La participación se ha desplomado en las elecciones legislativas “solo para patriotas” y sin apenas candidatos de la oposición demócrata que celebraba Hong Kong este domingo. Estos comicios, aplazados quince meses con el argumento de la pandemia, eran los primeros que tienen lugar bajo la nueva ley electoral aprobada en marzo de este año, que hace casi imposible que se presenten aspirantes de la oposición. Incluso sin esa ley, hubiera sido difícil para el campo prodemócrata presentar listas: la mayoría de los que pensaban concurrir el año pasado se encuentran entre rejas, bien condenados a penas de cárcel, bien a la espera de juicio.
Cerca de 4,5 millones de votantes estaban llamados a las urnas en este territorio autónomo, donde residen unos 7,5 millones de personas. A las 21.30 (13.30 hora peninsular española), y cuando quedaba aún una hora para el cierre de los colegios electorales, habían depositado su papeleta 1,3 millones de personas, el 29,3% del censo, en lo que se encaminaba a convertirse en los comicios con menor participación de la historia hongkonesa. Hasta ahora esa marca le correspondía a los del año 2000, cuando un 44% de los electores acudieron a las urnas.
A las 21.30 de la jornada electoral de las legislativas anteriores, en 2016, la participación era del 52,6%, si bien se llevaba una hora más de votación. Entonces, la participación final rondó el 58%. La participación en estas elecciones podría ser la más baja desde que la excolonia británica fue entregada a China en 1997. En las elecciones hongkonesas más recientes ―las municipales de 2019, celebradas en plena oleada de protestas masivas contra Pekín―, la oposición se había hecho con cerca del 90% de las 452 concejalías, con una participación del 71,2%. Los comicios municipales son los únicos que utilizan el sufragio universal puro en Hong Kong.
Las autoridades hongkonesas han intentado estimular la participación con todo tipo de medidas: desde la disposición de colegios electorales en la línea de demarcación con la China continental, para los residentes que no pueden entrar en la antigua colonia británica por el cierre de fronteras, hasta el uso gratuito del transporte público durante la jornada. El gobierno autónomo también pagó una campaña publicitaria en los medios y de mensajes telefónicos para animar a los votantes a ejercer su derecho. Aunque no ir al colegio electoral no es en sí un delito, la ley electoral prohíbe los llamamientos a la abstención. A pesar de ello, las encuestas previas apuntaban que solo un 48% de los consultados tenía intención de votar, y que un 52% consideraba que no había ningún candidato que mereciera su apoyo.
En total, se presentan 153 candidatos para 90 puestos, 20 escaños más que hace cinco años tras la entrada en vigor de la nueva ley electoral. Mediante esa reforma, la mayor parte de los asientos, 40, vendrán decididos por el dedo de un nuevo comité electoral de 1.448 miembros, simpatizantes del gobierno central chino. Otros 30 se repartirán según los votos de agrupaciones sectoriales ―comercial, financiero, asistencia social—, mientras que los ciudadanos solo elegirán directamente a los 20 restantes, por circunscripciones geográficas. Frente a las 219.254 personas que votan en las asociaciones sectoriales; lo hacen 4,5 millones para escoger la veintena de escaños de las circunscripciones geográficas.
Hace cinco años, cuando el Consejo Legislativo (Legco) estaba formado por 70 diputados, las agrupaciones sectoriales decidían la mitad de los escaños. Los otros 35 eran escogidos por los ciudadanos. La oposición prodemócrata ganó entonces 19 de esos 35 asientos. Además de otros 10 elegidos por las agrupaciones sectoriales. Ello le daba la posibilidad de vetar algunos proyectos de ley, o realizar enmiendas a la mini constitución hongkonesa (la Ley Básica), para los que se necesitaban dos tercios de los votos.
Esta vez los principales partidos de la oposición han optado por no presentar candidatos, después de que diversos legisladores de su familia política quedaran descalificados, por supuestos problemas en el juramento de su cargo o porque directamente dimitieran. La draconiana ley de Seguridad Nacional que Pekín impuso tras las protestas que paralizaron el territorio autónomo en 2019,— y que ha impuesto graves cortapisas, según sus críticos, a las libertades de que disfrutaba el enclave y que China debe garantizar al menos hasta 2047— también ha diezmado el campo prodemocracia; sus principales representantes han sido encarcelados gracias a esa norma. Otros han optado por el exilio, o incumplen las actuales condiciones para ser electo.
Quienes deseasen presentarse a las elecciones como candidatos necesitaban la aprobación de un comité de control creado por las autoridades hongkonesas. “Las instituciones del poder político y el sistema de gobierno de Hong Kong deben estar siempre en manos de quienes amen a la patria y a Hong Kong”, había insistido en un comunicado la Oficina de Asuntos de Hong Kong y Macao del Gobierno chino, cuando se aprobó la nueva ley.
El Gobierno chino comenzó a plantearse la necesidad de la reforma tras haber constatado con alarma el año pasado que la oposición tenía posibilidades reales de hacerse con la mayoría en el Parlamento autónomo y, con ello, las competencias para vetar los presupuestos locales o presentar una moción de censura contra la impopular jefa del Gobierno local, Carrie Lam.
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