Israel sale este domingo de seis semanas de confinamiento general con medidas de desescalada graduales. La tasa de contagios por covid-19 ronda el 8% de las pruebas de detección, con cerca de 7.000 nuevos infectados al día en un país de nueve millones de habitantes. A finales de diciembre, cuando el Gobierno decretó el tercer encierro de los ciudadanos desde el inicio de la pandemia, las cifras eran mejores: la positividad rondaba el 4% y los diagnósticos diarios estaban en torno a 4.000. La cifra de nuevos casos sigue siendo muy elevada a pesar de la masiva campaña de inmunización contra el coronovavirus, en la que ya ha recibido la primera dosis de la vacuna de Pfizer-BioNtech más de la tercera parte de la población y un 20% ha sido inoculado con la segunda y definitiva.
Desde primera hora de la mañana de este domingo, coincidiendo con el inicio de la semana laborable en Oriente Próximo, los israelíes pueden volver a desplazarse sin autorización más allá del límite de un kilómetro a la redonda de sus hogares, y se reabren parques y espacios naturales. Se reanuda el trabajo presencial en empresas en las que no se atiende al público y en los negocios que ofrecen servicios individuales, como salones de belleza. También se permite de nuevo la recogida de comida para llevar en los restaurantes, que, sin embargo, seguirán sin poder recibir clientes
Todo el sistema educativo sigue clausurado desde preescolar al menos hasta el martes. Está previsto que los alumnos de los dos últimos cursos de secundaria (de 16 a 18 años), que se preparan para el acceso a la universidad, y sus profesores ya vacunados sean los primeros en reincorporarse a clase. El levantamiento de las restricciones será paulatino, revisable en fases de dos semanas que se adaptarán a los datos sanitarios.
Después de haber superado esta semana la barrera psicológica de lo 5.000 muertos en la pandemia, los israelíes dan muestra de estar hartos de los sucesivos confinamientos y la paralización de la actividad económica desde marzo del año pasado. El confinamiento más largo ha sido también el menos acatado. Las dos principales minorías del Estado judío –los árabes de origen palestino (21%) y los ultraortodoxos (12%)– son las más refractarias a las restricciones y las que registran un menor índice de vacunación. El pasado fin de semana, miles de ultrarreligiosos asistieron a los funerales de dos rabinos sin guardar distancia de seguridad ni portar mascarillas.
“Las expectativas de una rápida salida de la crisis gracias a la masiva vacunación no se están cumpliendo”, advierte Amos Harel, analista del diario Haaretz, “y el ritmo de la operación se ha ralentizado ante la caída de la respuesta ciudadana”, que ha pasado en las dos últimas semanas de una media diaria de 170.000 inoculados a poco más de 100.000. En un giro para acelerar el paso, el Ministerio de Sanidad amplió el jueves la campaña a todos los mayores de 16 años. Para alcanzar una inmunidad de rebaño del 70% de la población, resulta necesario vacunar a casi todos los adultos, ya que cerca de un 30% de los israelíes tienen menos de 16 años.
El anterior coordinador nacional para la pandemia, el médico especialista en salud pública Ronni Gamzu, responsabiliza al Gobierno de no haber sabido gestionar la crisis sanitaria. “Los vuelos a Dubái, permitidos por razones políticas tras la normalización de relaciones diplomáticas con Emiratos Árabes Unidos, trajeron a Israel las mutaciones del virus”, ha asegurado en una entrevista con The Jerusalem Post. El aeropuerto Ben Gurion de Tel Aviv, principal vía de entrada al país, permanece cerrado desde hace dos semanas y seguirá así al menos hasta el próximo día 21. El primer ministro Benjamín Netanyahu se juega la reelección en las legislativas del 23 marzo, las cuartas en menos dos años, y ha apostado su capital político a la baza de la vacunación de dos terceras partes de la población antes de los comicios.
La unidad de inteligencia de las Fuerzas Armadas, que supervisa la estrategia contra la pandemia, ha advertido de que el levantamiento de las restricciones en plena circulación de la variante británica del coronavirus amenaza con desencadenar un fuerte rebrote de los contagios en las próximas semanas. El repunte de casos puede acabar colapsando los servicios de cuidados intensivos de los hospitales, alertan los observadores castrenses, que ya se encuentran saturados.
Alto nivel de protección de la vacuna
A pesar del elevado número de contagios, el sistema de salud israelí está empezando a constatar la protección que ofrece la vacuna de Pfizer. Un estudio de la mutua sanitaria Maccabi, el segundo proveedor de asistencia médica del país, revela que apenas 254 de los 416.900 vacunados en sus centros con la segunda dosis se han contagiado de la covid-19 una semana después de la inoculación definitiva. La mayoría de los infectados presentaban síntomas leves y tan solo cuatro requirieron hospitalización. Se trata, en general, de personas mayores de 60 años, un 80% de las cuales han recibido ambas dosis.
Modelos estadísticos elaborados en la Universidad Hebrea de Jerusalén ratifican también que la vacuna de Pfizer arroja una efectividad del 95% una semana después de la segunda inyección. A falta de revisión por expertos antes de su publicación en revistas científicas, estos datos de la profesora Hila De León citados por el diario Haaretz apuntan también a que a los 10 días de la primera inoculación el porcentaje de protección contra la infección se eleva hasta el 50%. El mismo estudio concluye que a partir de la segunda semana de enero, 28 días después del inicio de la campaña, se ha registrado en Israel un sustancial descenso del número de pacientes de covid-19 mayores de 60 años en estado grave o muy grave.
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