Irán admite que el incendio de Natanz va a retrasar varios meses sus planes nucleares

Edificio del complejo nuclear de Natanz dañado en el incendio del pasado jueves, en una imagen de la Organización de la Energía Atómica de Irán.
Edificio del complejo nuclear de Natanz dañado en el incendio del pasado jueves, en una imagen de la Organización de la Energía Atómica de Irán.WANA NEWS AGENCY / Reuters

Irán informó el pasado jueves de un incendio en el complejo nuclear de Natanz, sin llegar a aclarar las causas. Su secretismo al respecto y el que seis días antes hubiera una explosión en las proximidades de una importante factoría militar a las afueras de Teherán, han alentado la sospecha de un posible sabotaje. Dos accidentes en instalaciones estratégicas en menos de una semana resultan demasiada coincidencia. Más aún cuando el país es objeto de una campaña de máxima presión por parte de Estados Unidos que intenta forzarle a renunciar a sus ambiciones regionales y su programa de misiles, además de al proyecto atómico.

“Una de las casetas en construcción en un área abierta del complejo de Natanz ha resultado dañada”, anunció la Organización de la Energía Atómica de Irán (OEA). El gobernador provincial dijo más tarde que se había producido un incendio. A partir de ahí, las explicaciones han sido confusas y los responsables iraníes no han aclarado la causa del incidente, que algunos expertos han calificado de “muy extraño”. El Consejo Supremo de Seguridad Nacional declaró el viernes que habían determinado el origen, pero que no podían revelarlo aún “por motivos de seguridad”.

La imagen que difundió la OEA muestra un edificio de una planta con el tejado dañado por el fuego, y puertas y ventanas desencajadas. Su portavoz, Behruz Kamalvandi, aseguró que no se habían interrumpido las operaciones, que “en su mayor parte se realizan bajo tierra”. También rechazó la posibilidad de contaminación radioactiva.

Utilizando imágenes por satélite, David Albright y otros dos investigadores del Instituto para la Ciencia y la Seguridad Internacional han concluido que referirse al lugar del incidente como “una caseta es un eufemismo notable”. En su opinión, “el fuego ocurrió en un taller de montaje de centrifugadoras”. Además, han observado “importante daño estructural en el edificio”.

Las centrifugadoras son las máquinas en las que se enriquece el uranio que constituye el combustible tanto para alimentar un reactor nuclear como para un arma atómica. Natanz, una ciudad situada a 300 kilómetros al sur de Teherán, alberga la mayor planta de enriquecimiento de Irán y su centro de montaje de centrifugadoras es clave para acelerar ese proceso. La amenaza iraní de retomar su programa tras la salida de EE UU del acuerdo nuclear requiere desplegar miles de esos aparatos en sus instalaciones subterráneas de Natanz y Fordow. Sus dirigentes siempre han negado tener objetivos militares.

“El montaje de los rotores de las centrifugadoras exige un ambiente limpio, lo que significa que las cenizas, los escombros y el polvo de un incendio y explosión son un notable revés para el proceso, más allá del daño físico que hayan causado”, explica el informe del citado Instituto contradiciendo la versión oficial.

El servicio en persa de la BBC recibió un comunicado de un grupo hasta ahora desconocido, Guepardos de la Patria, que se responsabilizaba de la explosión sin facilitar ninguna prueba. El texto decía que sus miembros son parte de la “oposición clandestina dentro del aparato de seguridad de Irán”. La emisora no ha podido confirmar ni la autenticidad de la reclamación ni la existencia del grupo.

Albright y sus colegas no entran en si se ha tratado de un accidente o de un sabotaje, pero los propios responsables iraníes han dado alas a esta última posibilidad. “Si se prueba que nuestro país ha sido objetivo de un ciberataque, responderemos”, declaró el jefe de la defensa civil, Gholamreza Jalali, a la televisión iraní. Poco antes, una información de la agencia de noticias estatal, IRNA, mencionaba la posibilidad de que lo sucedido fuera obra de Israel o Estados Unidos, sin acusarlos directamente.

No sería la primera vez. Natanz ya sufrió hace diez años el Stuxnet, el primer virus informático creado para atacar plantas industriales y tras cuyo desarrollo se sospechó que estaban esos dos países. Pero, además, el inexplicado incendio se ha producido tras la explosión el viernes anterior en un complejo militar de las afueras de Teherán. Aunque las autoridades atribuyeron al estallido de unos “depósitos de gas con fugas” la imponente bola de fuego que durante varios segundos iluminó la noche de la capital, imágenes de satélite la han situado después en el centro de desarrollo de misiles balísticos de Khojir.

“Obviamente, no puedo hacer comentarios al respecto”, respondió el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, al ser preguntado por los dos sucesos. Israel ha sido la punta de lanza de la oposición regional al acuerdo nuclear con Irán. Con la Administración Trump empeñada a forzar una renegociación de ese pacto a base de someter a la República Islámica a durísimas sanciones económicas y financieras, tampoco sería de extrañar una vuelta a las acciones encubiertas.

Por su parte, el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) tuiteó que estaba “al tanto del incidente” de Natanz y que intentaba confirmar que sus inspectores “pueden continuar con sus actividades de verificación” en el lugar.




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