Jamie Dornan (Holywood, Irlanda del Norte, 39 años) es un tipo de lo más corriente. Lejos de coleccionar vehículos de alta gama o malgastar su fortuna en excentricidades, sus más preciadas pertenencias son un caballo, cinco gallinas, tres cabras, un perro y un gato. Y pudiéndose permitir una mansión en las colinas de Hollywood, el actor y exmodelo reside en una apacible granja de la campiña inglesa con sus tres hijas y su esposa, la actriz reconvertida en compositora musical Amelia Warner. Que naciera en Holywood –con una sola ele–, un municipio cercano a Belfast, no deja de ser irónico. Tras unos años superando la resaca de 50 sombras de Grey en proyectos más artísticos, volverá como protagonista de Belfast, la nueva película de Kenneth Branagh recién estrenada en Estados Unidos (a España llegará en enero) que suena con fuerza para arrasar en nominaciones en los Oscar. Con más talento y un mejor material, podrá resarcirse (tal vez) de una cadena de eventos que marcaron su vida y comienzan mucho antes de convertirse en Christian Grey.
Jamie fue un niño feliz. Criado en el seno de una familia metodista, hasta los seis años estuvo yendo regularmente a la iglesia. Sus abuelos, tanto por parte de madre como de padre, eran predicadores de aquella religión. Pero al joven Jamie le interesaban mucho más los deportes, en especial el rugby, que cultivar su fe. También mostró un precoz interés por la interpretación. En el Colegio Metodista de Belfast, donde estudió, fue un miembro activo de la compañía teatral. Aun no siendo consciente de ello, todos sabían que tenía madera de estrella. Incluido su padre, el obstetra y ginecólogo Jim Dornan, quien este pasado marzo falleció víctima del Covid-19 con 73 años.
Si bien su niñez transcurrió con normalidad, todo cambió en 1998. Poco después de cumplir los 16, su madre, Lorna, murió fulminantemente de un cáncer de páncreas. “Es algo que te afecta de mil maneras distintas cada día. Dudo que llegue nunca a aceptarlo, a no ser que vaya a ver un terapeuta que me explique cómo. Tal vez me convirtió en alguien más determinado… Todavía me enfado mucho cuando pienso en eso. A mi edad, me frustra mucho que mi madre no esté aquí, porque tengo unas hijas que no ha podido conocer. Me da mucha pena”, confesó en ICON cuando lo colocamos en nuestra portada en 2016.
Jamie Dornan y Kate Moss, que protagonizaron una popular campaña de Calvin Klein, acuden a una cena organizada por la marca en Nueva York en 2006.Patrick McMullan (Patrick McMullan via Getty Image)
Por si aquello no fuera lo suficientemente difícil de procesar, en 1999 perdió a cuatro de sus mejores amigos del instituto en un accidente de coche. En 2019, en el podcast Out To Lunch del periodista Jay Rayner, habló sobre aquellas dos tragedias consecutivas que le hicieron caer en una depresión: “Tuve un par de años muy duros. Y creo que todavía estoy lidiando con ambas cosas, todos los días. Durante aquel verano bebí de todo y salí mucho. Dejé la universidad porque no me interesaba la carrera de marketing que estaba estudiando. Sabía que no estaba en el camino correcto y que debía hacer otra cosa”. Afortunadamente, sus dos hermanas mayores, Liesa (que trabaja para Disney en Londres) y Jessica (una diseñadora de moda afincada en Falmouth), tomaron cartas en el asunto.
Un guapo modesto
“No me iba especialmente bien con las chicas en el colegio. Siempre tuve un aspecto muy juvenil. Las amigas de mis hermanas me decían: ‘Eres tan guapo’. Odiaba eso. Si eres un adolescente flaco y con cara de bebé, lo último que quieres oír es que eres guapo”. Estas palabras que Dornan pronunció en The Guardian en 2004 dejan patente que, por mucho que se lo repitieran, nunca fue consciente de su belleza.
Y que jamás se planteó ser modelo. Pero ante el lamentable estado anímico en el que se hallaba tras la muerte de su madre y sus compañeros de clase, Liesa y Jessica pensaron que un cambio de aires podría venirle bien. Ambas le convencieron para que se presentase con 20 años al reality de televisión Model Behaviour, cuyo premio era un contrato de un año con la agencia Select y aparecer en la portada de la revista GQ. Por supuesto, como siempre ocurre en los grandes relatos donde el éxito se hace esperar, no ganó.
Sin embargo, al poco tiempo se presentó por su cuenta en las oficinas londinenses de la agencia y le ficharon. “A los 21 años estaba haciendo grandes campañas y ganando mucho dinero. Pero como nunca vi realmente el modelaje como una carrera, supongo que no dejé que me afectara demasiado”, ha contado. Añadió que cada vez que tenía una cita o conocía a una chica en un pub decía que “era paisajista o que trabajaba para Google. Cualquier cosa menos admitir que me fotografiaban para vivir”. Una de aquellas conquistas fue la actriz Keira Knightley. Durante dos años mantuvieron una relación.
Tal como The New York Times reflejó en un artículo de 2006 titulado El torso de oro, Dornan encandiló a marcas como Dior (fue el rostro del popular perfume Dior Homme), Calvin Klein, Armani o Abercrombie & Fitch porque parecía una persona “real”, el típico joven que podía pasar inadvertido entre la multitud. “Es como el Kate Moss masculino”, llegó a señalar en aquella pieza Jim Moore, entonces director creativo de GQ. “Sus proporciones están un poco fuera de lugar. Tiene una complexión ligera. Es pequeño para la media de los modelos masculinos. Pero su torso es largo, por lo que parece más alto, y aporta una cualidad relajada al modelaje. Sabe para qué está ahí. A diferencia de mucha gente, no intenta ser un modelo masculino. Porque no lo es”.
Y esa fue la clave de su éxito. “Me pregunto por qué me ha pasado todo esto. No me considero especialmente guapo. La razón por la que todo ha funcionado tan bien es porque no me tomo las cosas demasiado en serio. Este es un gran negocio por ahora, una gran manera de hacer dinero y reírse. ¿Quién sabe qué será lo siguiente? Atribuyo gran parte de lo que me ha sucedido a la suerte y al estar en el lugar y el momento adecuado”, contó Dornan en el diario estadounidense.
El modelo que no quería serlo: Jamie Dornan rodeado de los aspirantes a un premio de la marca Calvin Klein en una tienda de Oxford Street (Londres) en septiembre de 2009.Dave M. Benett (Getty Images)
Jamás desfiló sobre una pasarela. Solo se limitó a posar con cara melancólica para algunos de los más afamados fotógrafos de la industria. “Seguro que hay gente que sueña con eso, pero yo no. Me fue bien y lo respeto, pero siempre lo hacía con cierta reticencia. No volvería a ser modelo de ninguna de las maneras”, sentenció en otra entrevista que concedió a ICON en 2019. Aquella etapa, vista en perspectiva, fue un mero peaje para dedicarse a lo que siempre había soñado, su gran ambición: ser actor.
Asesino busca intérprete
El periodista y escritor Nigel Farndale, en el ya citado artículo de The Guardian de 2014, retrata a Dornan como un hombre campechano, feminista e hiperactivo por naturaleza. Gracias a esos párrafos sabemos que suele beber cerveza, abrir una botella de vino tras acostar a sus hijas y que no se machaca en el gimnasio porque no engorda ni un gramo cuando se atiborra a comida basura.
Aunque no presumiera de ello, por entonces ya había debutado en la industria del entretenimiento. Su primera oportunidad llegó en forma de cameo en 2006, de manos de Sofia Coppola, en la controvertida María Antonieta. No obstante, si hay un personaje al que guarda gran estima, ese es el del psicópata Paul Spector en la serie británica La caza, por el recibió una nominación al BAFTA. “Me lo ha dado todo. Sé que cada oportunidad que tengo a partir de ahora es gracias a esa serie”, reconoció en The Guardian en 2015.
De todos modos, sus inicios no fueron fáciles porque, más que cualquier otro tuvo demostrar que no solo era una cara bonita. Así lo hizo saber a ICON: “En algunas cosas te beneficia, pero en general es un gran estigma. Siempre me ha parecido exasperante que, por el hecho de haber sido modelo durante unos años, ya no puedas ser un actor válido. En especial, en Reino Unido. En Estados Unidos diría que no les importa una mierda”. Justamente, eso es lo que ocurrió con el papel que marcaría su filmografía.
Jamie Dornan y Dakota Johnson en el estreno de ’50 sombras liberadas’ (tercera y última entrega de la saga) en París en 2018.PATRICK KOVARIK (AFP via Getty Images)
Cuando surgieron los primeros rumores de una posible adaptación cinematográfica de 50 sombras de Grey, el mundo entero empezó a hacer cábalas. La novela –escrita por una debutante y, de acuerdo a la mayoría de los críticos, de forma muy torpe– había sido un fenómeno planetario. La tóxica relación del oscuro empresario Christian Grey y la tímida universitaria Anastasia Steele revitalizó un género, la literatura erótica, dormido durante décadas para el gran público. Desde su publicación en 2011, solo la primera entrega ha vendido más de 165 millones de ejemplares en todo el mundo, ocho de ellos en España y Latinoamérica.
El 2 de septiembre de 2013 se hizo pública la noticia de que Charlie Hunnam había sido el elegido para dar vida a Christian Grey. Pero el 12 octubre de ese mismo año, Hunnam renunció a protagonizar la película. Días más tarde, Dornan aceptó ser su sustituto. El primer tráiler de 50 sombras de Grey acumuló en 2014 más de 36 millones de visualizaciones en su primera semana en YouTube. Cincuenta sombras más oscuras alcanzó en 2016 los 144 millones en 24 horas. Dornan era plenamente consciente del monstruo al que se enfrentaba. Entre otras cosas, desde el minuto uno supo que la prensa iba a atacarle sin piedad.
“Sabía dónde me metía y pasé mucho tiempo sopesando si aceptar ese papel. La mayoría de la gente odiaba los libros. Un libro que fue horriblemente criticado nunca se convertirá en una película aclamada por la crítica. Se trata del mismo material. Sí, entré sabiendo eso. Sin embargo, fue una gran oportunidad”, declaró este mes en GQ. “No ha hecho ningún daño a mi carrera formar parte de una franquicia cinematográfica que ha recaudado más de mil millones de dólares. Cualquier actor en activo diría lo mismo. No me avergüenza decir que ha transformado mi vida y la de mi familia económicamente. Estoy muy, muy agradecido por ello. Y siempre lo estaré”.
Puede que ahora le quite hierro al asunto, pero en 2015 le escocieron algunos de los artículos que se publicaron cuando la primera parte aterrizó en los cines. “Pasé por una mala etapa cuando vi un par de críticas realmente malas, pero luego simplemente las encontré divertidas y me dejé llevar por ellas. Una vez leí que tenía el carisma de la avena. Se me quedó grabado, pero luego pensé: ‘Bueno, hay gente a la que le gusta la avena”, manifestó en Variety. Puestos a rescatar reseñas incendiarias, también le dolió que The Christian Science Monitor afirmara que tenía “el carisma de un holograma”. En 2016, a falta de que llegaran a las salas 50 sombras más oscuras y 50 sombras liberadas, dio la razón, a medias, a aquellos críticos detractores en las páginas de ICON: “Creo que no estuve bien en Cincuenta sombras de Grey. Estoy bastante seguro de que es mi peor interpretación hasta la fecha. No me importa reconocerlo”.
Sea como fuere, a pesar de que en GQ indicó que “todavía estoy pagando la penitencia por esa elección”, no deja de recibir guiones. Al igual que Robert Pattinson y Kristen Stewart (las estrellas de la saga Crepúsculo), o Daniel Radcliffe (a quien repetidamente le perseguirá Harry Potter), Dornan ha construido una sólida carrera fuera de las superproducciones de Hollywood. Y su interpretación en Belfast “está destinada a la gloria en los Oscar”, ha dicho Insider. Tal vez, muy pronto, el chico que odiaba ser modelo vuelva a su granja con una estatuilla dorada.
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