En medio de la guerra, y cuando tropas rusas toman las calles de Ucrania, se tejen otras historias protagonizadas por civiles, que dan cuenta de lo que implica vivir en tiempos en los que es preferible permanecer entre cuatro paredes para evitar algún ataque.
Dentro de una iglesia en el distrito urbano de Obolón, territorio enclave de la capital ucraniana Kiev, un grupo de mujeres voluntarias se dedica a preparar comida incluyendo las tradicionales pierogi (una especie de dumpling) para soldados y fuerzas de defensa conformadas por civiles. Sudarsan Raghavan reporta sobre este grupo de mujeres cantando, en un video compartido por The Washington Post en Instagram, añadiendo que el distrito de Obolón es particularmente vulnerable y ha sido víctima de un ataque ruso reciente.
En una estancia en la Clínica Hospitalaria Kherson Regional al sur de Ucrania, se muestra un cuarto utilizado como refugio antibombas, lleno de mujeres recibiendo cuidados médicos y resguardándose de la guerra. El doctor Yurii Herman, quien grabó el momento en video, mismo que fue compartido por medios como The New York Times, narra que la mayoría de ellas dieron a luz recientemente y otras siguen en proceso de parto. En el lugar, las acompañan aquellos bebés con pocos días de nacidos, a la espera de más compañeros de cuna.
Por otra parte y bajo condiciones muy distintas, pacientes del Hospital Infantil de Okhmadet en la ciudad de Kiev han sido reubicados al sótano del edificio, sus camas fueron movidas o construidas a partir de cobijas o sillas colocadas a lo largo de los pasillos. Sus padres y doctores atienden a los pequeños con cáncer desde el sótano donde reciben sus medicamentos y tratamientos, a pesar de los bombardeos y las sirenas que alertan de posibles ataques.
Cerca de la frontera con Polonia, en la ciudad de Leópolis, Taras Maselka, un hombre de 36 años entrevistado por Marc Santora, de The New York Times, cuenta que se encarga de dirigir suministros para la resistencia y organiza un campamento cerca de la cervecería Pravda para ayudar a los voluntarios en batalla.
Además, Taras Maselka y su equipo producen cocteles molotov como armas para los frentes armados. Maselka comenta que la preparación de los cocteles molotov es similar a la cerveza artesanal, razón por la que los cerveceros están en condiciones de prepararlos, y que la parte difícil del proceso es lanzarlos.
Fuera del país ucraniano, en la aldea de Palanca en Moldavia, se construyó un campo de refugiados con 30 tiendas de campaña para atender la crisis de refugiados que buscan desplazarse y permanecer lejos de la guerra en Ucrania. Entre la nieve, las lonas plásticas proveen algo de calor, refugio y un lugar fuera del territorio en conflicto para los ciudadanos ucranianos que buscan estar a salvo o reencontrarse con familiares.