Albert Solà ha muerto de manera repentina este fin de semana. El catalán, que aseguraba que era hijo del Rey Juan Carlos, fallecía este sábado por la tarde en un local de La Bisbal del Ampurdán (Gerona). Al parecer, Solà se ha derrumbado de manera inesperada y no han trascendido las causas del fallecimiento, aunque podría tratarse de una muerte súbita.
Varios medios han revelado que el catalán llegó al local en torno a las diez de la noche en compañía de un amigo, poco después de terminar su jornada de trabajo. Solà mantuvo una breve conversación con una de las camareras, a las que le dijo que estaba muy cansado. Era habitual que se acercara hasta este local cada día: “Pidió una copa de vino, la cogió y cuando iba para la mesa donde estaba su compañero, se desplomó”, ha explicado la camarera al diario El País. A pesar de que su amigo intentó reanimarle, los servicios sanitarios solo pudieron confirmar su muerte.
La noticia de la muerte de Solà ha traspasado nuestras fronteras. Este digital ha podido hablar en exclusiva con Ingrid Sartiau, con la que Solà estuvo en contacto en el pasado dado que ambos iniciaron un proceso para ser reconocidos. Las pruebas de ADN entre los dos no fueron concluyentes, la primera dio una coincidencia del 91%, mientras que la segunda un 82%, cifras que no eran suficientes para demostrar el parentesco.
Ingrid Sartiau lleva desde 2013 intentando que se la reconozca como hija del Rey Juan Carlos, después de que su madre le asegurase que era fruto de una relación entre ella y el monarca. Una larga y complicada batalla en los tribunales que, a diferencia del caso de la ya princesa Delphine -hija del Rey Alberto de los Belgas-, aún no ha llegado a buen puerto.
En el año 2015 el pleno de la Sala Civil del Supremo rechazaba la demanda por siete votos en contra y tres a favor, aduciendo como argumento el aforamiento del monarca, a pesar de que don Juan Carlos ya no se encontraba ejerciendo la Jefatura del Estado, que un año antes había cedido a Felipe VI. Una decisión que, en primer momento, acababa con las esperanzas de la belga.
Además, los juristas estimaron que la demanda de Ingrid Sartiau incurría en contradicciones y resultaba “lisa, llanamente falsa, frívola y torticera. Argumentos todos ellos que resultaron muy dolorosos para la belga, que no ha reclamado en ningún momento compensación económica alguna: “mi único deseo es ser reconocida, no es una cuestión de dinero. Trabajo como todo el mundo. Si hubiera algún tipo de herencia, esa tendría que ir para el pueblo español”, afirmaba hace unos años a este portal.
La repentina muerte de Solà ha supuesto un duro golpe para Ingrid: “Estoy terriblemente triste”, asegura la belga en conversación con Look. A pesar de que llevaba tiempo sin mantener contacto directo con el catalán, Sartiau se muestra afectada por esta dramática noticia, ya que no se tenía constancia de que Alberto Solà tuviera algún tipo de problema de salud: “Alberto y yo no nos habíamos visto más, pero nos escribíamos de vez en cuando”, ha dicho la belga. Para ella, la muerte de Albert Solà supone un duro golpe, aunque sus caminos en el ámbito legal se distanciaran. “Para mí, he perdido un hermano, un amigo… Fue el profesor Cassiman el que nos unió como hermano y hermana. A pesar de que los resultados de la prueba demostraron que no había coincidencia real, para mí él siguió siendo mi hermano”, ha sentenciado tajante.