Doha — Estados Unidos y el Talibán firmaron el sábado un acuerdo de paz que busca poner fin a 18 años de derramamiento de sangre en Afganistán y permitir que las tropas estadounidenses regresen a casa tras la guerra más larga librada nunca por Washington.
Washington empezará a retirar miles de efectivos militares, que se reducirán de los actuales 13,000 a 8,600 en los próximos cuatro a cinco meses. El retiro total, en 14 meses, dependerá de que el Talibán cumpla ciertas condiciones antiterroristas. Ese cumplimiento será evaluado por Estados Unidos.
El secretario de Estado estadounidense Mike Pompeo dijo que Washington tiene una visión “realista” del acuerdo de paz, pero que “aprovecha la mejor oportunidad para la paz en una generación”.
En declaraciones tras la ceremonia de firma, Pompeo dijo que persiste la furia por el hecho de que los ataques del 11 de septiembre de 2001 fueron planificados en Afganistán bajo el régimen del Talibán. Aseguró que Estados Unidos no “malgastará” aquello que sus soldados “han ganado con sangre, sudor y lágrimas”.
Añadió que hará lo que sea necesario para garantizar su seguridad si el Talibán no cumple el acuerdo.
Los talibanes dieron comienzo al proceso para llegar hasta aquí en febrero de 2018, cuando su oficina política en Doha urgió a Washington a tomar parte en un diálogo “directo” después de años de negativas.
En octubre de ese mismo año, Khalilzad y líderes de los insurgentes mantuvieron la primera de más de una decena de rondas de diálogo en Catar.
El pasado septiembre, el presidente de EEUU, Donald Trump, canceló abruptamente los encuentros en respuesta a un atentado en Kabul en el que murió un estadounidense, si bien el proceso se retomó a finales de noviembre tras una visita del dirigente a Afganistán.
Finalmente, el 22 de febrero de 2020 los talibanes implementaron una reducción de la violencia durante siete días, que han trascurrido sin graves incidentes.
El entonces presidente George W. Bush ordenó la invasión de Afganistán, en respuesta a los ataques del 11 de septiembre de 2001. Algunos de estadounidenses que revistan allí no habían nacido cuando las torres gemelas del Centro de Comercio Mundial se vinieron abajo en una soleada y fresca mañana que cambió la forma de ver el mundo de los estadounidenses.
Tardaron apenas unos meses en derrocar a los talibanes y en obligar a Osama bin Laden y a la cúpula de Al Qaeda a cruzar la frontera hacia Pakistán, pero la guerra se prolongó durante años cuando Estados Unidos intentó establecer un estado funcional y estable en uno de los países menos desarrollados del mundo. Los talibanes se reagruparon y en la actualidad controlan más de la mitad del territorio afgano.
Washington gastó más de $750,000 millones y la guerra se cobró decenas de miles de víctimas mortales en todos los bandos. Pese a este, el conflicto ha sido a menudo ignorado por los políticos y la población estadounidenses.