Isabel Pantoja vuelve y sus incondicionales están deseando verla tras seis meses desaparecida. No se trata de un concierto, no. Desde su última actuación en Madrid, el pasado 6 de marzo en el pabellón Wizink Center, tras dos años sin cantar, Isabel no ha vuelto a pisar un escenario. Aquella noche de marzo, la Covid ya acechaba asesina y en España nos la clavaron hasta el corazón, con un Gobierno a por uvas. En ese concierto se reunieron más de 10.000 personas para disfrutar con Pantoja de sus éxitos de siempre, así, a pleno pulmón. Tres horas de concierto. 54 canciones. A la mañana siguiente la cantante puso rumbo a Cádiz, de vuelta a su casa, Cantora, la finca que heredara de su marido, Francisco Rivera Paquirri. Seis días después se anunciaba el estado de alarma y Pantoja se confinó como no podía ser de otra manera.
Ahora vuelve con Idol Kids, un programa concurso de talentos infantiles, que estrenará Mediaset el próximo lunes. Están deseando verla, me cuenta un fan entregado. Parece que Pantoja lo dio todo durante las grabaciones. Sí, el programa se grabó a primeros de año, antes de saber nada de esta crisis sanitaria que nos ha cambiado a todos la vida. También a Pantoja. Desde entonces, vive recluida en Cantora, junto a su madre y con la única compañía de su hermano Agustín, más la persona que se ocupa de todo lo que necesita doña Ana. Las dos únicas actuaciones que había cerrado el hermano de la artista, su mano derecha en las contrataciones musicales, se fueron al traste. Canceladas, cómo las de tantos artistas en todo el mundo. Habría actuado este verano en Jerez y en diciembre, en Chile. Quién sabe si esta última se podrá recuperar. Este verano no se ha movido. Isabel Pantoja es muy aprensiva, según me explicaban hace tiempo. Cuando iniciamos la desescalada por fases y comenzamos a retomar nuestras actividades y a salir de nuevo a la calle, la sevillana decidió mantenerse a buen recaudo en su finca. Allí no entraba nadie. Extrema precaución, por su madre, por todos los que vivían allí, incluida ella misma. Cuando las diferentes fases lo permitieron, su hijo Kiko le llevó a sus nietas. También Isa, que empezó a visitarla paulatinamente también con su hijo. Confinarse en el campo y con piscina es otro confinamiento.
En agosto celebró su cumpleaños, pero este año no hubo fiestas ni romería de íntimos y nuevos mejores amigos. La familia y nadie más. Este viernes, su hija Isa explicaba en El Programa del Verano que por fin ha recuperado la relación con su madre, después de muchos meses sin verse. La cantante se ha acercado a su novio, Asraf Beno, le ha pedido disculpas por los agravios recibidos. A ella no le gustaba. Era más de Omar Montes, pero parece que se han dado una segunda oportunidad. Isa y Asraf hablan ya incluso de boda.
Mientras que los asuntos de familia mejoran y parecen pasar por un buen momento, tras todo un año de feos, plantones y alejamiento con su hija, quien también se las tuvo con su hermano Kiko, y que trascendieron tanto en programas de televisión como en redes sociales, a Isabel le falla el trabajo. Su reaparición en televisión, prevista para la próxima semana en Idol Kids, es en realidad un contrato ya cumplido, firmado en 2019, y, por supuesto, cobrado. La vida en directo es de otra manera y no hay trabajo. Está preocupada, lógico. Desde marzo no ingresa un euro por su actividad profesional. La artista ya ha vivido otros años de sequía. Tras su imputación, juicio y cumplimiento de condena por su implicación en el caso Malaya tuvo que bajar el telón durante varias temporadas. Sin embargo, siempre ha resurgido. Esa es la verdad. Su participación en el programa Supervivientes en julio de 2019 fue su gran renacer tras años de ostracismo. Le vino grande, muy grande, pero daba igual. Es un animal televisivo. Fue la edición más vista del reality de más éxito de la televisión. Todo un fichaje. Ella pudo pagar parte de sus deudas y volver por la puerta grande a la actualidad. Ahora, la cosa -la maldita cosa- está mucho más complicada. Y, Pantoja, como aquel coronel de García Márquez, que no tenía quien le escribiera y esperó y esperó aquella carta que le asignara la pensión prometida después de la guerra, no tiene quien la contrate. Al menos, de momento.