Podría decirse que la relación entre Íñigo Onieva y la prensa ha estado marcada por el amor odio. A raíz de su infidelidad a Tamara Falcó, el empresario ha solido mostrar un perfil celoso de sí mismo con respecto a los medios de comunicación, negándose a hablar con ellos en todo momento y a desvelar detalles sobre cómo se encontraba ante su ruptura con la marquesa de Griñón. Sin embargo, ahora que las aguas en su compromiso han vuelto a su cauce y que quedan poco más de dos meses para que se dé el «sí, quiero» con la hija de Isabel Preysler, el futuro marido de la ex concursante de MasterChef Celebrity ha dado un giro de 180 grados en su actitud para mostrar una faceta sobre sí mismo cercana y hasta ahora desconocida para los reporteros.
Aunque sigue sin confesar excesivas minucias sobre el ámbito más privado de su vida cotidiana, Íñigo Onieva está demostrando haber cambiado su manera de ser tal y como aseguraba su futura esposa, dejando atrás algunas aficiones que en su día ocupaban gran parte de su tiempo como, por ejemplo, las fiestas. Ha sido durante esta misma tarde cuando las cámaras de Gtres han captado al empresario dispuesto a subirse a su moto y recorrer las calles de Madrid, momento en el que le han preguntado si tiene previsto ir al festival Burning Man de Nevada de nuevo pese a que fue el escenario de su polémico beso con una misteriosa chica. Algo que el protagonista en cuestión ha negado rotundamente, asegurando que le «coincide con una boda», motivo por el que «este año no habrá» viaje al otro lado del charco. Unas palabras con las que deja entrever que no tiene intención alguna de repetir el momento tan complicado que salió a la luz durante el pasado mes de septiembre y por el que se distanció de la hija de Carlos Falcó durante más de doce semanas.
Por otro lado, el hermano de Alejandra Onieva ha querido quitar hierro al asunto a la hora de señalar que «todo está bien» en la salud de Tamara Falcó, ya que durante el pasado jueves se ausentó de La Tertulia de El Hormiguero a consecuencia de cierto malestar del que se hacía eco Pablo Motos y que hacía saltar las alarmas entre la audiencia, sobre todo teniendo en cuenta que hacía horas que la marquesa había aterrizado en Bali. Una afirmación con la que Íñigo y su novia demuestran estar inmersos en los preparativos previos a su gran día, el cual contará con una fiesta con sus seres queridos antes de darse el «sí, quiero» y un almuerzo posterior con el que compartir las anécdotas de la boda antes de que el incipiente matrimonio ponga rumbo a su luna de miel, de la cual por ahora se desconoce el destino aunque apunta a ser exótico a la par que paradisíaco.
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