Sin oposición ni sorpresas de ningún tipo, las elecciones presidenciales de Kazajistán han refrendado a Kasim-Yornart Tokáyev como líder supremo del país para toda esta década. Las propias encuestas del mandatario, el segundo que dirige la nación desde su independencia en 1991, apuntaban a que se anotaría más del 80% de los votos en unos comicios donde competía con cinco políticos desconocidos para la población, los únicos permitidos en estas elecciones sin opositores reales. Tokáyev, de 69 años, reafirma así su poder, que peligró durante las protestas que aplastó brutalmente en enero, y refuerza su andadura entre los cantos de sirena del Kremlin y de otros países interesados en esa nación rica en hidrocarburos y clave en el contexto de Asia Central.
Según los sondeos a pie de urna permitidos por Astaná, Tokáyev podría obtener hasta un 82,2% de votos frente al 4,2% del segundo candidato más votado. El presidente kazajo reformó este año la Constitución para elevar el mandato presidencial de cinco a siete años, y adelantó las elecciones a este domingo. Al vencerlas se asegura las riendas de la nación hasta 2029. Su predecesor en el cargo entre 1991 y 2019, Nursultán Nazarbáyev, se apresuró a felicitar al sucesor que le relevó al ostracismo en enero, cuando le invitó a abandonar el Consejo de Seguridad nacional con las manifestaciones como telón de fondo.
“Esta victoria atestigua su elevada autoridad como jefe de Estado y es una prueba indiscutible de la fe inquebrantable del pueblo en sus reformas y nuevas iniciativas”, decía un comunicado publicado por el sitio web de Nazarbáyev, quien volvió a aludir a las protestas de principios de año: “Y es un reconocimiento a su determinación y sabiduría en las horas críticas en las que estuvo en juego la independencia de nuestro Estado”.
El encarecimiento del combustible para automóviles de gas fue la chispa que provocó una oleada de protestas contra Tokáyev en enero. El mandatario ordenó a sus fuerzas disparar sin previo aviso, y el presidente ruso, Vladímir Putin, activó por primera vez en sus tres décadas de existencia la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), la versión rusa de la OTAN con otros cinco países del espacio postsoviético. Un mes antes de lanzar su ofensiva sobre Ucrania el 24 de febrero, el Kremlin envió tropas a su aliado para reprimir las protestas.
Tokáyev aseguró tras el cierre de las urnas que sus elecciones han sido “justas y abiertas”. El líder kazajo pidió el apoyo incondicional de su población con la promesa de cambios. “Avanzamos hacia una nueva estructura política del país. Se producirán cambios fundamentales en la economía y mejoraremos el bienestar de los ciudadanos”.
El país, con un nivel de vida superior a sus vecinos gracias, en parte, a la riqueza de sus recursos naturales, se ha convertido en un nuevo teatro de la lucha geopolítica internacional tras poner Putin todo el foco en Ucrania. El desgaste de la guerra para el Kremlin ha animado a Tokáyev a diversificar sus apoyos y buscar alternativas. La Unión Europea, interesada en sus hidrocarburos, recogió el guante y el pasado 7 de noviembre ambas partes firmaron un memorando para reforzar sus lazos económicos.
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“La Unión Europea es de lejos el mayor inversor de Kazajistán al tener un 60% de la inversión directa extranjera. El memorando expandirá aún más esta relación y alineará las prioridades de ambas partes”, dijo entonces la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, al mandatario kazajo durante la firma del acuerdo.
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