Después de un verano apacible en el que Italia se convirtió en una excepción en Europa y en el que la pandemia parecía estar bajo control, el país transalpino ha sucumbido de nuevo a los estragos del coronavirus. Este domingo se han registrado 21.273 nuevos contagios, 128 fallecimientos y 799 nuevas hospitalizaciones, lo que hace temer por el aguante de los centros sanitarios. El aumento exponencial de los casos en los últimos días ha obligado al Gobierno, que no quiere ni oír hablar de un nuevo confinamiento, a pesar de que cada vez son más los gobernadores regionales que lo piden, a establecer nuevas restricciones para poner coto al virus. A partir de este lunes, deberán cerrar los cines, teatros, gimnasios y piscinas, y los bares y restaurantes tendrán que bajar la persiana a las 18.00, al menos hasta el 24 de noviembre.
El primer ministro, Giuseppe Conte, ha señalado este domingo que la prioridad del Gobierno es controlar la elevada curva epidemiológica, no reducirla a cero porque eso sería utópico. El objetivo es evitar el colapso del sistema sanitario por un lado y tratar de salvar la Navidad, por el otro. “Este mes sufriremos un poco, pero apretando los dientes y afrontando estas restricciones podremos volver a respirar en diciembre”, ha apuntado Conte en una rueda de prensa en la que ha informado sobre el contenido del nuevo decreto. “El país no puede permitirse un segundo confinamiento general”, ha justificado de nuevo, y ha admitido abiertamente que es fundamental preservar la actividad comercial y económica, además de tutelar la salud de los ciudadanos.
El debate en el seno del Gobierno ha sido arduo las últimas horas, hasta el punto de que el acuerdo se retrasó más de lo previsto y llegó el domingo de madrugada. La interacción con los gobernadores de las regiones se presenta también espinosa. Las autoridades regionales pretendían que el Ejecutivo aprobara nuevas ayudas para los propietarios de bares y restaurantes. Conte ha anunciado que el Ministerio de Economía está ultimando una nueva inyección de recursos y exenciones fiscales para los perjudicados.
El primer ministro ha reconocido los graves daños que ha causado el gran incremento del número de casos en varios frentes del sistema nacional de salud. También en la estrategia de rastreo y prevención, que hasta ahora había funcionado y que se puso en marcha la pasada primavera y se apoya en tres pilares clave: pruebas de detección, rastreo y tratamiento sanitario. “Las operaciones de rastreo de los contagios son cada vez más difíciles. Los datos no nos pueden dejar indiferentes”, ha señalado.
Con las nuevas restricciones, los bares, pubs, restaurantes, heladerías y pastelerías podrán abrir desde las 5.00 a las 18.00 y en las mesas se podrán sentar hasta un máximo de cuatro personas, salvo que sean convivientes. El reparto de comida a domicilio está garantizado hasta la medianoche.
En el nuevo decreto se reafirma también la obligatoriedad de usar mascarillas en todo momento, también al aire libre, y se recomienda evitar recibir en casa a personas que no sean convivientes. De hecho, según los medios italianos, el Gobierno se planteó en un primer momento decretar el cierre de bares y restaurantes los fines de semana, pero finalmente optó por dejarlos abiertos, solo hasta las 18.00, siguiendo el consejo del comité científico, para limitar precisamente las reuniones familiares los domingos en los domicilios particulares.
El Gobierno está tratando de preservar la actividad de las escuelas hasta el último momento. La educación infantil y de primaria seguirá siendo presencial, pero los estudiantes de educación secundaria deberán comenzar a prepararse para la enseñanza a distancia. Al menos el 75% de los alumnos del segundo ciclo de secundaria, es decir, de los mayores de 14 años, recibirán las clases online.
Como ya hizo la semana pasada, el Ejecutivo de Conte ha evitado quemarse con medidas más severas, como un toque de queda nacional, que ya existe en varias regiones como Lacio, Lombardía, Campania, Sicilia y Calabria. Pero se capacita a las autoridades regionales para cerrar a partir de las 21.00 aquellas zonas en las que se puedan producir aglomeraciones. Aunque los desplazamientos entre regiones siguen permitidos, el Gobierno recomienda “encarecidamente” reducir los desplazamientos al máximo posible y no moverse “salvo por necesidades comprobadas de trabajo o estudio, o por motivos de salud”.
Los gimnasios, piscinas y balnearios, así como los centros culturales, centros sociales, centros recreativos y salas de bingo y casinos y parques de atracciones, deberán bajar la persiana durante al menos un mes. También tendrán que echar el cierre, ante las protestas del sector, teatros, cines y salas de concierto, incluidas las que estén al aire libre. No se podrán organizar congresos ni eventos similares presenciales ni tampoco se permitirá la apertura de las estaciones de esquí, sobre todo después de las imágenes que se han publicado este sábado con largas colas y grupos de personas aglomeradas en los remontes. Los parques y jardines de juegos para niños quedarán abiertos.
El toque de queda nocturno que se ha establecido en algunas regiones como Lacio y Campania ha desencadenado protestas en Roma y Nápoles que han acabado con enfrentamientos entre los manifestantes y la policía y con la quema de contenedores. En Roma, la manifestación, que aglutinó a unas 200 personas, estuvo organizada por el grupo neofascista Forza Nuova. Las autoridades sospechan que clanes criminales y grupos de ultraderecha están detrás de algunas convocatorias y están tratando de aprovechar este momento para agitar el descontento social y provocar disturbios. “Si yo estuviera del otro lado, probablemente también sentiría rabia contra las medidas del Gobierno, aunque hayamos aprobado un apoyo económico muy positivo”, ha admitido Conte. Y ha añadido: “Hay grupos, también profesionales, que intentan alimentar los desencuentros. Cuidado con estas infiltraciones, no podemos permitir que ningún profesional de las protestas y del desorden social tenga espacio en un contexto de sufrimiento real para toda la población”.
Contagiados los portavoces del primer ministro y del presidente de la República
Giovanni Grasso, el portavoz del presidente de la República, Sergio Mattarella, ha anunciado que ha dado positivo por coronavirus y se encuentra en aislamiento domiciliario. Según ha explicado, no ha tenido contacto directo con Mattarella en los últimos días. En el palacio del Quirinal, residencia oficial del presidente de la República, han resultado contagiados además uno de los cinco cocineros y varios ayudantes de cocina. También Rocco Casalino, portavoz del primer ministro, se ha contagiado y ha señalado que no tiene contacto con el mandatario desde el martes y se encuentra confinado en su domicilio.
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