Un partido en Brasil debió ser suspendido el lunes ya que la humareda de los incendios cercanos en la selva amazónica nubló la visibilidad en el campo de juego.
Ocurrió durante un partido entre el Atlético Acreano y el Luverdense, ambos de la cuarta categoría, en el Estadio Florestao de Río Branco.
El árbitro determinó que el partido no podía continuar apenas a los seis minutos de juego debido a la poca visibilidad y las dificultades para respirar.
El Instituto Nacional de Investigación Espacial del país, que monitorea la deforestación, registró más de 77,000 incendios forestales en Brasil en lo que va del año, una cifra récord desde que comenzó a llevar la cuenta en 2013.
Esto supone un aumento del 85% con respecto al año pasado. Aproximadamente la mitad de los incendios se han registrado en la Amazonia, y más de la mitad de éstos, ocurrió en el último mes.
Presionado por la comunidad internacional para actuar, el presidente brasileño Jair Bolsonaro dijo que podría visitar la región amazónica esta semana para revisar los esfuerzos de extinción y que movilizaría a 44,000 soldados para luchar contra las llamas.
Sin embargo, la presencia militar sobre el terreno parecía escasa el lunes, con apenas unos soldados patrullando las carreteras y echando una mano.
Alrededor del 60% de la Amazonía se ubica en territorio brasileño, aunque la vasta región forestal también abarca partes de Bolivia, Colombia, Venezuela, Ecuador, la Guyana Francesa, Guyana, Perú y Surinam. Sus selvas tropicales absorben dióxido de carbono de la atmósfera y los ambientalistas las describen como una defensa crítica contra el cambio climático.
El mayor del ejército Fabio da Paixão Pinheiro dijo el lunes en la mañana que las autoridades determinaron que los incendios alrededor de Porto Velho se redujeron por las lluvias caídas en los últimos dos días.
Pero cerca del bosque nacional de Jacundá, los truenos retumbaban mientras los bomberos trataban para sofocar el fuego seguía activo al anochecer.
Un bombero rezó para que lloviese mientras se ponía una máscara protectora. A su alrededor, el intenso olor a madera quemada impregnaba el aire y dificultaba la respiración.
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