El presidente de Israel, Isaac Herzog, ha encargado este domingo al ex primer ministro y actual líder de la oposición, Benjamín Netanyahu, la misión de formar el próximo Gobierno del país. El nombramiento se produce después de que el líder que más tiempo ha gobernado el Estado judío se haya asegurado el apoyo de una cómoda mayoría del Parlamento elegido en las elecciones del pasado 1 de noviembre, marcadas por la fuerte polarización que genera su figura y por una fulgurante subida de la extrema derecha.
En un comunicado difundido tras la ceremonia, Herzog, que completó el viernes las consultas con los líderes de las formaciones que han logrado representación parlamentaria, dijo que “el resultado fue claro y la tarea de formar Gobierno debe ser asignada” a Netanyahu. Este, por su parte, ha querido tranquilizar ―con un tono poco conciliador― a quienes temen por el futuro político del país a raíz de su reelección y de los aliados de ultraderecha y ultraortodoxos que le auparán al poder. “No es la primera vez que se dicen estas cosas. No era cierto entonces como tampoco lo es hoy”, aseguró. Netanyahu también avanzó que su Gabinete será “estable” y que “trabajará en beneficio de todos los habitantes del país sin excepción”, en alusión a los ciudadanos palestinos.
Netanyahu dispone ahora de alrededor de un mes, más dos semanas más de margen, para formalizar su coalición de Gobierno, aunque medios locales señalan que, gracias a la clara mayoría de la que dispone, la intención de su partido, el Likud, es acelerar el proceso tanto como sea posible y finalizarlo dentro de los próximos 15 días. La prensa israelí indica que las negociaciones están muy avanzadas y que solo queda en el aire el reparto de unas pocas carteras ministeriales. En este sentido, todo apunta a que el ultraderechista Itamar Ben Gvir, colíder de la formación Sionismo Religioso, el segundo partido de la coalición de Gobierno, gestionará el Ministerio de Seguridad Pública, y aún no se descarta que su socio Bezalel Smotrich ocupe el cargo de ministro de Defensa. Ben Gvir ha sido condenado en el pasado por apoyar a una organización terrorista y por incitación al racismo, y la inclusión de su partido en el Ejecutivo genera alarma dentro y fuera de Israel.
Más temas conflictivos que se encuentran en la mesa de negociaciones, según medios israelíes, incluyen el fomento de colonias ilegales en la Cisjordania ocupada, el aumento de subsidios a estudiantes de centros de estudios religiosos, y una regulación más estricta sobre el derecho de inmigración de judíos convertidos a través del movimiento reformista. Asimismo, existen amplios temores por la política que se adopte con los palestinos, con la comunidad LGTBI, y el manejo de lugares como la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén.
Otra problemática reforma que parece, en cambio, solo cuestión de tiempo es la aprobación de una ley que proteja a Netanyahu de los tres casos de corrupción por los que está siendo juzgado mientras ocupa el cargo de primer ministro. En esta línea, Herzog señaló este domingo que no es ajeno “al hecho de que hay procedimientos legales en curso” contra Netanyahu y que no los trivializa en absoluto. Pero notó que el Tribunal Supremo del país “ya se ha expresado claramente sobre la cuestión” y que no ve razón para detenerle el paso.
Yesh Atid —el partido del primer ministro saliente, Yair Lapid, y la formación que liderará la oposición en el próximo parlamento— declaró este domingo, tras conocerse el encargo a Netanyahu, que se trata de “un día negro para la democracia israelí”. Lapid ya ha empezado a movilizarse para organizar a la oposición con los numerosos partidos que formaron su anómala coalición de Gobierno, que comprendía desde la ultraderecha hasta los liberales unidos para destronar a Netanyahu, aunque los reproches aún no han cesado.
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