Hay veces en las que la realidad supera a la ficción, y esta es una de ellas. El protagonista de la historia es un joven de 33 años que ingresó de urgencia en un hospital de Pirstina, la capital de Kosovo, aquejado de dolores de estómago. Los médicos se quedaron de piedra cuando descubrieron que tenía un teléfono Nokia en su estómago después de tragárselo, aunque hasta ahora nadie ha conseguido averiguar por qué lo hizo.
El joven tuvo que ser intervenido de urgencia, y el equipo médico, dirigido por Skender Teljaku, consiguió extraer el teléfono Nokia de su estómago sin abrirlo. Lo hicieron utilizando endoscopios y el procedimiento duró alrededor de dos horas. Ahora se encuentra en buen estado de salud.
Los médicos extrajeron el dispositivo en tres partes y, tal y como ha explicado Skender Teljaku al diario local ‘Ekspress’, la parte más peligrosa era la batería ya que había riesgo de explosión. Además, podía liberar sustancias químicas en el aparato digestivo del joven, cuya vida corría peligro.
Aproximadamente el 80% de los objetos extraños que no se pueden comer y que se ingieren, generalmente por accidente, pasan por el cuerpo sin provocar síntomas ni complicaciones. Los artículos redondeados y pequeños son los más «inofensivos».
Sin embargo, la ingesta de objetos más grandes, como por ejemplo un teléfono móvil, o aquellos que son tóxicos o cortantes sí requieren de una intervención médica de forma urgente. Este tipo de artículos pueden provocar síntomas como: calambres abdominales, pérdida del apetito, fiebre, vómitos, presencia de sangre en las heces y distensión abdominal.
Objetos extraños en el cuerpo humano
A lo largo de la historia, muchos médicos han documentado objetos extraños hallados en el cuerpo de sus pacientes.
Por ejemplo, elruso Artyom Sidorkin fue al hospital con fuertes dolores en el pecho y tos con sangre. Cuando le hicieron una radiografía, descubrieron algo parecido a un tumor en su pulmón. Sin embargo, una vez le hicieron la biopsia se dieron cuenta de que no era un tumor, sino una rama de abeto.
Otro de los casos más sorprendentes tuvo lugar en 2007, cuando Jesse Courtnay fue al médico por el dolor que sentía y los zumbidos que oía. Los médicos hallaron varias arañas de su oído.
Magret Wegner vivió nada más y nada menos que 55 años con un lápiz incrustado en su cabeza. Se le cayó cuando era una niña y se introdujo a través de su piel, desapareciendo en su cabeza.
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