Las guerras son un escenario prolífico en héroes, solo hay que dar un paseo por cualquier pueblo de Ucrania para comprobarlo. Cada municipio tiene sus monumentos dedicados a militares soviéticos que combatieron contra Alemania en la II Guerra Mundial. Pero Ucrania, Estado de tan solo 41 años de existencia, necesita hoy de sus propios mitos, y los ha encontrado en los generales que lideran la defensa del país frente a Rusia.
Hanna Maliar, viceministra de Defensa, sorprendió el pasado septiembre al señalar a cuatro hombres que, en su opinión, están llamados a ser “mitos propios ucranios”. Maliar subrayó que la heroicidad en la “gran guerra de liberación” se encuentra en todos los rangos, pero la viceministra confirmó que son cuatro los militares que están en boca de todo el mundo: el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, Valeri Zaluzhni; el comandante del Ejército de Tierra, Oleksandr Sirskii; el jefe del Estado Mayor, Serhii Shaptala; y el comandante del Alto Mando en el Sur, Andri Kovalchuk. Los cuatro están considerados los principales cerebros de la estrategia para que las tropas de Moscú no tomaran la capital, Kiev, y de su retirada en los frentes de Járkov, Donetsk, Lugansk y Jersón.
“Estas personas han estudiado los preceptos de la OTAN y los han aplicado, pero el principal factor que les hace líderes militares son los ocho años de experiencia en Donbás”, afirma Oleksii Melnik, codirector del Centro Razumkov de análisis de política internacional y de seguridad. Melnik fue asesor del Ministerio de Defensa en unos años en los que, según su descripción, “los oficiales eran soviéticos con uniforme ucranio”. Esto ha cambiado por completo con una generación formada entre Occidente, el legado soviético y la guerra en Donbás, dice Melnik. “Esta generación lleva ocho años de aprendizaje en el frente, a gran escala, y eso es algo que ningún otro ejército en el mundo puede decir”, añade Savchuk: “Son oficiales que tuvieron que levantar unas fuerzas armadas desde cero, desde los mejores uniformes para el combate hasta las raciones de comida”.
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Ucrania está librando su guerra de independencia, afirmó el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, en una reciente entrevista con . Enfrentarse a un invasor que niega su existencia como país ha unido a la ciudadanía de forma masiva y por primera vez en cuatro décadas. Las diferencias en el seno de la sociedad sobre las relaciones que debían mantenerse con Rusia han quedado mayoritariamente atrás desde el 24 de febrero, cuando el presidente ruso, Vladímir Putin, ordenó la ofensiva. Pero mientras Zelenski continúa provocando suspicacias entre el electorado ucranio más nacionalista, el ejército es el aglutinador, el espejo de una sociedad orgullosa de estar resistiendo al embate de una superpotencia.
En julio de 2021, cuando Zelenski nombró a Zaluzhni comandante en jefe, este general de 49 años ya daba por hecho que la invasión rusa no tardaría en producirse. El presidente fue escéptico sobre esta amenaza hasta el mismo día en el que Putin ordenó la ofensiva, pese a las advertencias que recibía por parte de los servicios de inteligencia de Estados Unidos. Según han informado los medios ucranios y expertos consultados por este diario, el intercambio de información desde entonces entre el alto mando ucranio y el Pentágono es directo y diario.
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Dos meses antes del fatídico 24 de febrero, Zaluzhni preparó a su ejército para cuando llegara el momento: de forma secreta, sin ni siquiera aportar muchos detalles al Ministerio de Defensa, el comandante en jefe distribuyó regimientos enteros en el norte del país, sobre todo alrededor de Kiev, además de artillería y defensas antiaéreas. Los movimientos de tropas se llevaron a cabo sin grandes operativos para que el enemigo creyera que los soldados continuaban en sus bases. Aquella decisión fue determinante para salvar a Ucrania.
Con el nombramiento de Zaluzhni y del teniente general Shaptala al frente de la cúpula militar, Zelenski dio el carpetazo final a un ejército anclado en la teoría militar soviética. Las Fuerzas Armadas ucranias habían sufrido una reducción de activos y presupuesto desde su independencia, una jibarización que se frenó en seco en 2014 cuando Rusia se anexionó ilegalmente Crimea y dio apoyo a los levantamientos separatistas en Donbás, en el este. A partir de ese momento, se inició un proceso de rearme y modernización basado en los modelos militares de la OTAN. La generación liderada por Zaluzhni y Shaptala, que tiene menos de 50 años, ha completado la transformación.
Aprender del enemigo
Que estos hombres reciben un enorme respeto por parte de la población lo demuestran unas reflexiones de Zaluzhni en una entrevista publicada el pasado septiembre en la revista Time. Expresadas por cualquier político, sus palabras habrían provocado un terremoto, pero no sucedió con Zaluzhni. El comandante en jefe manifestó su admiración por Valeri Gerasimov, el jefe del Estado Mayor ruso, reconocido como teórico militar, y de quien Zaluzhni asegura que tiene toda su obra académica. “Fui educado en la doctrina militar rusa, y todavía creo que toda la ciencia militar está en Rusia”, manifestó Zaluzhni. “Aprendí de Gerasimov, he leído todo lo que ha escrito, es el hombre más listo que hay”, añadía.
Mark Savchuk, reconocido analista político y miembro de la Oficina Nacional de Anticorrupción de Ucrania, interpreta la explicación de Zaluzhni con el doble sentido de que los militares ucranios entienden al enemigo: “A diferencia de los generales rusos, han demostrado que son militares y que mandan en las Fuerzas Armadas, no como en Rusia”.
Zaluzhni fue formado en el Ejército Rojo, como Sirskii, que se licenció en la academia de altos mandos de Moscú. Este conocimiento del enemigo ha sido clave; algo que el Estado mayor ruso ha demostrado no tener. Zaluzhni ponía un ejemplo en la entrevista con Time: pese a la inferioridad numérica, preparó una trampa a los rusos en Kiev que fue efectiva porque su rival no sabía a qué se enfrentaba. Meses antes de la invasión, el comandante en jefe previó las tres principales vías por las que llegarían las tropas rusas desde el norte, desde territorio ruso y bielorruso. En vez de enfrentarse en los primeros compases de la ofensiva, les permitió avanzar hasta la primera línea de defensa de Kiev y a partir de ahí castigó sin cesar, con ataques rápidos de pequeñas unidades, su retaguardia y sus cadenas de suministro. Los rusos descubrieron demasiado tarde que la población tampoco estaba a su favor.
Sirskii es después de Zaluzhni el militar más admirado en el bando ucranio. Encabezó la defensa de Kiev y planificó junto a Kovalchuk la ofensiva relámpago en la provincia de Járkov que ha hecho retroceder a las tropas rusas más allá de las fronteras de la provincia de Lugansk. El jefe del Ejército de Tierra probó que sus filas no solo saben defender, también atacar. Sirskii desplegó una exhibición de estrategia militar según los preceptos de la OTAN, pero también del propio Gerasimov. A diferencia del ejército ruso, el ucranio sigue un modelo menos jerarquizado en el que los mandos en el frente tienen autonomía para actuar sin esperar la orden de sus superiores. Sirskii no solo aplicó esto en la ofensiva de Járkov: también evitó el enfrentamiento directo y aguijoneó sin descanso las líneas de defensa rusa con unidades pequeñas y rápidas, por lo general de no más de 12 hombres, buscando la grieta por donde mover a sus tropas hasta forzar el colapso del frente ruso.
El comandante del Ejército de Tierra, Oleksandr Sirskii, junto al presidente ucranio, Volodímir Zelenski, en Izium tras recuperar la ciudad de los rusos, el 14 de septiembre.Anadolu Agency (Anadolu Agency via Getty Images)
“Los combates frente a frente de grandes formaciones son, desde el punto de vista estratégico y operacional, algo del pasado”, dijo Gerasimov en uno de sus discursos más célebres, en 2014, poco antes de arrancar la guerra en Donbás. Muchas de sus tesis han sido aplicadas al dedillo por Rusia en Ucrania, pero también por el ejército defensor.
Donde no alcanzaron los preparativos militares de Zaluzhni fue en el sur. Rusia invadió en cuestión de días la provincia de Jersón, cortando el acceso a buena parte de la costa del mar Negro y adentrándose en Ucrania más allá del río Dniéper. Este otoño, la contraofensiva ucrania en el sur ha avanzado de forma constante hasta forzar la completa retirada rusa hacia la orilla oriental del río. Al mando de las operaciones en el sur está Kovalchuk, un héroe de la guerra en la región de Donbás —como también lo son Zaluzhni y Sirskii—: tomó parte en las principales batallas de 2014, como la de la liberación de Sloviansk, o en la del aeropuerto de Lugansk, donde las fuerzas ucranias resistieron un asedio de un mes y medio y él continuó al frente de la 80ª Brigada Aerotransportada pese a haber sufrido varias heridas. Kovalchuk fue recibido el pasado sábado como un héroe en la liberada ciudad de Jersón.
Ucrania cuenta con escasos referentes unitarios contemporáneos. El poeta Taras Shevchenko es un símbolo nacional del siglo XIX; del siglo XX destaca Stepan Bandera y su Ejército Insurgente Ucranio, una figura controvertida por su ideología de extrema derecha y crímenes durante la II Guerra Mundial. Los generales al frente hoy de la defensa están llamados a ser héroes fundacionales de la nueva Ucrania. Un seminario del pasado octubre organizado por el Centro Marshall para Estudios de Seguridad de Europa también añadía a esta lista al general Kirilo Budanov, de tan solo 36 años. Budanov, comandante de los servicios de inteligencia de Defensa, ha ordenado operaciones de sabotaje en la retaguardia rusa “que han superado con creces las expectativas”, según el Centro Marshall.
Cada intervención de Budanov ante los medios tiene una repercusión equiparable a la de Zaluzhni. Estos generales se prodigan poco en declaraciones públicas, pero cuando lo hacen, su influencia supera a la de cualquier político. “Los ucranios piensan que tienen suerte con esta cúpula militar, la confianza en ellos es enorme”, concluye Savchuk. Zaluzhni reaccionó en septiembre a la movilización de 300.000 nuevos reclutas decretada por Putin con unas palabras que causaron furor en los medios y en las redes sociales, palabras que si las pronunciara Zelenski, no tendrían el mismo efecto: “Hemos derrotado al ejército profesional ruso, ahora toca hacer lo mismo con el amateur”.
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