La escalada bélica desencadenada el lunes entre Israel y las milicias de Gaza bordea este martes la guerra abierta. El Ejército ha lanzado operaciones cuanto más de 140 objetivos palestinos en los que han muerto al menos 26 personas, entre ellas nueve niños, según fuentes sanitarias de la Franja. Más de 250 cohetes han sido disparados desde el enclave por Hamás y la Yihad islámica en dirección a territorio israelí. Al menos dos mujeres han perdido la vida al impactar un proyectil en una casa de la ciudad costera de Ashkelon, situada a una veintena de kilómetros al norte de la frontera gazatí.
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A pesar de los intentos de mediación de Egipto, Qatar y la ONU entre las partes, los enfrentamientos se han multiplicado en las últimas horas, con incursiones áreas y oleadas de cohetes sin precedentes desde 2019. Tras reunir al Gabinete de Seguridad para la crisis, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, anunció que se iba a ampliar “la intensidad y la frecuencia” de las operaciones militares de la bautizada como Operación Guardianes del Muro a consecuencia de la muerte de dos civiles en Ashkelon. El máximo líder de Hamás, Ismail Haniya, advirtió en oto comunicado de que el movimiento islámico no iba a detener las “acciones de resistencia” de la llamada Operación Espada de Jerusalén tras una noche de bombardeos israelíes.
Las víctimas morales israelíes se hallaban en “un edificio antiguo” que no estaba dotado de refugio antiaéreo y los equipos de rescate las hallaron, “atrapadas entre los escombros” tras la caída de proyectiles, según declaró a Efe un portavoz del servicio de emergencias. Las oleadas de cohetes se han intensificado al mediodía del martes. Hamás aseguró en un comunicado que había efectuado más de 130 disparos en apenas cinco minutos contra las ciudades de Ashkelon y Ashdod (al norte de la primera), donde las explosiones causaron una treintena de heridos y provocaron incendios en viviendas y edificios públicos.
Las Fuerzas Armadas israelíes han reforzado con batallones de infantería y carros de combate las zonas fronterizas del enclave palestino. Más de 5.000 reservistas han sido movilizados por el mando de la División Sur, que opera en la región. El jefe del Estado Mayor, general Aviv Kochavi, ha dado luz verde a que las unidades operativas ejecuten asesinatos selectivos contra comandantes de las milicias palestinas, varios de los cuales han ya perdido la vida, según portavoces de sus organizaciones. El Shin Bet (servicio de inteligencia interior) informó también de la muerte de jefe de la unidad de lanzamiento de cohetes de la Yihad Islámica, Samah Abed al Mamluk.
La escalda bélica estalló el lunes tras el disparo de siete cohetes contra Jerusalén y el centro de Israel –un ataque que no se producía desde la guerra de 2014 en Gaza–, lo que desencadenó una inmediata represalia del Ejército. Los bombardeó de posiciones de Hamás en la Franja costera suman al menos 26 muertes (15 de ellas de milicianos, según un portavoz castrense) y más de 120 heridos. La misma fuente insistió en que se trata de ataques a objetivos militares, como bases, depósitos y fábricas de armas o túneles bajo la frontera. La imagines llegadas desde Gaza, donde Israel no permite el acceso a la prensa extranjera tras haber cerrado el paso fronterizo de Erez, muestran un edificio de ocho plantas y otros inmuebles desplomados tras los bombardeos.
La ola de violencia que durante el mes de Ramadán había estallado en Jerusalén, donde más de 300 palestinos resultaron heridos el lunes en choques con la policía en la mezquita de Al Aqsa, se ha extendido hasta el enclave de Gaza, que ha sufrido tres demoledoras contiendas desde que Hamás se hizo con el poder el territorio en 2007.
Las brigadas Ezzedin al Qassam, afiliadas al movimiento islamista, se atribuyeron el lunes el disparo de los misiles contra Jerusalén, en una ofensiva a la que se sumó la Yihad Islámica Palestina con un ataque con un cohete antitanque contra un vehículo civil israelí en el entorno de la franja de Gaza. Pocas horas antes del inusual ataque contra la Ciudad Santa, Hamás había advertido en un comunicado de que si las fuerzas de seguridad israelíes no se retiraban de la mezquita de Al Aqsa actuaría ”en represalia por los crímenes y la brutalidad contra el pueblo palestino”.
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