La explosión en una granja en la pequeña localidad polaca de Przewodów el martes, a apenas seis kilómetros de Ucrania, donde los bombardeos rusos son constantes, despertó de nuevo los temores en Occidente a una escalada con Rusia. También a que el incidente en suelo de un país de la Alianza Atlántica y la UE derivase en un choque entre potencias nucleares. Las autoridades polacas, la OTAN y Estados Unidos apuntan a que la detonación, en la que murieron dos personas, fue consecuencia de un misil antiaéreo ucranio en un día en el que Rusia se había aplicado con fuerza en su guerra sobre el país vecino. Varsovia, Washington y la Alianza Atlántica se inclinan por la hipótesis del accidente y han descartado un ataque intencionado de Moscú.
La explosión ha sido un “recordatorio” de que la guerra en Ucrania puede extenderse rápidamente al territorio de la alianza, ya sea por accidente o deliberadamente, señala Jamie Shea, experto militar que ha desempeñado varios puestos clave en la OTAN. El suceso, en el que se han registrado los primeros muertos en territorio de la Alianza y la Unión Europea como consecuencia directa de la guerra lanzada por Vladímir Putin, ha funcionado como una prueba de estrés sobre la capacidad de respuesta de la organización militar —de la que forma parte Polonia y España— y sus miembros.
La reacción de Polonia, Estados Unidos y la OTAN fue fría y coordinada, coinciden dos veteranos diplomáticos occidentales. Fuentes de inteligencia señalan que era poco probable que si Rusia hubiera querido atacar Polonia hubiera elegido un silo de maíz en una aldea para hacerlo. Además, Estados Unidos rastrea las rutas de vuelo de los misiles rusos y tiene potentes sistemas de vigilancia en la zona. La consigna de la alianza militar y de Estados Unidos para Varsovia fue cautela. “Polonia intentó calmar la narrativa y evitar una escalada propulsada por el relato”, analiza Katja-Elisabeth Herrmann, experta del centro de análisis Warsaw Institute.
Tras la explosión en Przewodów, a las 15.40 del martes, el Gobierno polaco convocó al Comité de Seguridad Nacional y Defensa con carácter urgente. Pasaron varias horas hasta que el presidente, Andrzej Duda, y el primer ministro, Mateusz Morawiecki, comparecieron para informar de que el misil era con una altísima probabilidad “de fabricación rusa” y apuntar, sin más detalles, que no se había determinado su procedencia; también que no parecía un ataque deliberado. Un mensaje que contrastaba con el difundido por una agencia de noticias que citaba a una fuente de inteligencia estadounidense que apuntaba que el misil era ruso.
La reunión del consejo de seguridad de Polonia tuvo su eco en las representaciones diplomáticas de la OTAN. Entre bambalinas, cientos de llamadas y mensajes entre la representación polaca en la alianza, Washington y también contactos cruzados entre algunos aliados de la organización militar y Varsovia; sobre todo los Bálticos, el flanco este de la OTAN, apunta una fuente diplomática. Hubo tensión pero no pánico, cuenta. El objetivo ha sido tratar a toda costa de contar con evidencias claras y evitar una escalada, comenta. De fondo, de una forma u otra, la responsabilidad de Rusia, que ese mismo martes había lanzado contra Ucrania los mayores ataques con misiles en casi nueve meses de guerra.
Slawomir Debski, director del Polish Institute of International Affairs, un centro de análisis cercano al Gobierno, apunta que Varsovia estuvo en contacto permanente con sus aliados. “Después de este proceso de encajar todas las piezas del puzle de la investigación, Polonia empezó a informar durante la noche a todas las partes al más alto nivel: [al presidente ucranio Volodímir] Zelenski, a Joe Biden [presidente de EE UU], Emmanuel Macron [presidente de Francia], Olaf Scholz [canciller de Alemania], etcétera”, explica. “Al día siguiente, en la sede de la OTAN hubo consultas para poner a la Alianza y a todos los aliados en la misma página”.
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Desde Bali, donde se estaba celebrando la cumbre de G-20, el presidente estadounidense, Joe Biden, llamó al presidente polaco y le reiteró la indicación de cautela, comentan fuentes diplomáticas. Un poco más tarde, Biden ya apuntaba a un misil antiaéreo ucranio como consecuencia de la explosión. Una tesis, a falta de confirmación final, que repitió horas más tarde el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, que también habló de las baterías antiaéreas (probablemente de fabricación soviética) y que señalo a Rusia como responsable final por su guerra en Ucrania y la muerte de civiles ucranios y polacos. “Esto no es culpa de Ucrania”, dijo. “Rusia tiene la responsabilidad final”. “Este es un resultado directo de la guerra en curso”, agregó. “Por supuesto que Ucrania tiene derecho a defenderse”, enfatizó.
Con los ojos de medio mundo puestos en su reacción, Stoltenberg insistió en que la situación estuvo en todo momento bajo control. La OTAN, dijo, “está preparada para situaciones como esta”. Primero, para prevenirlas y, si ello falla, para garantizar que no se salgan de control. La gestión de la Alianza fue, considera Luis Simón, director del Instituto Elcano en Bruselas, “ejemplar”: “Se ha respetado la iniciativa de Polonia a la hora de esclarecer los hechos. Se han rebajado tensiones desde un primer momento, lo cual ha favorecido un manejo adecuado de posibles dinámicas escalatorias. Y se ha señalado a Rusia como última responsable por ser la agresora, recordando el legítimo derecho de Ucrania a defenderse”.
Los aliados de Kiev son tajantes en señalar que la razón fundamental por la que el territorio y la ciudadanía de los países de la OTAN están siendo amenazados es la agresión rusa contra Ucrania. Shea, que hoy da clases de Seguridad y Estrategia en la Universidad de Exeter, no descarta que la OTAN deba invocar en algún momento su artículo 5, según el cual una agresión a un aliado se considera una agresión a todos, o al menos considerar tomar medidas de represalia contra Rusia que van más allá de las sanciones adicionales. “El hecho de que el incidente en Polonia parezca haber sido causado por un misil de defensa aérea ucranio significa que la OTAN no necesita enfrentar esta difícil decisión de inmediato. Pero es probable que la guerra en Ucrania continúe durante mucho tiempo y no se pueden descartar más ataques contra el territorio de la OTAN”, señala. “La alianza deberá acelerar su planificación de contingencia para tal eventualidad. También será necesario mejorar su defensa aérea y antimisiles a lo largo de su frontera oriental”, añade.
Sin embargo, cuanto más despliegue la OTAN modernos sistemas antiaéreos en su propio territorio, más difícil será abastecer a Ucrania, que también necesita estas capacidades urgentemente. El miércoles, un día después de la explosión en Polonia, el secretario general adjunto, Mircea Geoana, mantuvo una larga reunión con los directores nacionales de armamento de los países aliados para reponer sus inventarios y reservas.
Washington y otros aliados están tratando de hallar formas de ayudar a Kiev, pero el incidente en Polonia y la respuesta del Ejecutivo de Volodímir Zelenski, que ha insistido en la teoría del misil ruso y negó tajantemente que la explosión fuera fruto de un misil de las defensas antiaéreas ucranias, está jugando en contra de Kiev en algunos círculos de la Alianza y la Unión Europea. El Kremlin ya ha usado como combustible el desacuerdo entre Zelenski y Biden sobre el caso de Przewodów. También el ultraconservador Viktor Orbán, considerado uno de los aliados de Putin en la UE, que ha alertado del riesgo de escalada y ha insistido en que aunque apoyará a Ucrania “de forma bilateral” no respaldará el plan de Bruselas para entregarle 18.000 millones de euros en préstamos que el país necesita para mantenerse a flote.
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