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Hungría agravia a Suecia al evitar aprobar su adhesión a la OTAN junto a la de Finlandia

EL PAÍS

Tras meses arrastrando los pies, Hungría ha aclarado su posición respecto a la adhesión de Suecia y Finlandia a la OTAN. El Parlamento húngaro ha evitado este lunes aprobar la petición de Estocolmo de ingresar en la Alianza Atlántica, un agravio respecto a Helsinki, cuyo ingreso sí ha adoptado, siguiendo la senda marcada por Recep Tayyip Erdogan en Turquía. El Gobierno ultraconservador asegura que apoya la adhesión de ambos países y se escuda tras una Cámara que en realidad está controlada por la supermayoría de Fidesz, el partido de Viktor Orbán, que tiene 135 de los 199 escaños. El director político de la oficina del primer ministro, Balázs Orbán, apunta a que “la costumbre de cuestionar constantemente el estado de la democracia húngara” de algunos mandatarios suecos genera “preocupación” en parlamentarios húngaros.

“Los húngaros mantenemos una especial amistad histórica con Finlandia, nuestros aliados. Hemos recibido la confirmación de ellos de que en el futuro Hungría recibirá el respeto que se merece”, ha escrito este lunes en Facebook Máté Kocsis, líder del grupo parlamentario de Fidesz. El viernes, en la misma red social, Kocsis anunció que su grupo había decidido apoyar el ingreso de Finlandia en la OTAN y que se adelantaba la votación a este lunes, donde finalmente ha obtenido el aval de 182 diputados, con solo seis votos en contra y cero abstenciones. “En el caso de Suecia, la delegación decidirá más adelante”, avanzó, sin concretar ninguna fecha.

La primera ministra de Finlandia, Sanna Marin, ha agradecido a Hungría su apoyo“claro” y ha pedido el mismo trato para Suecia. “Las adhesiones de la OTAN de Finlandia y Suecia fortalecen la seguridad de toda la alianza. Que Suecia también sea miembro de la OTAN antes de la cumbre de Vilnius es en interés de todos”, ha añadido en un tuit.

El Parlamento de Budapest llevaba retrasando la decisión desde el verano, tras la cumbre de Madrid en que la OTAN acordó poner en marcha el histórico proceso de adhesión de los dos países nórdicos de forma exprés, pocos meses después del inicio de la invasión rusa en Ucrania. A finales de septiembre, la adhesión ya tenía el aval de 28 de los 30 miembros de la Alianza. La oposición húngara trató de introducir el tema en las sesiones parlamentarias de octubre, pero la Cámara, con el apoyo de Fidesz, lo rechazó.

El Gobierno de Orbán se ha movido en una ambigüedad que suele manejar con soltura. Por un lado, aseguraba desde el principio que estaba de acuerdo con el resto de socios de la OTAN en acoger a los dos nuevos socios, pero, por otro, afirmaba tener muy en cuenta la opinión de Ankara. “Hungría se ha mostrado desde el principio favorable a la adhesión de ambos países, con la condición de que se tengan plenamente en cuenta las sensibilidades de Turquía a este respecto”, sostiene el texto con el protocolo de adhesión remitido por el Gobierno al Parlamento hace más de ocho meses.

Turquía ha sido transparente desde el principio con sus reservas con ambos países, pero especialmente con Suecia, a la que sigue vetando. En respuesta a las demandas turcas, los dos Estados han endurecido sus legislaciones antiterroristas para limitar las manifestaciones de apoyo al grupo armado kurdo PKK (considerado terrorista por Turquía y por la UE), y se han comprometido a facilitar las extradiciones de individuos señalados por Ankara y a levantar los embargos de armas al país. La justicia sueca ha paralizado, sin embargo, varias de esas extradiciones. Tras meses de negociaciones, Erdogan anunció el 17 de marzo que daría luz verde a Finlandia en breve, pero que Suecia tendría que esperar.

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Desde finales de febrero, Hungría ha esgrimido razones propias para justificar su posición, que se ha materializado en una visita de una delegación parlamentaria a ambos países y en la votación de este lunes. Balázs Orbán, que comparte apellido pero no parentesco con el primer ministro, escribió este domingo en Twitter que, pese a que el Gobierno apoya la entrada de Suecia en la OTAN, “algunos diputados están preocupados porque altos cargos suecos tienen la costumbre de cuestionar constantemente el estado de la democracia húngara”. Y añadió: “Así, insultan a nuestros votantes, a nuestros parlamentarios y al país en su conjunto”.

La mano derecha del primer ministro húngaro agregó que “corresponde a los suecos asegurarse de que se atienden las preocupaciones de los diputados húngaros. Hungría no se posiciona sobre la política interior sueca, y espera lo mismo de ellos sobre las cuestiones húngaras”. La semana pasada, en la misma red social, Orbán publicó una lista de declaraciones hechas por personalidades suecas que considera ofensivas para Hungría, a modo de respuesta pública a las dudas manifestadas por el primer ministro sueco, Ulf Kristersson. Entre las citas, se encuentran unas declaraciones de junio de 2021 de Jessika Roswall, ministra de Asuntos Europeos, cuando era portavoz para la UE del Partido Moderado: “Ahora es necesario que la UE actúe con claridad y que el nuevo mecanismo de condicionalidad detenga los pagos a Hungría”, citaba el tuit, en referencia a las disputas entre Bruselas y Budapest.

Orbán destacaba también las palabras de Johan Pehrson, que era ministro de Empleo y líder del Partido Liberal cuando, en mayo de 2022, comentó: “El Gobierno xenófobo y nacionalista de Hungría sigue violando los principios del Estado de derecho y las exenciones [en la aplicación de las sanciones] en el apoyo a Ucrania”, según entrecomillaba el político húngaro. Budapest está sumido en este momento en un proceso de negociación con la UE —cuya presidencia rotatoria ocupa Suecia este semestre— para desbloquear 7.500 millones de euros de fondos europeos retenidos por Bruselas por la corrupción sistémica y el deterioro del Estado de derecho. “Nuestro objetivo es apoyar la adhesión de Suecia a la OTAN con una mayoría parlamentaria lo más amplia posible”, concluía Orbán su mensaje del domingo, sin aclarar qué espera Budapest que haga Estocolmo para cambiar de opinión.

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