Giorgia Meloni está comenzando a poner en práctica su política antinmigración con los cuatro barcos de ONG que esperan entrar en un puerto seguro desde hace días con más de 1.000 pasajeros a bordo. Tal y como adelantó en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros del viernes, Italia solo permitirá el desembarco de personas con necesidades humanitarias: mujeres embarazadas, niños y enfermos. El resto deberá permanecer en las naves y en aguas internacionales hasta que los países indicados en las banderas de los barcos se hagan responsables del pasaje. Si no lo hacen, ha señalado Meloni, se considerará que son “barcos pirata”. Italia vuelve a la carga y pone en la diana a las ONG que rescatan migrantes. Pero también la política migratoria de la Unión Europea.
El Gobierno de Italia, que esta vez está intentando no tensar demasiado la cuerda con Bruselas, como hizo el líder de la Liga, Matteo Salvini, en su etapa de ministro del Interior, aceptó la noche del sábado el desembarco selectivo de algunos de los 179 inmigrantes salvados en el Mediterráneo por el barco humanitario Humanity 1, de bandera alemana. Era el primero que había pedido auxilio y Berlín había exigido por vías diplomáticas que se les acogiera de forma “rápida”. Italia, sin embargo, solo ha aceptado que sean 155 inmigrantes quienes pisen tierra firme. Los migrantes han sido acogidos en unas tiendas en el puerto de la ciudad siciliana de Catania. El resto, otros 24, hombres adultos sin problemas médicos, siguen dentro de la nave, atracada en el puerto.
El Humanity 1 entró en el puerto de Catania escoltada por una fragata de la Guardia Costera para someterse a una “inspección” que permitiese verificar la idoneidad de los pasajeros que podían desembarcar. Al lugar se desplazó el diputado, antiguo jornalero y activista, Aboubakar Soumahoro, quien afirmó en sus redes que “seleccionar náufragos va contra la Convención de Naciones Unidas para el Derecho del Mar”. “La vida humana siempre debe ser prioritaria. Debemos proteger la salud de todas las personas garantizando que puedan solicitar asilo. Quien desembarca en Italia lo hace en Europa”, proclamó.
Pero la decisión está tomada. El titular de Interior, Matteo Piantedosi, y el vicepresidente del Gobierno Salvini (también tiene la cartera de Infraestructuras, que se ocupa de los puertos), ya han firmado un decreto en el que prohíben a esta nave “permanecer en aguas nacionales más allá del tiempo necesario para asegurar las operaciones de asistencia de las personas que padezcan condiciones de emergencia o precarias condiciones de salud”.
El Humanity 1 es el banco de pruebas de la política antinmigración de Meloni y el primer pulso que le echa su Gobierno a la UE para lograr que los inmigrantes se distribuyan entre los distintos socios comunitarios y no permanezcan en el país de llegada. Una lucha que lleva librando Italia desde la época en que Salvini era ministro del Interior y que había quedado en segundo plano durante el Ejecutivo de Mario Draghi.
Los próximos días serán muy tensos, porque otros tres barcos con más de 800 inmigrantes rescatados hace semanas en el mar continúan esperando luz verde para entrar en un puerto seguro de Grecia, Malta o Italia. Dos están en aguas territoriales italianas, ya que el Gobierno les dio permiso para entrar para resguardarse de un gran temporal: son el Geo Barents, de Médicos Sin Fronteras (MSF), con 572 rescatados y bandera noruega, y el aleman Rise Above, con 93 (dos fueron evacuados este sábado a tierra por motivos médicos). Una cuarta nave, la Ocean Viking, de SOS Méditerranée, con otros 234 inmigrantes a bordo y bandera noruega, permanece fuera del límite de las 12 millas frente a la ciudad de Catania.
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