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Irán y Arabia Saudí inician el deshielo con los primeros contactos en cinco años

El portavoz del Ministerio de Exteriores de Irán, Saeed Khatibzadeh, el pasado octubre en Teherán.
El portavoz del Ministerio de Exteriores de Irán, Saeed Khatibzadeh, el pasado octubre en Teherán.Anadolu Agency / Anadolu Agency via Getty Images

Irán y Arabia Saudí han iniciado conversaciones directas para rebajar las tensiones que les enfrentan con vistas a restaurar las relaciones que rompieron hace cinco años. La reunión en Bagdad a principios de mes, que ambos países han rechazado confirmar oficialmente hasta el momento, parece consecuencia del cambio de enfoque hacia la región que ha traído la llegada de Joe Biden a la presidencia de EE UU. De hecho, coincide con el intento de éste por reactivar el acuerdo nuclear con Teherán, algo que preocupa sobremanera en Riad. Una nueva cita está prevista esta semana.

Un alto funcionario saudí se apresuró a desmentir desde el anonimato la información revelada al respecto por el diario británico Financial Times el pasado domingo. Sin embargo, el portavoz de Exteriores iraní, Saeed Khatibzadeh, se ha mostrado más ambiguo. “Hemos visto las informaciones de los medios (…), aunque a veces tienen declaraciones contradictorias”, respondió a los periodistas durante su conferencia de prensa del lunes. “Lo importante es que la República Islámica de Irán siempre ha sido favorable al diálogo con el Reino de Arabia Saudí porque favorece a la gente de ambos países, así como a la paz y la estabilidad en la zona”, añadió.

La noticia no ha sorprendido demasiado a Kawa Hassan, director ejecutivo del Centro Stimson para Europa y responsable de su programa de Oriente Próximo, que lleva trabajando desde hace casi seis años en crear confianza entre expertos de ambos países a través de la diplomacia paralela (track 2, en la jerga). “Debido a los cambios geopolíticos en la región, era esperable. Y en algún momento Irán y Arabia Saudí volverán a tener una relación funcional”, asegura en conversación con EL PAÍS. Hassan espera que un eventual entendimiento entre ellos rebaje tensiones en la región, en especial en Irak y Yemen. De momento, advierte, “es sólo el principio y no hay que olvidar la existencia de fuerzas interesadas en que fracase”.

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Las relaciones entre la monarquía absoluta saudí, que se atribuye el liderazgo del islam suní, y el régimen iraní, convertido en adalid del islam chií, arrastran una larga historia de rivalidad. Pero se interrumpieron por completo a principios de 2016 a raíz de la ejecución en el reino del jeque Nimr al Nimr, un conocido clérigo chií saudí, y el consiguiente asalto a la Embajada saudí en Teherán. Riad respondió retirando a su embajador, una medida que fue replicada por los iraníes.

Aunque desde entonces ha habido rumores de algunos encuentros, es la primera vez que se tiene noticia de conversaciones políticas significativas. El diálogo, que se inició el 9 de abril en Bagdad, empezó abordando los recientes ataques contra Arabia Saudí de los rebeldes Huthi de Yemen, ideológicamente próximos a Irán. Al frente de la delegación saudí se encontraba el jefe de los servicios secretos, Jaled Bin Ali al Humaidan; no ha trascendido quién fue su interlocutor, aunque el diario libanés Al Ajbar, próximo a Hezbolá, asegura que se trató de un alto funcionario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional. Una fuente iraní citada por la agencia Reuters dijo que se trataba de “explorar si hay alguna forma de rebajar las tensiones en la región” en respuesta a una petición de Irak.

Fuentes diplomáticas árabes respaldan esa versión. “No tengo una confirmación directa, pero entiendo que se produjo porque los iraquíes lo han filtrado para colgarse la medalla”, confía a EL PAÍS un exembajador y analista de la zona. En su opinión, “los saudíes están buscando una fórmula que les permita salir de Yemen sin perder la cara, porque están muy muy preocupados con el resultado de las conversaciones de Viena” para el regreso de EE UU al acuerdo nuclear con Irán.

Riad nunca ha ocultado su oposición a aquel pacto que las grandes potencias firmaron con Irán en 2015 para limitar su programa atómico, por no abordar también su desarrollo de misiles y su apoyo a las milicias regionales. De hecho, celebró que la Administración de Donald Trump lo abandonara. Ahora, ante los esfuerzos de Biden por reavivarlo, los saudíes intentan que se tengan en cuenta sus intereses, e incluso piden que se les incluya en las reuniones. Además, desde hace dos años, buscan una fórmula para salir del atolladero yemení, algo que encaja con el empeño del presidente norteamericano en un alto el fuego.

Todo apunta a que ha sido el propio primer ministro iraquí, Mustafa al Kadhimi, quien ha impulsado el deshielo entre sus vecinos. Al Kadhimi, que el mes pasado se entrevistó en Riad con el heredero y gobernante de hecho saudí, el príncipe Mohamed Bin Salmán, habría utilizado sus buenas relaciones con Irán para facilitar la cita. Desde su llegada al Gobierno en mayo del año pasado, el antiguo jefe de los servicios secretos iraquíes ha tratado de evitar que su país se convierta en otro campo de batalla de las rivalidades regionales, objetivo complicado cuando alberga un poderoso conglomerado de milicias proiraníes empeñadas en alinear a Bagdad con Teherán a pesar de sus raíces árabes.


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