Que el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, piense todo lo contrario que su homólogo ruso, Vladímir Putin, no es ninguna novedad. Sí lo es, en cambio, que el mandatario ucranio se quede solo frente a las sospechas aireadas en público por Estados Unidos y la OTAN, que señalan a Kiev como posible responsable del misil que aterrizó el martes en suelo polaco, matando a dos personas. “No tengo dudas de que ese misil no era nuestro”, ha señalado Zelenski este miércoles durante un encuentro con periodistas. “Creo que se trataba de un misil ruso”, ha añadido en un tono menos firme que el martes, pero sin alterar su postura, que sostiene sobre informes de militares ucranios en los que “no puede dejar de confiar”. A continuación, ha pedido acceso al lugar de los hechos. “¿Tenemos derecho a estar en el equipo de investigación? Por supuesto”, se ha preguntado y respondido él mismo.
Ucrania no ha aceptado hasta el momento la posibilidad de que ese artefacto sea suyo. Es más, insiste en que se trata de un proyectil ruso y que, además, cuentan con evidencias en las que asentar esa acusación. Al mismo tiempo, reclaman a Varsovia que sus especialistas tengan “acceso inmediato” al lugar de los hechos y puedan cruzar al otro lado de la frontera para participar en la investigación sobre el terreno.
En la noche del martes ya afloraron dudas sobre el origen del artefacto, que cayó en una explotación agrícola de la localidad de Przewodów, a menos de 10 kilómetros de Ucrania. Pese a los primeros indicios, Zelenski fue categórico al asegurar: “Misiles rusos golpean Polonia”. En la mañana del miércoles, el mandatario presidió la reunión del Consejo Nacional de Seguridad y Defensa en el que, de nuevo, se ha insistido en la teoría de que es Moscú la responsable de lo ocurrido.
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Ucrania solicita que se estudie más detalladamente el incidente y añade que está dispuesta a entregar a sus socios evidencias del “rastro” ruso del que disponen —pero que no han hecho públicas—, según un comunicado hecho público tras la reunión del Consejo. Asimismo, esperan más información sobre las conclusiones de varios países de la OTAN, que apuntan como responsable a un misil del sistema de defensa aéreo ucranio, según el texto del secretario del Consejo, Oleksi Danilov. Las autoridades de Kiev reclaman a la vez que representantes de su Ministerio de Defensa y de la Guardia Fronteriza reciban la autorización para llegar al lugar de la explosión.
El incidente tuvo lugar durante lo que el Ejecutivo ucranio calificó como el peor de los cuatro ataques masivos que Rusia ha lanzado desde el 10 de octubre contra las infraestructuras energéticas del país, que invadió a gran escala el pasado 24 de febrero. Hasta una quincena de estaciones eléctricas fueron alcanzadas y millones de personas se quedaron sin luz, agua o acceso a cobertura con el teléfono móvil. En la anterior lluvia de misiles, la del pasado 31 de octubre, uno de los misiles rusos aterrizó en territorio moldavo sin causar víctimas.
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Tras los ataques del martes, los problemas persisten en importantes áreas del país. La empresa estatal de electricidad Ukrnergo lamenta tener que seguir realizando cortes en el suministro, pese a que las temperaturas están bajando y la demanda de la población es cada vez mayor. En Lviv, una región del oeste del país fronteriza con Polonia, la red disponible en la actualidad solo es capaz de soportar la conexión de un tercio de sus habitantes, informaron las autoridades locales durante una comparecencia. Kiev acusó a Moscú del lanzamiento de un centenar de misiles el martes contra una decena de regiones, incluida Kiev, de los que 70 fueron interceptados por sus sistemas antiaéreos.
El misil —según algunos analistas, un S-300 de fabricación soviética— impactó, interpretan las capitales occidentales, cuando Ucrania trataba de defenderse. La explosión sucedió en Polonia, por tanto, espacio de la Unión Europea y de la OTAN, dos firmes aliados de Kiev en la guerra frente a Moscú. Przewodów se encuentra a unos ocho kilómetros en línea recta de la frontera con Ucrania. Allí, las regiones de Volinia y Lviv fueron dos de los territorios objetivo del ataque ruso del martes. En medio de las dudas en torno a las investigaciones en curso, la comunidad internacional trata de calmar las aguas ante el riesgo de que una guerra de gravísimas consecuencias pueda ahora contar con un nuevo frente.
Zelenski ofreció al presidente de Polonia, Andrjez Duda, sus condolencias en la noche del martes durante una conversación telefónica en la que insistió en que tras el incidente se halla el “terrorismo” ruso. Ambos, según informó el presidente ucranio, intercambiaron datos sobre lo que hasta entonces se sabía del incidente en el que murieron dos ciudadanos polacos. Durante su alocución nocturna, el presidente de Ucrania urgió a la comunidad internacional a reaccionar ante lo que calificó como “un ataque con misiles rusos contra la seguridad colectiva”, lo que, según el mandatario, suponía “una escalada significativa”. “Cuanto más tiempo sienta Rusia la impunidad, más amenazas habrá para cualquiera que esté al alcance de los misiles rusos. Para disparar misiles en territorio de la OTAN”, aseguró.
Zelenski ha insistido en varias ocasiones en que Ucrania debe disfrutar en las actuales circunstancias de un escudo antiaéreo más efectivo. Entre los países que están ayudando a mejorar su defensa frente a los constantes ataques de Rusia se encuentra, aunque de manera discreta, España, que mandó dos lanzadores Hawk y que ha anunciado que enviará dos más. Pese a que está considerado un sistema de defensa desfasado en comparación con otros, el portavoz de las Fuerzas Armadas ucranias, Yuri Ignat, afirmó este martes que los Hawk suponen una ayuda y son efectivos. Según esta versión, no hay, pues, nada que reprochar a España.
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