Yair Lapid, el líder centrista que fraguó la nueva coalición de Gobierno en Israel para apear del poder a Benjamín Netanyahu, ha descartado tajantemente la reanudación del proceso de paz con los palestinos, que considera “inviable” en estos momentos. En su primer encuentro con la prensa internacional en Jerusalén desde que fue designado ministro de Asuntos Exteriores en junio, Lapid afirmó este miércoles que “no es realista hablar de negociaciones en las actuales circunstancias”.
A la vista de la diversidad ideológica en el Gabinete israelí –que incluye partidarios de la solución de los dos Estados, como el propio ministro de Exteriores, y de la anexión territorial de parte de Cisjordania, como el primer ministro, Naftali Bennett–– los siete partidos que lo integran han preferido centrarse en los asuntos internos – “economía, pandemia, superación de la polarización”, destacó expresamente Lapid– y aparcar las cuestiones espinosas que les enfrentan.
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Después de 54 años de ocupación militar y con la última ronda de diálogo entre ambas partes suspendida desde 2014, los palestinos parecen empezar a perder la esperanza de que Israel vaya a seguir las recomendaciones de Estados Unidos en favor de volver a la vía de los dos Estados tras la llegada a la Casa Blanca del demócrata Joe Biden. Por ahora solo se ha producido un acercamiento económico de Israel hacia los palestinos, con la oferta de ayuda transmitida el domingo por el ministro de Defensa, Benny Gantz, en la primera visita a Ramala de un alto representante del Gobierno israelí desde 2010.
Lapid también achacó a la debilidad política de la Autoridad Palestina, donde no se han celebrado elecciones desde hace 15 años, la inviabilidad actual del proceso de paz. Precisamente el presidente palestino, Mahmud Abbas, ha viajado a El Cairo, donde este jueves se reunirá con el presidente egipcio, Abdelfatá al Sisi, y el rey Abdalá II de Jordania, con una agenda marcada por la paralización de las negociaciones con Israel. Lapid se apresuró a disipar todas las expectativas de una cumbre regional, que la prensa árabe de Londres había aireado el fin de semana, sobre la eventual presencia de Bennett en el cónclave de El Cairo, que fue además desmentida por el gabinete interno del primer ministro israelí.
El ministro de Exteriores marcó diferencias con EE UU al afirmar ante los corresponsales extranjeros que el anuncio del Departamento de Estado sobre la próxima reapertura del Consulado General en Jerusalén le parecía una “una mala idea” que podría contribuir a desestabilizar el Gobierno de amplia coalición del que fue artífice. El lenguaje escasamente diplomático contrastó con el clima de celebración oficial, como un “éxito” en las relaciones bilaterales, de la reunión del pasado viernes en la Casa Blanca entre el presidente Biden y el primer ministro Bennett.
Gesto hacia los palestinos de Biden
Tras el traslado de la embajada desde Tel Aviv, ordenado por el presidente Donald Trump en 2018, fue absorbido el Consulado General, que actuaba de facto como embajada para los palestinos, al igual que el de España y los de otros pocos países con presencia histórica en la Ciudad Santa. En su campaña electoral, Biden se comprometió a reabrirlo como gesto de buena voluntad hacia los palestinos.
“Tenemos una estructura de Gobierno muy delicada y un paso así podría desestabilizarlo”, advirtió Lapid, “y no creo que EE UU quiera que eso suceda. Aunque sabemos que la Administración de Biden piensa de otra manera, se trata de un mensaje equivocado que puede ser malentendido en la región”.
El velado tono crítico hacia la Administración demócrata se puso también de relieve en el primer pronunciamiento oficial de un alto cargo israelí sobra la caótica retirada de EE UU en Afganistán. “Todo el mundo está preocupado. No se produjo la salida de la forma prevista”, replicó a una pregunta en la conferencia de prensa. “Probablemente, la retirada fue una decisión correcta, pero no se ejecutó adecuadamente”, apostilló.
Lapid consideró que aún era prematuro sacar consecuencias para Oriente Próximo sobre lo ocurrido en Kabul en los últimos días, aunque apuntó a que EE UU seguirá teniendo presencia como superpotencia en la región pero “cambiando los modos de operar en la región”. “Israel se seguirá defendiendo por sí mismo”, concluyó el jefe de la diplomacia israelí.
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