Apostamos por proteger la vida y la salud de las personas. Estamos en una situación de riesgo extremo. Los fallecimientos se van incrementando y la carga de nuestros sanitarios va subiendo. Tenemos que tomar medidas que sean drásticas y proporcionadas. Los tres damos un paso al frente en defensa de nuestro país”. Y anuncia el cierre perimetral de Castilla y León hasta el 9 de noviembre.

Siete minutos después arranca Page, del PSOE: “Creo que esto es un ejemplo de un funcionamiento cordial entre las autonomías. Hay un entendimiento pleno entre las tres. Hasta que no haya vacuna todo el mundo tiene que hacer bien las cosas. Esta humildad nos lleva a pecar, si pecamos en algo, en el exceso de medidas”. Ocho minutos de intervención tras los que da paso a Ayuso.

La presidenta olvida lo que acaba de cerrar hace escasos minutos. Olvida también la conciliación de los discursos de Page y Mañueco.

—Madrid ha sido tratada a veces como apestada y con madrileñofobia. Hemos sufrido de manera sectaria cómo nos han cerrado. Sin diálogo.

Y se salta el acuerdo.

—Le quiero pedir al Gobierno que nos escuche. En el puente de Todos los Santos suele haber seis millones [de desplazamientos] por todo el país, un millón de ellos son madrileños. Pero tener perimetrada la Comunidad de Madrid no significa nada. Quiero pedir al Gobierno que nos deje cerrar por días y no directamente por siete días.

Durante 14 minutos Ayuso se marca un pequeño mitin condensando el argumentario que repite a diario sobre “el secuestro” de Madrid por parte del Gobierno central y la efectividad de sus confinamientos selectivos, que no han recogido en ningún momento las estadísticas. En sus atriles, a Page y a Mañueco lo único que les oculta la estupefacción son las mascarillas. En la primera fila, Casado y Fernández tampoco terminan de entender lo que está pasando.

¿Le salió bien la jugada? No lo saben. Lo que sí hizo bien fue “decir sí, como a los tontos, dentro”, y luego hacer lo que le dio la gana. “Un buen chuleo”. Y una “tremenda irresponsabilidad”.

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