La creciente represión de toda voz disidente por parte de los regímenes de países como China, Rusia, Nicaragua, El Salvador o Bielorrusia; el giro autoritario en democracias “antes consolidadas” como Brasil, Hungría y Turquía, y las transferencias de poder “no democráticas” en países como Túnez, marcaron 2021, según el informe anual que Human Rigths Watch (HRW) difundió este jueves en la ciudad suiza de Ginebra. Sin embargo, este panorama esconde un “futuro más sombrío” para los autócratas de lo que parece, pues el anhelo popular de democracia sigue siendo “fuerte”, precisa en el prólogo del documento Kennet Roth, director ejecutivo de la organización de derechos humanos.
En el texto, de 764 páginas, se destaca esta “realidad compleja” y la esperanza que alumbra la resistencia de muchos pueblos a la violación de sus derechos humanos, políticos y sociales. El informe recalca cómo los ciudadanos de países como Cuba, Myanmar y Sudán se echaron a la calle el pasado año para protestar contra las autocracias y los golpes de Estado. “En un país tras otro, un gran número de personas ha salido recientemente a la calle, aun a riesgo de ser detenidas o fusiladas”, destaca Roth.
Si HRW alaba en su documento la respuesta de estos pueblos, la actuación de los líderes occidentales le parece mucho más censurable. El informe critica la respuesta de Occidente ante la represión de las dictaduras, que define como “débil”, y lamenta que los países que lideran el concierto mundial no hayan sido capaces de “hacer frente” tampoco a otros desafíos, entre los que cita desde la crisis climática, la pandemia de covid-19 y la falta de acceso a las vacunas de los países menos desarrollados, hasta la pobreza, la desigualdad y la injusticia racial.
A España, HRW le reprocha las devoluciones en caliente de migrantes y solicitantes de asilo, incluido de menores de edad a través de sus fronteras -en concreto, cita el caso de Ceuta-, las muertes de migrantes fundamentalmente en la ruta de las Canarias, la pobreza aumentada por la covid-19, así como la dificultad de ejercer derechos recogidos por la legislación española como el del aborto.
Entre las críticas a países y líderes occidentales del documento, destaca especialmente el juicio negativo al desempeño del presidente de Estados Unidos. La organización recalca que, pese a que Joe Biden asumió el cargo en enero de 2021 con la promesa de situar los derechos humanos en el centro de su política exterior, EE UU “ha seguido vendiendo armas a Egipto, Arabia Saudí, los Emiratos Árabes Unidos e Israel a pesar de su persistente represión”, apuntó Roth, que reprueba también la actuación de dirigentes como el presidente francés Emmanuel Macron y a la excanciller alemana Angela Merkel, que “han mostrado una debilidad similar en su defensa de la democracia”.
El informe prosigue relatando cómo en el segundo año de pandemia muchas dictaduras o autocracias siguieron utilizando la situación sanitaria “como pretexto” para amenazar, silenciar o detener a disidentes. Países como Egipto, India, Hungría, México, Nicaragua o Venezuela fueron ejemplos de esta práctica, de acuerdo con HRW, mientras que en casos como los de Rusia o Cuba, se empleó la excusa de la covid-19 para “acabar con protestas contra el gobierno mientras se permitían otras a su favor”.
Uno de los ejemplos de esta instrumentalización de la pandemia es -denuncia la ONG- el del Gobierno ultranacionalista húngaro de Viktor Orbán, que mantiene vigente el estado de emergencia desde 2020. Esta medida le permite gobernar por decreto en temas sanitarios e incluso suspender la aplicación de las leyes. La Administración de Orbán mantuvo además en 2021 sus ataques contra las instituciones democráticas, la prensa y la comunidad LTGBI, deja patente el documento.
El informe de la organización, que repasa la situación de los derechos humanos en más de un centenar de países del mundo, constata a su vez el jaque de China a los últimos reductos de libertad en Hong Kong y la imposición de una draconiana Ley de Seguridad Nacional que “acabó completamente con las libertades políticas y permitió solo a “patriotas” aliados de Pekín presentar candidaturas”, subraya en el prólogo Roth. HRW lamenta asimismo el silencio de Naciones Unidas y su negativa a condenar abiertamente a China por sus “crímenes contra la humanidad” contra la minoría musulmana uigur en la región de Xinjiang.
HRW describe además el incremento de los abusos en sistemas electorales ya antes frágiles y destaca los que tuvieron lugar en Rusia, donde el líder opositor Alexei Navalni fue condenado a prisión después de sobrevivir a un intento de envenenamiento, o en Nicaragua, donde todos los candidatos rivales de Daniel Ortega fueron detenidos antes de las elecciones de noviembre.
“La defensa de los derechos humanos requiere no solo combatir la represión de las dictaduras sino también mejorar el liderazgo político en las democracias”, concluye el documento de HRW, una organización fundada en 1978 que asegura financiarse con donaciones privadas y de fundaciones y no aceptar fondos gubernamentales, “ni directa ni indirectamente”.
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