La vicepresidenta estadounidense y candidata demócrata a la Casa Blanca, Kamala Harris, y el exmandatario republicano Donald Trump (2017-2021) llegan este martes 5 de noviembre a las urnas no solo con dos visiones opuestas para el país, sino con dos personalidades antagónicas que polarizan Estados Unidos.
Un mandato omnipresente y una vicepresidencia discreta
Trump gobernó a golpe de Twitter. Las redes sociales sirvieron de altavoz de sus políticas y ocurrencias, que llegaban a la población, muchas veces a horas intempestivas, sin el filtro de los medios tradicionales.
Su amplia exposición contrasta con el discreto rol desempeñado por Harris hasta que Joe Biden renunció en julio a la carrera a la reelección y ella le tomó el relevo. Ha estado tan a la sombra del mandatario que muchos ciudadanos la han empezado a descubrir en esta breve y acelerada campaña.
El lastre de la continuidad contra la fuerza de grandes promesas
La Vicepresidencia, más que una ventaja, juega en parte en contra de Harris. Se le “culpa” simultáneamente por las decisiones de Biden y por no hacer durante su Administración lo que ahora promete, explica a EFE Tammy Vigil, profesora de Comunicación en la Universidad de Boston.
Trump intenta recuperar el poder con la intención de “arreglar” la situación del país tras estos cuatro años de gobierno demócrata. Tiene a su favor el aparente olvido de algunas de sus ideas más disparatadas, como la de tratar el coronavirus con una inyección de lejía, y el magnetismo superlativo de sus propuestas, resumidas en su lema “Hacer Estados Unidos grande de nuevo”.
Una base fiel frente a la necesidad de convencer a la gente
El magnate neoyorquino goza de una base leal que no le penaliza ni sus errores ni sus causas pendientes con la justicia. “Ha establecido una relación con sus seguidores que le permite decir y hacer casi cualquier cosa sin alienarlos”, explica Vigil, para quien “sus mensajes permiten a la gente dar rienda suelta a sus peores impulsos y muchos lo agradecen”.
Harris tiene ante sí el reto de demostrar que puede asumir el mando. Según Tom Hollihan, profesor de Comunicación en la Escuela de Comunicación y Periodismo USC Annenberg, tiene de su lado su experiencia como abogada, fiscal general de California, senadora y después vicepresidenta, además de mostrar empatía hacia gente diferente a ella.
Casi 20 años de diferencia
Harris cumplió en octubre 60 años y Trump en junio 78. Cuando el candidato demócrata era Biden, de 81, las críticas a la avanzada edad y a sus efectos sobre la capacidad física y mental de un aspirante iban dirigidas al presidente, obviando prácticamente que su rival republicano solo era tres años menor.
El exmandatario protagoniza según Hollihan “discursos divagantes e indisciplinados y comentarios a menudo disparatados”, pero a diferencia de Biden, la cobertura mediática recibida no ha enmarcado estas fallas como debidas a la edad o un deterioro cognitivo, por lo que no le han perjudicado mucho.
Los ‘techos de cristal’ de Harris
Harris podría ser la primera mujer, la primera afroamericana y la primera persona de origen sudasiático en llegar al Despacho Oval. Aunque en cierta manera hace que más gente pueda identificarse con ella, también son factores que constituyen barreras a su candidatura.
“Aunque no lo admita, una gran parte de la población votante de Estados Unidos (tanto hombres como mujeres) todavía alberga creencias misóginas y racistas. Esas personas encontrarán excusas para votar por cualquier hombre en lugar de por una mujer, especialmente por una de color”, señala Vigil.
Polos de electores opuestos
Trump aventaja a Harris por 5 puntos porcentuales entre los hombres y Harris le saca 11 puntos entre las mujeres. Esa última diferencia se eleva a 40 puntos entre las votantes de entre 18 y 29 años, anticipa un sondeo reciente de la cadena ABC News.
Los hombres, según Hollihan, parecen responder a la “tosquedad” de Trump, “su estilo machista y su percibida ‘dureza’”. Estos mismos atributos, más su hostilidad hacia las mujeres y hacia su derecho a controlar sus decisiones en materia de salud reproductiva, parecen desanimar a las electoras, especialmente a las más jóvenes.
No es la única diferencia. Trump, añade Vigil, “atrae a votantes que se divierten con sus payasadas. Da voz a las quejas que sienten sus seguidores, pero que tal vez creen que necesitan reprimir”, mientras que Harris es la opción viable para ciudadanos cansados de la retórica del republicano y “de la ira y la división de la política contemporánea”.
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