Las fuerzas de disuasión estratégica rusas han ensayado este miércoles un “ataque nuclear masivo” bajo la mirada escrutadora de su comandante en jefe supremo, Vladímir Putin. Con el temor en el aire a un hipotético uso de armas no convencionales en Ucrania, un submarino y dos bombarderos estratégicos rusos han emprendido sus primeros ejercicios de este tipo desde que el mandatario ordenase la ofensiva total contra Kiev el 24 de febrero. Putin presenció las pruebas aislado en su centro de mando, y después se reunió con los jefes de los organismos de seguridad de sus socios en la Comunidad de Estados Independientes (CEI), organización fundada en 1991 que integra a una decena de países postsoviéticos. En ese encuentro ha asegurado que un choque mundial es hoy factible.
“El potencial de conflicto en el mundo entero, y a nivel regional, sigue siendo muy alto. Están apareciendo nuevos riesgos y desafíos para la seguridad colectiva, principalmente como resultado del fuerte agravamiento de la confrontación geopolítica internacional”, dijo el mandatario en la reunión de ese grupo de Estados que mantienen sus lazos con Moscú.
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La amenaza de una escalada en el conflicto con el uso de armas no convencionales se ha avivado desde el domingo, cuando el ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, llevó a cabo una ronda de llamadas con sus pares de Estados Unidos, el Reino Unido, Francia y Turquía, para asegurarles que una bomba sucia podría estallar en Ucrania próximamente. Tras cinco meses de silencio, el alto cargo ruso contactó por segunda vez en pocos días con el jefe del Pentágono, Lloyd Austin, y este miércoles también llamó a los ministros de Defensa de dos países socios, China y la India, para advertirles de la misma amenaza. Según la versión del Kremlin, Kiev contaminaría su propio territorio con una bomba con material radiactivo para incitar a una escalada justo cuando sus tropas avanzan en el este y el sur del país. Occidente, en cambio, considera falsa la acusación y teme que Rusia prepare una escalada bélica con el pretexto de que Kiev va a usar una bomba sucia.
Vladímir Putin presidía este miércoles una reunión con los jefes de los organismos de seguridad de sus socios en la Comunidad de Estados Independientes (CEI), en Moscú.
DPA vía Europa Press (DPA vía Europa Press)
En el encuentro de este miércoles, Putin responsabilizó a EE UU de una posible intensificación del conflicto por su apoyo a Ucrania. “La están hinchando de armas”, aseveró el presidente ruso, “incluido armamento pesado”. “E ignoran las declaraciones del régimen de Kiev sobre su deseo de obtener armas nucleares. Sus autoridades hablaron públicamente de ello, no callaron, y existen planes para usar la llamada bomba sucia como provocación”, insistió el mandatario ruso. Efectuaba así una interpretación particular sobre unas declaraciones de Volodímir Zelenski del 19 de febrero, en las que el líder ucranio dio por roto el Memorando de Budapest —suscrito en 1994 por su país, Rusia, el Reino Unido y Estados Unidos, y más tarde por Francia y China—, en el que Kiev accedía al desarme nuclear a cambio de que estas potencias respetaran su soberanía e integridad territorial, incluida Crimea. Zelenski exigió en febrero garantías de seguridad a los firmantes del memorando, incluido Rusia.
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Putin también analizó de forma peculiar una petición que hizo Zelenski el 6 de octubre a la comunidad internacional, de acometer un ataque preventivo sobre Rusia si Ucrania corre el riesgo de ser víctima de una bomba nuclear. Zelenski se refería a una situación en la que se detectara un bombardeo nuclear inminente contra su país, aunque no mencionó en ningún momento que la respuesta contra Rusia debiera ser con armas de destrucción masiva. Kiev desmintió que el presidente aludiera a un ataque preventivo nuclear, como afirmaba la propaganda rusa.
La intensa agenda del día de Putin se completó con un nuevo encuentro con su Consejo de Seguridad por la tarde. Este organismo ha resultado clave en la toma de decisiones relativas a la guerra (el reconocimiento de independencia de las regiones del este, la anexión de las provincias ocupadas, la declaración de la ley marcial en esos territorios…).
Ensayo de un “ataque nuclear masivo”
La última vez que las fuerzas de disuasión estratégica rusas hicieron maniobras fue el 19 de febrero, en unos ejercicios conjuntos con Bielorrusia, donde se desplegaron las tropas que una semana después tratarían de conquistar Kiev. Ocho meses después, Moscú y Minsk han comenzado a crear en aquel territorio unidades militares conjuntas ante la perspectiva de una segunda ofensiva.
El ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, explicó a Putin durante los ejercicios de este miércoles que sus fuerzas practicaron “un golpe nuclear masivo en respuesta a un ataque nuclear enemigo”. Washington sabía por sus satélites que las maniobras iban a tener lugar esta semana, pero a diferencia de ejercicios pasados, no fueron notificados hasta justo un día antes, para mayor tensión entre ambas potencias.
“Las tareas previstas para el entrenamiento de las fuerzas de disuasión estratégica fueron completadas en su totalidad. Todos los misiles alcanzaron sus objetivos”, informó el Kremlin en un comunicado. En concreto, se dispararon un cohete intercontinental Yars desde la península de Kamchatka; otro misil Sineva desde un submarino nuclear desplegado en el Mar de Barents; y varios proyectiles más desde sendos bombarderos Tu-95.
La amenaza de un conflicto nuclear ha sido una vía de presión desde el inicio de la guerra de Ucrania. En su discurso del 24 de febrero, Putin advirtió de que cualquier país que apoyase a Kiev podría sufrir “consecuencias a las que nunca se ha enfrentado en su historia”, y días después ordenó al Ministerio de Defensa que activase sus fuerzas nucleares “en un modo especial de servicio de combate”. Meses después, al anunciar en septiembre la movilización de su población para posibles necesidades en el frente de guerra y la anexión del territorio ucranio pese a los avances de las tropas de Kiev, el mandatario aseguró que usaría “todos los medios al alcance” para proteger sus conquistas. “Y no es un farol”, agregó.
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