“Te llevé a un restaurante íntimo / Luego a ver una película sugerente / No hay nada más que hablar / A no ser que sea en horizontal / Pasemos a lo físico”. Olivia Newton-John (Cambridge, Inglaterra, 73 años) nunca buscó ser tan sexualmente explícita como Madonna, básicamente porque Madonna todavía era una aspirante a cantante cuando ella reinaba en las listas. Ni tampoco, por supuesto, osó aprovecharse de los desmanes de la era disco emulando a la orgásmica Donna Summer de Love to Love You Baby. Pero en 1981, el mismo año en el que Ronald Reagan ocupó la Casa Blanca, muchos se sorprendieron de que la cándida artista británico-australiana entonara en Physical unos versos tan subidos de tono. La primera que se sorprendió era ella: cuando la grababa, no fue consciente del doble sentido de la letra.
La estrategia podría haberle acarreado una mancha negra difícil de borrar en su hasta entonces impoluto currículum. Aunque ocurrió justo lo contrario: Physical permaneció durante 10 semanas consecutivas en la cima del Billboard Hot 100, la lista de singles más vendidos de Estados Unidos y la más importante e influyente del mundo. En realidad, por una sola semana más, se quedó a las puertas de batir el récord establecido por Elvis Presley en 1956 con su versión de Hound Dog.
Si aquella hazaña llamó tanto la atención fue porque durante buena parte de los setenta Newton-John había desarrollado una carrera inofensiva y apta para todos los públicos. Puede que pocos lo recuerden, pero después de representar al Reino Unido en el Festival de Eurovisión en 1974 (el año que ABBA ganó con Waterloo), se asentó en Estados Unidos y conquistó con su inocente carisma el reñido y a veces clasista mercado country. Los más puristas del género no dudaron en restarle méritos porque, según su criterio, piezas como I Honestly Love You o Have You Never Been Mellow sonaban demasiado pop. No obstante, tal como asevera el músico Francisco Nixon, en la actualidad continúan entre las canciones más reivindicables de su discografía: “Hace relativamente poco, por culpa del disco homenaje que grabó Juliana Hatfield, he descubierto esos hits de cuando proyectaba una imagen mucho más convencional. He alucinado con lo buena que era. Evidentemente, estaba mucho más familiarizado con su otra faceta”.
De todos modos, su metamorfosis de dama angelical a incontestable símbolo sexual no se fraguaría hasta 1977 durante las últimas jornadas de la grabación del musical Grease. Por exigencias del guion, su personaje de Sandy tuvo que armarse con una chaqueta de cuero, unos ajustados pantalones negros de piel de tiburón y unos tacones rojos. “Aquel día en el rodaje hubo jadeos, gritos y muchos silbidos. Lo primero que pensé fue: ‘¿Qué he estado haciendo mal todos estos años?”, confesó la artista en sus memorias Don’t Stop Believin’, publicadas en 2018 y aún inéditas en España. “La adrenalina y la idea de reivindicar mi propia sensualidad recorrieron mi cuerpo. El empoderamiento viene de tomar tus propias decisiones y ser quien quieras ser. Ese atuendo sacó a la tímida Olivia Newton-John de su zona de confort. Incluso me dio el valor para lanzar más tarde Physical. Esa última escena cambió instantáneamente mi imagen”.
Pocos confiaban en que Grease terminaría siendo un fenómeno global antes de su estreno en junio de 1978. Sumando su recaudación original y la de posteriores reestrenos, ha recaudado 400 millones dólares en todo el mundo con un presupuesto de solo seis. Astutamente, aquel mismo noviembre publicó Totally Hot, un décimo álbum de estudio que se colocó inmediatamente en el top 10 en Estados Unidos.
Aun así, no todo fueron alegrías para ella. Tras rechazar participar en ¡Qué no pare la música! junto a Village People, en 1980 volvió a la gran pantalla con la aún más surrealista Xanadu. A diferencia de su memorable banda sonora (compuesta por John Farrar, su productor de confianza, y Jeff Lynne, de la Electric Light Orchestra), el largometraje fue un sonado fracaso comercial en taquilla. De hecho, estuvo nominada en la primera edición de los Premios Razzies en la categoría de Peor Actriz. Urgía una reinvención.
Todo se lo debemos a Tina
Circulan dos leyendas sobre Physical. La primera cuenta que el compositor australiano Steve Kipner y el músico británico Terry Shaddick pensaron originalmente en Rod Stewart para interpretarla. Ella ni afirmó ni desmintió este dato en una entrevista que concedió en 2017. “Tengo que hablar con él de ello algún día. ¿La escuchó alguna vez?”, se limitó a contestar.
Sin embargo, en sus memorias, hay una segunda versión que debe tomarse como la oficial: “En 1981, Kipner y Shaddick escribieron esta canción tan pegadiza para Tina Turner. Tina pensó que la letra era muy sexual para ella y sugirió a Roger Davies, su manager y amigo mío, que me la ofrecieran. Escuché la maqueta y dije: ‘Es muy buena’. Acepté hacerla y me metí en un estudio de Los Ángeles con mi productor John Farrar. Me encantó lo que hicimos, pero luego tuve un ataque de pánico. Era una canción cruda y atrevida. ¿Tal vez era demasiado picante?”.
La respuesta a esta última pregunta no se hizo esperar. Tan pronto se estrenó a finales de septiembre de 1981, diversas radios conservadoras de Estados Unidos, entre ellas varias locales del estado de Utah, se negaron a reproducirla por su alta carga erótica. “No fue un escándalo comparable al Je t’aime… moi non plus de Jane Birkin y Serge Gainsbourg, que consiguió el número uno en varios países europeos sin sonar en ninguna radio”, indica Nixon, “pero lo que sí supuso fue un cambio de imagen para ella. De algún modo, eso es lo que sucede ahora con las estrellas Disney que quieren abrirse a un público más adulto”.
“Viví una temporada en Indonesia porque mi padre trabajaba ahí”, recuerda el músico y productor Guille Mostaza. “No me dejaban ver la televisión en casa. Así que como no tenía muchos amigos, de pequeño me ponía la radio y me lo comía todo. Physical se me quedó grabada en la memoria como cuando te cantan una nana, aun no sabiendo de qué iba. La melodía me parece increíble y continúa siendo un referente para mí. No deja de ser una canción country-folk, como las que cantaba en los setenta, a la que agregaron unos sintetizadores y un toque rockero con el solo de guitarra de Steve Lukather, uno de los fundadores de la banda Toto. En cierta manera, creo que hay una especie de sonido canónico que a todo el mundo le gusta. Y este tema, indudablemente, forma parte de ese club”, opina.
Humor y gordofobia, a partes iguales
Preocupada por la censura de algunas radios, Newton-John se propuso aplacar la controversia contratando al manager de Tina Turner, Roger Davies, como su nuevo representante. “Sabía que la canción era divertida, pero no me centré en cómo se la iba a tomar la gente hasta que me la prohibieron. Entonces llamé a Davies y le dije: ‘Tenemos que retirarla de la radio. Creo que he ido demasiado lejos’. Él contestó: ‘Es demasiado tarde, cariño. Está subiendo en las listas de éxitos”, explicó el pasado septiembre en ABC Radio.
Ante la imposibilidad de borrar el tema del mapa, ambos maquinaron una solución para edulcorar ese contenido que consideraban demasiado sexual: grabar un cómico videoclip centrado en la idea de ponerse en forma y jugando con el doble sentido de “pasemos a lo físico”. La MTV acababa de nacer, por lo que se aprovecharon de aquella novedosa plataforma audiovisual para su promoción y, al mismo tiempo, presentar una renovada imagen de la artista. Más allá de dejarse cortar el pelo por el peluquero y maquillador Armando Cosio, la estilista Fleur Thiemeyer improvisó en pocos minutos una imagen que definiría aquella década. El resto es historia.
“Fleur llevaba mucho tiempo cortando camisetas para artistas de rock. En el plató sacó sus tijeras de podar y lo que quedó fue una camiseta azul recortada que ató sobre una camiseta blanca de tirantes y unas medias rosas. Después añadió una diadema blanca básica”, relató en Don’t Stop Believin’. Para su sorpresa, repentinamente, millones de clones emergieron en las calles. “No pasó mucho tiempo antes de que las mujeres de los gimnasios de todo el país se vistieran exactamente igual que yo en ese vídeo. Mi corte de pelo también se puso de moda, y en las tiendas hasta se agotaron las cintas para el pelo. Resultó divertido y entretenido considerarme una creadora de tendencias y sacudir un poco el mundo”, bromeó al respecto en el libro.
Sin duda, al igual que Jane Fonda o Eva Nasarre en España, Newton-John supo beneficiarse mejor que nadie del incipiente bum del aeróbic y el culto al cuerpo que ha llegado a nuestros días. “Pocas cosas hay más representativas de los ochenta que el furor por el running, las cintas en la cabeza o la gente sudada. Si organizas una fiesta de disfraces de temática ochentera, lo más probable es que aparezcan varias personas vestidas como ella en Physical”, señala Mostaza. “Lo del aeróbic fue más que una moda; fue una fiebre como las discotecas. Recuerdo que en esa época empezaron a abrir los primeros gimnasios y muchas chicas iban con calentadores y cintas en el pelo, aunque fueran a hacer la compra”, añade Nixon.
Ahora bien, puestos a analizar el videoclip dirigido por el británico Brian Grant, hay dos puntos que no pasan inadvertidos. En primer lugar, la carga homoerótica de su segunda mitad. Y, por otro lado, el mensaje implícito que transmitía. Mostaza desarrolla esto último: “El vídeo busca que te rías de esos hombres con sobrepeso sudando e intentando hacer ejercicio. Pero, de haberse estrenado actualmente, hubiera dado mucho de qué hablar por ese toque gordofóbico que tiene. Al fin y al cabo, es como si dijera: ‘Solo me vales si estás bueno’”.
Independientemente de todo esto, el legado de Physical es incuestionable. Dua Lipa lanzó el pasado año un vídeo inspirado en la estética del aeróbic para el tema del mismo nombre. Y, en compañía de Miley Cyrus, grabó un tema llamado Prisoner cuya melodía guarda grandes semejanzas con la canción de Newton John. Hasta Apple TV+ se ha sumado al carro con una serie titulada igual. El fenómeno no parece tener fin. Y más teniendo en cuenta que este próximo 19 de noviembre, con motivo de su 40º aniversario, llegará a las tiendas una reedición del álbum de Olivia Newton-John cargada de extras. Como bien dejó por escrito en sus memorias: “Pensar que estaba tan preocupada por esta canción en aquel momento me parece gracioso. En comparación con lo que suena en la radio hoy, parece una canción de cuna”.
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