Henrique Capriles vuelve a tomar el micrófono en un momento crucial para la oposición. Esta semana comenzó la inscripción de las candidaturas para las elecciones regionales y locales del 21 de noviembre. Pero el tiempo avanza y hasta ahora la oposición no ha planteado una posición clara sobre esta nueva encrucijada electoral, aunque hay candidatos de todos los partidos haciendo campaña en barrios y comunidades. Capriles ha llamado a votar y pide sumar esfuerzos para lograr candidaturas unitarias a través de consensos, encuestas o primarias allá donde el margen de tiempo permita organizarlos. “Tenemos que hacer uso de nuestro derecho, que la gente se exprese, pese a todas las tropelías que han hecho con el derecho al voto”, dijo el dirigente de Primero Justicia en una rueda de prensa este miércoles. “Voy a votar, eso lo tengo claro. Y tenemos que asumir este proceso que está a la vuelta de la esquina sin complejos. Tenemos que presentar candidatos y liderazgos locales a todo el país y aglutinar el descontento”, añadió.
En los últimos dos años Capriles ha sido muy crítico con la estrategia que ha empujado Juan Guaidó. Ahora ha dejado atrás las acusaciones y los señalamientos. El tono y el mensaje de este miércoles buscan sumar y subrayar las diferencias con las condiciones electorales del año pasado, cuando también llamó a participar en los comicios parlamentarios, pero luego se retractó.
En su opinión, la renovación del Consejo Nacional Electoral concretada hace meses por presión de sectores de la sociedad civil movió el tablero político. En febrero se sumaron Enrique Márquez y Roberto Picón al cuerpo de rectores. Por primera vez en el directorio, dos de los cinco miembros no están ligados con el chavismo. “Conozco a dos rectores y los defiendo con los ojos cerrados. Que ellos estén adentro es una garantía, eso no lo teníamos el año pasado. Las condiciones hay que pelearlas hasta el mismo día de las elecciones”, dijo.
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Para los comicios parlamentarios de diciembre de 2020, la oposición decidió quedarse fuera y boicotear la legitimidad del proceso. La Asamblea Nacional pasó a manos del chavismo en unas elecciones que registraron un pico de abstención histórico. Entonces también se decretaba el fin del liderazgo opositor construido en torno a la figura del Gobierno interino, la carta con la que Juan Guaidó desafió al chavismo en enero de 2019, cuando asumió la presidencia del Parlamento y capitalizó el desconocimiento internacional a un segundo mandato de Nicolás Maduro, reelecto en las cuestionadas elecciones del 20 de mayo de 2018. En este tiempo Guaidó ha perdido una parte importante de respaldo popular, pero continúa reteniendo apoyos y reconocimiento de Estados Unidos, principalmente, y es considerado un interlocutor importante por parte de la Unión Europea.
Capriles señaló que el evento electoral es un paso que la oposición no puede eludir en su camino a lograr un cambio político en el país y que es complementario a la nueva negociación que comienza este viernes en Ciudad México. “El objetivo no es la elección regional, pero toca. El objetivo es más allá, la negociación no va a terminar antes del 21 de noviembre”, dijo. “No hay que desaprovechar esta oportunidad, hay que rescatar el voto, hay que decirle a la gente que se exprese, hay que movilizarse y organizarse. Se habla de revocatorio, de cronograma electoral, pero va a haber más probabilidad de lograr el objetivo teniendo a la gente organizada y en todas partes. A ese salto de la elección presidencial llegaremos mejor preparados”.
El dos veces candidato presidencial señaló que la oposición debería participar bajo la tarjeta de la Mesa de la Unidad Democrática, la plataforma que les permitió ser mayoría en 2015 y que el Supremo bloqueó judicialmente y recientemente ha habilitado, como una de las concesiones del chavismo al ante la presión en el terreno diplomático y económico. Su partido Primero Justicia también ha sido vetado por el Gobierno para participar, al igual que Voluntad Popular y Acción Democrática, a los que les han impuesto juntas directivas paralelas. Capriles, sin embargo, habla por él. Pues su partido y la plataforma unitaria que integran el llamado G4 y otras 40 organizaciones están enfocados en seguir en negociaciones para conseguir mayores garantías electorales.
Capriles también se ha referido al diálogo que comienza este viernes en México. “Estoy de acuerdo y respaldo cualquier proceso que normalice la convivencia en el país. Es lo que aspiramos en México. Necesitamos un acuerdo de negociación que ayude al país a resolver sus problemas, que incorpore no solo lo político, sino temas económicos y sociales que permitan aliviar la crisis que vive la inmensa mayoría de los venezolanos”, destacó.
El líder opositor insistió, además, en que el proceso de negociación no es excluyente de participar en las elecciones: “Tenemos que recuperar la fuerza y ser una opción de poder, fuimos una fuerza robusta que generaba esperanzas en la gente. Y eso es recuperable, porque la política no es lineal, se mueve”.
La crisis venezolana ha atravesado un período de estancamiento para nuevamente estar en un momento límite. El escenario de desesperanza sobre el cambio político se ha vivido antes como ahora. Una encuesta del julio de la consultora Delphos y el Centro de Estudios de Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello registraba que el capital político de la oposición estaba en 35,9% y el del chavismo en 25,3%. Un amplio 38,8% no respalda a ninguno de los sectores. Hoy, sin embargo, la oposición avanza unida al proceso de negociación y gran parte de ella es proclive a la participación electoral. También Washington y Bruselas empujan ahora una estrategia común para facilitar una salida.
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