Ifeoma Ozoma, la ‘garganta profunda’ que quiere acabar con el silencio de Silicon Valley


Ifeoma Ozoma solo tenía que mantener la boca cerrada, pero no lo hizo. Y de paso se propuso que nadie más en su situación lo hiciera. Era julio de 2020, Black Lives Matter estaba en todo su apogeo y Twitter bullía de mensajes de apoyo al movimiento. Ozoma, extrabajadora de Pinterest (una plataforma digital de colección y organización de imágenes), se topó con el de su antigua empresa. Y no se pudo contener. “Como mujer negra, ver que Pinterest declara, en medio de la noche, que ‘los empleados negros importan’ me deja estupefacta”, escribió. “Especialmente después de haber luchado durante más de un año para que me pagaran y ascendieran de forma justa”. Con estas acusaciones, Ozoma se estaba metiendo en un buen lío. Estaba incumpliendo un acuerdo de confidencialidad que no le permitía hacer públicos sus problemas con la compañía por motivos de discriminación racial. Parecía que sus palabras fueran fruto de un arrebato, un calentón en una red que se nutre a base de calentones. Pero nada más lejos de la realidad. Ozoma estaba preparada. Tenía una lista de reporteros listos para compartir su historia. Estaba en contacto con su abogado. Y quería llegar hasta el final de esta historia.

El final empieza este 1 de enero, cuando entra en vigor en California la Silenced No More Act. Esta ley prohíbe a las empresas utilizar acuerdos de no divulgación para silenciar acusaciones de cualquier tipo de discriminación. También la racista. Ha sido promulgada por la senadora demócrata Connie M. Leyva e inspirada por Ozoma. “Su historia fue convincente e importante durante la consideración de esta ley”, confirman desde el equipo de la senadora. Su entrada en vigor supondrá un cambio en las reglas de juego en el hermético mundo de Silicon Valley.

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Ozoma es una figura central entre los denunciantes tecnológicos. Menos mediática que Frances Haugen —la garganta profunda de Facebook que, con sus revelaciones este año, ha puesto a la plataforma contra las cuerdas—, su historia puede tener más impacto. Hija de inmigrantes nigerianos, Ozoma nació en Alaska hace 29 años. Estudió en Yale y trabajó en Facebook y Google antes de Pinterest (que, según su último informe de diversidad, tiene un 5% de trabajadores negros, un 43% de caucásicos y un 44% de asiáticos).

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Dentro de esta plataforma, y junto a su compañera Aerica Shimizu Banks (que también acabaría denunciando a la empresa por prácticas racistas), llevó a cabo decisiones políticas valientes. Juntas eliminaron la desinformación antivacunas o la promoción de bodas en antiguas plantaciones esclavistas de EE UU, y se movilizaron para conseguir más vacaciones pagadas para los trabajadores de Pinterest. Las medidas fueron bien acogidas fuera de la empresa pero ellas aseguran que, internamente, fueron reprendidas e investigadas. Recibían menos dinero que su jefe, un hombre blanco, por el mismo trabajo. En el acuerdo firmado al abandonar la empresa, les impusieron una cláusula de confidencialidad para no mencionar el asunto.

La inclusión de este tipo de cláusulas es común en el mundo tecnológico, confirma Peter Rutkin, abogado laboralista de San Francisco: “La nueva ley evitará esta situación. Las empresas ya no podrán amordazar a los trabajadores que quieran hablar sobre su experiencia”. Rutkin está especializado en asesorar a gargantas profundas. Lo hizo con la propia Ozoma en su conflicto con Pinterest: “Un honor”, no solo por la relevancia mediática del caso, sino por la mentalidad de su defendida. “Tiene una misión: educar a los trabajadores sobre sus derechos y presionar para lograr cambios legales que garanticen su protección cuando deciden hablar. Está haciendo mucho por el sector. Y acaba de empezar”.

Alejada del mundo empresarial, Ozoma se ha convertido en una activista. A través de su consultora, Earthseed, continúa con la denuncia de irregularidades laborales. Su experiencia hizo que se diera cuenta de que contar historias, en un mundo que valora ante todo la discreción, es importante. Y complicado. Por eso se asoció con distintas organizaciones para crear una especie de guía de revelación de secretos empresariales. En octubre se lanzó The Tech Worker Handbook, un manual para los trabajadores que quieran contar los desmanes de las grandes empresas. “Los denunciantes son fundamentales para cualquier sociedad democrática”, explica Arielle Steinhorn, ejecutiva de la firma Lioness que trabajó junto a Ozoma en su elaboración. Sobre ella destaca su capacidad para convertir “una experiencia personal dura en algo que beneficiará a millones en California”.

Steinhorn espera que la guía pueda ayudar a romper el silencio que las tecnológicas imponen a sus empleados. O al menos a que estos sepan a qué se enfrentan. “Queríamos exponer los riesgos reales, incluidas las ramificaciones profesionales, financieras y de reputación cuando se habla mal de una entidad poderosa”. Los riesgos personales son altos, pero los beneficios sociales también. “Los denunciantes han hecho que los automóviles y los aviones sean más seguros”, dice Steinhorn. “Han evitado monopolios y han eliminado a matones, acosadores y delincuentes de los puestos de liderazgo”. No debería haber cláusulas que limiten al movimiento, reflexiona. Una sociedad no puede afrontar problemas a menos que sea consciente de ellos. Ifeoma Ozoma se ha empeñado en hacer hablar a Silicon Valley.

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