Italia ha ganado la 65 edición del Festival de Eurovisión en una reñida pugna que ha enfrentado también a dos estilos musicales opuestos en la ciudad holandesa de Róterdam, sede de esta edición del concurso. El tema rock Zitti e Buoni (Callados y buenos) del grupo italiano Maneskin, rotundo, sin concesiones y con una presentación heredera del fallecido artista británico David Bowie, ha podido con su principal rival, la cantante gala Barbara Pravi y su canción Voilà, que ha quedado en segunda posición. Pravi bebe a su vez de la legendaria saga del chansonnier, los cantantes-poeta como Edith Piaf o el belga Jacques Brel.
Así ha sido la actuación de Blas Cantó en Eurovisión 2021
El español Blas Cantó ha quedado en 24ª posición de 26 participantes, con seis puntos del jurado y ninguno de parte del público. Países Bajos, el país anfitrión, tampoco ha conseguido votos del público, aunque ha sumado 11 puntos. Reino Unido ha quedado en última plaza sin un solo voto ni del jurado ni de los espectadores. España le ha dado sus 12 puntos a Francia.
Tirón entre los jóvenes
Damiano David, el vocalista italiano de Maneskin, se ha llevado las manos a la cabeza al saberse ganador y luego ha gritado entusiasmado que “el rock nunca muere”. Los vencedores han cantado en italiano reivindicando el derecho a ser distintos, a respirar sin trabas ni impedimentos. Italia encabezaba las quinielas, seguida de Francia y Malta, y eran los favoritos desde los primeros ensayos. Maneskin significa “claro de luna” en danés, la lengua materna de su bajista, y los cuatro miembros del grupo se conocen desde la secundaria. Su tirón entre el votante más joven ha sido decisivo y se ha medido con la intensidad de Barbara Pravi. La cantante francesa tiene un mensaje de igual fuerza, pero con una escenografía opuesta al desgarro de los italianos, que al final se han llevado el micrófono de cristal de Eurovisión.
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Blas Cantó, el representante español, actuó en decimotercera posición, después de Islandia, de la que se emitió una grabación en vivo porque dos miembros del grupo tienen coronavirus. Cantó empezó a capela su tema Voy a quedarme algo nervioso hasta que le arropó el acompañamiento musical. El artista ha salido finalmente airoso en el homenaje a su abuela, fallecida de la covid-19. Poco antes de saltar al escenario, ha reconocido los nervios porque estaba “ante la actuación de su vida”. La felicidad y la emoción eran, sin embargo, más fuertes. Los comentaristas holandeses han calificado el tema de Blas Cantó de “muy sentido y personal”, pero consideran que se parece a Arcade, la canción de Duncan Laurence, ganadora en 2019.
Prueba piloto
Las medidas de seguridad e higiene de la pandemia han reducido a 3.500 espectadores el aforo del Ahoy, una sala que admite a 15.000, pero no han podido eclipsar la fiesta. Más que nunca, Eurovisión ha sido eso, una celebración de la música en un espectáculo donde todo parecía nuevo. El Gobierno holandés levanta las restricciones poco a poco y no hay todavía citas multitudinarias, así que la explosión de luz y sonido del festival ha sabido a gloria. La pandemia ha convertido también al público en un espejo más importante que nunca para los artistas, y la gala comenzó con la presentación de los 26 finalistas arropados por tres de los cuatro presentadores cantando en el escenario. Era un guiño al hermanamiento con la audiencia en un momento de crisis como este. Los organizadores de Eurovisión no se han olvidado del cantante holandés Duncan Laurence, que ganó la final en 2019 y tiene ahora coronavirus. Ha presentado su nueva canción, Stars, por medio de un vídeo grabado con anterioridad.
El festival está concebido como un ensayo piloto para evaluar la tasa de contagios, y a pesar de que las pruebas de diagnóstico eran obligatorias cada 48 horas, los mayores de 70 años han sido excluidos para evitar riesgos. El resultado ha sido un público muy joven y de diversas nacionalidades, puesto que se han apuntado profesionales y estudiantes extranjeros residentes en Países Bajos. Para los telespectadores con problemas auditivos, los intérpretes han añadido baile al lenguaje de signos, coreografías de factura propia para transmitir mejor las emociones de las canciones. Su fidelidad a los textos ha sido tal que cuando los intérpretes de Finlandia cantaron que le hacían “una peineta” a su entorno, la traductora la ha hecho con las manos. La francesa Pravi pidió “bocadillos y fresas” y le llevaron bocadillos de fresas, una combinación muy popular en Países Bajos. Le pareció tronchante y “repugnante”, pero lo agradeció igual. La artista de Moldavia, Natalia Gordienko, lo pasó aún peor porque se le cayó el micrófono durante su actuación y lo recogió uno de sus bailarines
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