Isabel Pantoja vuelve a América. Después de haber protagonizado una exitosa gira, bautizada como Enamórate, en Latinoamérica, la tonadillera retomará sus quehaceres laborales a partir del próximo 11 de noviembre, donde ha fijado una cita nada más y nada menos que en Nueva York para poner fin así a una serie de factores que le impedían dar conciertos al otro lado del charco.
Según han confirmado algunos de los clubs de fans de la madre de Kiko Rivera, no será hasta noviembre cuando inicie su gira por las zonas más destacadas del norte y del centro de América. Su andadura estadounidense comenzará con Nueva York, pasando por Chicago, Los Ángeles, Houston, Miami o Puerto Rico, donde ha conciben esta actuación como la mejor de las noticias para poner el broche de oro al 2022. De hecho, en el medio puertorriqueño El nuevo día se han hecho eco de la buena nueva dando una serie de datos que hasta ahora eran completamente desconocidos en el panorama español: “Según se informó a través de un comunicado de prensa, todos los requisitos para trabajar en Estados Unidos están en completo orden y aprobados, de acuerdo a los documentos entregados a todos los promotores de su gira en suelo estadounidense para este año”, apuntaban, dejando entrever que, todo aquello que en su día no permitió a Isabel actuar en América, ahora está solucionado y la intérprete de Marinero de luces podrá llevar a cabo su show sin que nada ni nadie lo impida.
Y es que, el pasado de la artista habría jugado un papel clave de cara al que sería su futuro profesional, razón por la cual las leyes de algunos puntos del planeta no habrían permitido que acudiera a ellos, ni mucho menos que cantara. Este es el caso de la embajada de los Estados Unidos, que en 2018 puso un requisito a Pantoja para conseguir el visado. Este no era otro que el de firmar un documento donde pedía perdón por los delitos que la condujeron a prisión en el año 2014. Un gesto al que la protagonista en cuestión se negó tajantemente por aquel entonces, y que ahora podría haber aceptado para así seguir engordando su currículum, y por ende su carrera profesional.
Por su parte, empresarios encargados de los conciertos que iban a tener lugar hace cuatro años en Miami y Puerto Rico se encargaron de convencer a Isabel para que diera ese esperadísimo paso al frente, negándose ella en todo momento a afrontar este trámite y a reconocer su delito, y teniendo que cancelar las entradas que se habían vendido al no querer dar su brazo a torcer. Y es que, por muchos intentos por parte de su entorno para obtener la aprobación de la embajada estadounidense con una carta “más edulcorada” y que fuera del agrado de la cantante, lo cierto es que el Gobierno de los Estados Unidos es bastante contundente y cuenta con una normativa muy estricta para estos casos, lo que deja entrever que, años después a Isabel no le habría quedado más remedio que pedir perdón y asumir su culpa para seguir creciendo como artista.