Javier Bardem entra al penthouse de un hotel de Hollywood. El actor viste vaqueros y una camiseta negra. Pasó un rato de la mañana por el gimnasio y se le nota relajado. Le preocupa más el desenfado con el que Los Ángeles se toma la pandemia, como si esta fuera una cosa del pasado, que la posibilidad de ganar su segundo Oscar la noche del domingo. “No me he preparado ningún discurso porque no tiene ningún sentido, aunque llegará el punto en que cogeré una servilleta y escribiré cuatro puntos… Es Penélope [Cruz, su pareja] la que tiene que preparar un discurso, pero se está negando”, bromeaba el nominado por Ser los Ricardos. “Si hay que soñar… hay que soñar con ella”, añade en un encuentro con la prensa española a horas de la gala. “Está muy excitada, nerviosa”, dijo el actor de su pareja, quien tenía previsto aterrizar en Los Ángeles la noche del sábado.
Bardem ha hecho eco de los rumores de la industria que han sonado toda la semana. No hay nada definido en la categoría de mejor actriz, donde Cruz compite por Madres paralelas, de Pedro Almodóvar, junto a Jessica Chastain, quien ha ganado el reconocimiento del sindicato de actores por su actuación en Los ojos de Tammy Faye. “Es una categoría impredecible. Eso lo hace muy excitante. Nadie tiene idea de quién puede ganar. Eso hace que Penélope lo vaya a pasar peor que yo, que estoy muy tranquilo”, afirmaba Bardem, quien ganó su primera estatuilla hace 14 años por encarnar al inolvidable psicópata de No es país para viejos, de los hermanos Coen.
Si el “accidente” llega a suceder, como él mismo llama a su eventual triunfo, Bardem tiene claro que dedicará sus palabras a su madre, Pilar Bardem, fallecida en julio del año pasado a los 82 años. “Por aquí está, no se ha ido”, dice señalando encima de su cabeza.
El actor, que ha sido nominado cuatro veces al premio, ha vuelto a las sensaciones de aquella noche del 24 de febrero de 2008 tras oír su nombre. “Recuerdo que cuando me subí ahí no respiré. No te das cuenta de que estás ahí. Es todo tan abrumador… Sobre todo esa platea llena de gente a la que sigues, respetas, admiras y que te inspira desde hace tantos años. Eso es más importante que ganar el muñequito”. Más de una década después, Bardem, quien proviene de una familia de artistas, habla del camino abierto por otros y que tanto él como Penélope han continuado. “Somos herederos de Buñuel, Almodóvar, Banderas…”, afirma. También menciona a su tío, el escritor y director Juan Antonio Bardem, nominado al premio de la Academia en 1959 por La venganza. “No pudo venir a la ceremonia porque no tenía pasaporte”, ha contado Bardem. También ha tenido palabras de gratitud para el director catalán Bigas Luna. “Le queremos tanto, le debemos la carrera. Si Jamón, Jamón hubiera estado en manos de otra persona no sé si nos hubiéramos dedicado a esto”.
El de este sábado ha sido un encuentro distendido. Las campañas para hacerse con el premio se cerraron hace días y los nombres de los ganadores ya están en los sobres a la espera de ser revelados. La pandemia ha forzado una inusual promoción de entrevistas telemáticas vía Zoom de Ser los Ricardos, el retrato de Aaron Sorkin sobre dos legendarias figuras de la televisión estadounidense de los años 60, Lucille Ball (Nicole Kidman) y Desi Arnaz, un artista cubanoamericano encarnado por Bardem.
El actor parece aliviado por poder al fin mirar hacia adelante. Tiene en puerta un rodaje largo, de julio a diciembre, de la segunda parte de Dune, del canadiense Denis Villenueve. “Trabajar con él es de esos regalos que da la vida. Es un tipo creativo y tan divertido. Tiene todo el tiempo una energía de creación”, dice sobre el cineasta, que está nominado en la categoría de dirección por la primera entrega del clásico de ciencia ficción. Y hablando de sueños y admiraciones, confiesa que espera por fin trabajar con Steven Spielberg, un cineasta que lo llevó obsesivamente a las salas de cine durante su juventud para ver E.T., el extraterrestre. Ambos trabajaban en un monumental proyecto sobre Hernán Cortés cuando la pandemia lo frenó. “Fueron 11 años de trabajo y se rodaron dos semanas. Tenía un pintón impresionante”, asegura. Si algo hay en Hollywood son segundas oportunidades. “Siempre que veo a Spielberg se lo digo”, remata.
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