Ian Rankin escribió en Twitter hace una década: “RIP Jackie Leven. Caballero, compositor poético, dotado guitarrista, contador de historias. Todo un honor llamarte amigo”. Era la despedida del célebre autor de novela negra escocés al músico con quien había compartido un disco y una gira. Rankin conocía bien la grandeza de su paisano, pese a que en vida su garganta privilegiada y sus canciones fueran ignoradas hasta el delito. El público, que no la crítica, apenas reparó en Leven, salvo irredentos fans escandinavos o alemanes. Un desdén que tal vez aún sea reversible, justo cuando se acaban de publicar un recopilatorio de su carrera, Straight Outta Caledonia, y un álbum de homenaje, The Wanderer: A Tribute To Jackie Leven.
Seguro que no ha resultado sencillo elegir los cortes del primero, porque Leven se labró una discografía tan apabullante desde 1994 hasta su muerte por cáncer, en 2011, que su legado rebosa sinceridad y maestría. Es imposible decantarse solo por una decena de dichas composiciones, donde rock, folk británico, soul celta, americana y pop sixties afloran entrecruzados. Lo evidente, nada más echar un vistazo, es que él nunca buscó ser asequible: tituló, por ejemplo, ‘The Sexual Loneliness Of Jesus Christ’ el tema que abre el recopilatorio. Y puestos a añadir desolación a tamaña soledad sexual, incluyó voces reales de trabajadores despedidos de un astillero. Esta vertiente poliédrica no es la única del cantautor de Fife, en el sureste de Escocia; antes llegaron el Leven psicodélico y el Leven del pospunk. Y no hay duda de que en las oscilaciones le echó una mano su agitada trayectoria. “Sé que tenéis que comprar las canciones. Solo recordad una cosa: yo también he pagado un precio. Y valió la pena”, reflexionaba sobre su recorrido artístico y vital.
Leven decía haber sido empujado a los márgenes por su mezcla de orígenes, siendo hijo de ingleses de sangre irlandesa y gitana. Tras ser padre a los 16, llevó una vida pendenciera y nómada durante años: de granja en granja, de Cornualles a Glasgow, y luego en Dublín, Berlín o Madrid, siempre armado de su guitarra. De todos los lugares, fue en la España de Franco donde publicó su debut. El sello madrileño Movieplay lanzó en 1973 Control, álbum de folk psicodélico, notable para un principiante que firmaba como John St. Field (un asunto policial aconsejaba no hacerlo con su nombre). Hasta su reedición en los noventa, se pagaban grandes cantidades por el original.
A finales de los setenta conoció en el movimiento okupa de Londres a sus compañeros en Doll By Doll, una de las bandas más infravaloradas del pospunk, con cuatro trabajos de estudio, deslumbrantes los primeros, sobre todo Gypsy Blood. Leven lideró un cuarteto de casi treintañeros que poco tenía que ver con la escena circundante, salvo por la agresividad escénica (Jackie calificaba “de dibujos animados” a la del punk): dos guitarras a lo Television, temas de cinco minutos, alta imaginería, misticismo celta… Conmovía su sonido punzante y perturbador, pero cayeron en desgracia para parte de la crítica (John Peel, por ejemplo, les dio la espalda) y hasta fueron expulsados, por su mala actitud, de sendas giras con Devo y Hawkwind. Después de la última entrega de Doll By Doll, que fue básicamente una obra de Leven sin el resto del grupo, aunque al lado de acompañantes de lujo como David Gilmour, el cantante fue fichado por Virgin para lanzarlo en solitario. Entonces llegó el desastre: le asaltaron en la calle y casi le estrangularon hasta la muerte. Leven perdió la voz por las secuelas y permaneció años fuera de la música y enganchado a la heroína.
“Eterno es el guerrero que encuentra belleza en sus heridas”. Lo escribió Yukio Mishima y lo adoptó Jackie Leven para ‘Main Travelled Roads’, único single de Doll By Doll que arañó el éxito. Fue la semilla corajuda y musical para resucitar: en él se atisba el estilo que luego Jackie depuró como solista. Una vez desintoxicado, Leven creó una asociación para ayudar a los adictos, The CORE Trust, y reemergió como músico. Entre las anécdotas narradas en sus incesantes shows en vivo (solo voz y guitarra habitualmente) destaca la de Lady Di pidiéndole que le cantara una canción al conocer su pasado. En esa visita de ella a CORE Trust situaba él su reenganche al viejo oficio, sin que antes cuajara un intento de grupo, Concrete Bulletproof Invisible, junto a Glen Matlock, exmiembro de The Sex Pistols.
De enorme presencia escénica, Jackie se mostraba divertido y socarrón, pero podía ser también inquietante y borrascoso. Los golpes regresaron cuando su novia y cofundadora de CORE Trust le abandonó por el guardaespaldas del Dalái Lama. Más dualidad: a pesar de la calma hogareña de sus últimos años con otra pareja, necesitaba escapadas para ejercer de andariego, siguiendo ferrocarriles rurales, y dormir solo en el campo. Un modo de exorcizar su mosqueo con el mundo.
Entre los 26 discos que publicó como Jackie Leven —hubo otros solo para su club de fans—, los hay de sugerentes títulos conceptuales, aunque esa no fuera la intención al escribir, como Forbidden Songs Of The Dying West o The Mystery Of Love Is Greater Than The Mystery Of Death. De su experiencia sabía extraer y relatar las tribulaciones compartidas por muchos. “Mi trabajo es escuchar; después oigo, escribo y canto. Canto para aquellos a los que oigo cuando estoy escuchando. Porque estas canciones son vuestras”, añadía.
Sus historias sobre frágiles hombres duros (Fairy Tales For Hard Men) le unieron a Ian Rankin. “Ambos retratamos a hombres que no pueden mostrar sus emociones y la pifian con frecuencia”, aseguraba el escritor. ‘Single Father’ supone un ejemplo en el recopilatorio. Rankin está entre los que le homenajean en The Wanderer (con spoken word, como en el álbum que recogió su actuación conjunta en el Festival de Edimburgo). Intervienen otros antiguos colaboradores, como Johnny Dowd o Michael Cosgrave. Faltan David Thomas (líder de Pere Ubu) o Ron Sexsmith, pero suman prestigio Ralph McTell, Eliza Carthy o James Yorkston. Y se añora el barítono del propio Leven tanto como el de Sir Vincent Lone o Jackie Balfour, los seudónimos que, por consejo de su eterno sello, Cooking Vinyl, empleaba para editar todo su caudal creativo un cantante que, pese a todo, murió con las botas puestas: el día que falleció, Leven tenía programado un concierto.
‘Straight Outta Caledonia’. Jackie Leven. School Daze / Cooking Vinyl.
‘The Wanderer: A Tribute To Jackie Leven’. Varios artistas. Cooking Vinyl.
Las mejores tres canciones de Jackie Leven
‘Main Travelled Roads’. Himno de raíces celtas y elegancia pop en el tercer álbum de Doll by Doll. Una joya, pese al sonido domesticado por las presiones del sello, que anticipaba el mejor Leven.
‘The Sexual Loneliness Of Jesus Christ’. Jackie negaba cualquier conexión con La última tentación de Cristo, la novela de Nikos Kazantzakis. Y ni siquiera había visto el filme de Martin Scorsese antes de componer este retrato en que el protagonista habla en primera persona.
‘Single Father’. Basada en su propia vivencia como padre adolescente, es un tema de sones amables para una historia dura, donde se asume el poco contacto con el hijo. “Recuerdo la pérdida de mi bebé cada vez que oigo una campana de iglesia”, canta Leven.
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