RECIFE, Brasil – El número de fallecidos por causa de las fuertes lluvias en el estado brasileño de Pernambuco ascendió a 127, mientras los equipos de rescate aún intentan localizar a un último desaparecido, informaron este jueves fuentes oficiales.
Según el último balance de Defensa Civil, tres nuevos cuerpos fueron hallados en las últimas 12 horas en Recife, la capital regional, y su zona metropolitana, altamente afectada por la tempestad que ha castigado la región desde finales del mes de mayo.
Esas intensas precipitaciones provocaron el desbordamiento de ríos y corrimientos de tierras que se llevaron por delante viviendas y mobiliario urbano, principalmente en los municipios de Camaragibe, Olinda, Paulista y Jaboatao dos Guararapes.
MILES HAN SIDO DESALOJADOS EN PERNAMBUCO
Además de las más de cien víctimas mortales, la cifra de personas desalojadas de sus hogares aumentó hasta las 9,302, las cuales pernoctan actualmente en campamentos improvisados montados en 27 municipios de la región.
Alrededor de una treintena de localidades de Pernambuco decretaron situación de emergencia por el fuerte temporal.
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, anunció el lunes una línea de crédito con condiciones favorables para pequeños empresarios damnificados y la liberación de recursos federales destinados a municipios que sufren este tipo de catástrofes.
Este 2022 está siendo especialmente trágico en Brasil, con miles de evacuados y centenas de víctimas mortales como consecuencia de fuertes temporales en los estados de Bahía, Minas Gerais, Sao Paulo, Río de Janeiro y ahora Pernambuco.
Sólo en la ciudad de Petrópolis, en la región serrana de Río de Janeiro, una intensa tempestad dejó unos 240 fallecidos en febrero pasado.
Diversos especialistas han relacionado estos eventos meteorológicos extremos a que este año han coincidido fenómenos naturales como La Niña y la Zona de Convergencia del Atlántico Sur (ZCAS), cuya mayor intensidad podría estar vinculada con el cambio climático.
Estos desastres climáticos están afectando sobre todo a la población que vive en las periferias de las ciudades brasileñas, históricamente con peores infraestructuras que los grandes núcleos urbanos.
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